Lesbianas españolas en Nueva York
La primera frase del artículo que he colgado antes (“todavía hoy en numerosos ambientes causa escándalo, o como mínimo estupor, oír que una mujer dice que es lesbiana”, Empar Pineda) me recuerda a un email que he recibido esta semana de una lectora que ha leído mi vida y milagros en Mirales y ha flipado en colores al ver que no es la única lesbiana española viviendo en los nuevayores.
Como ella, como yo, hay muchas. Estadísticamente no tengo ni puta idea de cuántas lesbianas españolas puede haber en Nueva York pero desde que salí del armario he conocido “en directo” a entre 10 y 15 – algunas siguen en Nueva York, algunas se han ido a lesbianear a Irlanda o Argentina y otras han vuelto al armario desde que volvieron a España. Entrecomillo “en directo” porque también “conozco” de Facebook o emails que me hayan mandado a otras 5-10 lesbianas españolas.
Las lesbianas españolas que conozco “en la vida real” y siguen (seguimos) en Nueva York entramos en 2 categorías: (a) las que se camuflan entre las heterosexuales por la razón que sea y (b) las que nos movemos por círculos yanquis - ya he dicho muchas veces que las butches y stone butches son mi perdición y “de eso” las lesbianas españolas o no hablan o sólo lo hacen para vomitar lesbofobia internalizada y decirte que estás mal de la olla porque te vayan las lesbianas masculinas.
No hay unidad, camaradería ni sentimiento de comunidad entre las lesbianas españolas porque somos unas bordes y no nos organizamos entre nosotras como hacen por ejemplo las lesbianas peruanas o argentinas que organizan salidas a museos, restaurantes, etc; tienen equipos de futbito, quedan para ir a remar en Central Park… En una de esas tardes de emails p’arriba y p’abajo con una de mis fanssss (en plural porque tengo muchasss) salió el tema de por qué no organizo yo algo. Mi primera reacción fue pensar: “vamos, que entre escribir, llevar 2 blogs p’adelante, organizar las kedadas de butches y femmes y trabajar 60 horas a la semana no tengo yo ahora otra cosa que hacer que ponerme a organizar a la lesbianada patria en los nuevayores”. Si alguna española quiere quedar en septiembre que me mande un email pero de organizar, organizar, organizar paso que bastante tengo yo con to’lo que tengo.
Como ella, como yo, hay muchas. Estadísticamente no tengo ni puta idea de cuántas lesbianas españolas puede haber en Nueva York pero desde que salí del armario he conocido “en directo” a entre 10 y 15 – algunas siguen en Nueva York, algunas se han ido a lesbianear a Irlanda o Argentina y otras han vuelto al armario desde que volvieron a España. Entrecomillo “en directo” porque también “conozco” de Facebook o emails que me hayan mandado a otras 5-10 lesbianas españolas.
Las lesbianas españolas que conozco “en la vida real” y siguen (seguimos) en Nueva York entramos en 2 categorías: (a) las que se camuflan entre las heterosexuales por la razón que sea y (b) las que nos movemos por círculos yanquis - ya he dicho muchas veces que las butches y stone butches son mi perdición y “de eso” las lesbianas españolas o no hablan o sólo lo hacen para vomitar lesbofobia internalizada y decirte que estás mal de la olla porque te vayan las lesbianas masculinas.
No hay unidad, camaradería ni sentimiento de comunidad entre las lesbianas españolas porque somos unas bordes y no nos organizamos entre nosotras como hacen por ejemplo las lesbianas peruanas o argentinas que organizan salidas a museos, restaurantes, etc; tienen equipos de futbito, quedan para ir a remar en Central Park… En una de esas tardes de emails p’arriba y p’abajo con una de mis fanssss (en plural porque tengo muchasss) salió el tema de por qué no organizo yo algo. Mi primera reacción fue pensar: “vamos, que entre escribir, llevar 2 blogs p’adelante, organizar las kedadas de butches y femmes y trabajar 60 horas a la semana no tengo yo ahora otra cosa que hacer que ponerme a organizar a la lesbianada patria en los nuevayores”. Si alguna española quiere quedar en septiembre que me mande un email pero de organizar, organizar, organizar paso que bastante tengo yo con to’lo que tengo.
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