Sandy: Martes. Primer día después de Sandy
© María Lapachet,
Catalunya Press
Martes. Primer día después de Sandy
4:52 am – Amanezco
super contenta porque no se me ha inundado el apartamento. Sigo sin
electricidad. Le mando un mail a mi gente y me vuelvo a la cama.
7:40 am – Calculo
la hora a ojo de buen cubero porque me he quedado sin batería. Me visto y subo
a la estación de tren de Nassau Blvd. En mi calle hay un par de “delis”
abiertos y la gente hace cola para comprar café calentito; supongo que tienen
cocinas a gas. Aparentemente no se ven muchos daños después de la tormenta, sólo
unos cuantos árboles caídos al lado de casas de amor y lujo (mansiones que no
bajan de los 2 millones). Intento llamar a casa y a mi jefa desde una cabina
pero no pasan las llamadas. Cuando por fin consigo que pase una llamada, parece
que mi madre no me oye y cuelga. Paso la mañana de la estación al supermercado
que hay en Hempstead Turnpike donde también hay una cabina pero las llamadas no
pasan. Un hombre me pide que vigile a su perro mientras pasa a uno de los pocos
negocios que hay abiertos a comprarse un café. Me dice que no sabe cuándo van a
reabrir los trenes y metros.
Añorando las
agendas de papel
2:00 pm. Cojo por
banda a mi vecino y uso su iPhone para llamar a mi madre vía “España directo”.
Le cuento que no se me inundó el apartamento, que tengo agua potable y estoy
bien. Se queda más tranquila. Mi vecino me pregunta si quiero o necesito llamar
a alguien más; le digo que sí pero todos los teléfonos están en el blackberry.
Nos reímos porque a él le pasa lo mismo. Nota mental: hacerme una lista de
teléfonos, imprimírmela y meterla en el bolso.
2:15 pm. Me siento
en la escalera a leer un libro aprovechando la luz natural. Vivo en un
“basement” que es una forma muy fina de decir: “sótano” donde apenas entra luz
natural desde que remozaron la fachada de la casa hace 2 inviernos. Fuera sigue
nublado y hace un frío que te cagas.
5:00 pm. Me ducho
y me lavo el pelo a la luz de las velas. Debería teñirme pero a oscuras no me atrevo
y, sobre todo, me da miedo pensar que me puedo quedar sin agua caliente.
Momento bajón y
lectura a la luz de las velas
6:00 pm. Me
acuesto con mi libro. Me da bajuna. Para la próxima tormenta tengo que
organizarme mejor o decirle que sí a la que me propuso esperar juntas a que
pasase Sandy, o bien buscarme una churri seria y formal con la que pasar la
tormenta. Eso sí previo acopio de viandas y vino.
6:15 pm. Se me
pasa la neura y sigo con mi libro.
8:00 pm. Me acabo
el libro, lo cierro, apago las velas y echo mano de uno de mis juguetes a
pilas.…
Miércoles. Segundo día después de Sandy. La resaca.
7:00 am Me
despierto. Rebobino a ver cómo llegar al trabajo. Pienso en preguntarle al
vecino de la casa de al lado si va a conducir hasta Manhattan porque sé que
también es un workaholic y me planteo ir a Adelphi a ver si alguna estudiante
me puede acercar pagando yo la gasolina y dándole dinero extra por la molestia.
Más que nada porque una estudiante no va a violarme y al vecino no lo conozco de
nada más que de darle los buenos días de higos a brevas.
8:00 am Me
levanto, me preparo un bocata y friego los platos a la luz de las velas. Cojo
la linterna y empiezo a preparar ropa: para ir a 3 la oficina y al gimnasio,
una falda y un top mono por si salgo de marcha, 3 pares de zapatos…
8:25 am. Entro en
razón y me digo que dónde voy con tanta ropa sin saber si quiera dónde voy a
dormir (porque mi idea es irme a la aventura y desde la oficina empezar a tirar
de agenda para ver en casa de quién puedo dormir esta noche). Saco la ropa del
gimnasio de la bolsa de deporte.
9:00 am No aguanto
más en casa. Voy para el super a ver si puedo llamar a alguien. Veo a gente en
la parada del autobús y pregunto si los autobuses están pasando. Por lo visto
sí, sólo que en horario de domingo (reducido). Corro a casa, me pongo ropa de
trabajo, cojo la bolsa del gimnasio y vuelvo justo a tiempo de subirme al bus.
Hoy los autobuses son gratis. El conductor no sabe decirme hasta qué hora van a
estar circulando.
En los desastres también hay diferencias de clase social
10:30
am. Camino de Queens pasamos por West Hempstead, Franklin Square, Elmont y
otras zonas que no tienen luz. Dos hispanos van comentando que no saben cómo
van a llegar a trabajar a Manhattan, pero si no van no les pagan. Un tercero
dice que él tiene suerte porque su patrón le va a pagar un taxi desde Queens a
Manhattan y a su hijo el patrón le ha recogido esta mañana en la casa, claro
que el hijo vive en Long Island a 15 minutos del restaurante donde trabaja. No
funciona ni un sólo semáforo hasta que no llegamos a Queens. Me sorprende que
no se vean más accidentes. En Queens vemos el primero. Hay una persona
sangrando mucho. Me impresiona. No es lo mismo verlo en la tele o el cine que a
menos de 10 metros.
10:40 am. En
Jamaica (Queens) bajo a la estación del metro F, las maquinas me aceptan la
metrocard (bono mensual) pero una vez dentro la estación está vacía excepto 2 o
3 personas más que se han bajado del bus conmigo y un sin techo que duerme a
pierna suelta. Hay 2 convoys en la estación con las luces apagadas. Doy media
vuelta. Nadie nos devolverá el dinero ¿dónde está un cartel informando de que
no funciona el Metro? Entro en los “99 centavos” a comprarme un despertador a
pilas porque el que tengo en casa es eléctrico. Y quiero saber la hora y el día.
No quiero volver a sentir el vacío de no saber. Llamo a mi jefa que debe estar
sin batería como yo y le dejo un mensaje diciéndole lo que hay y que espero ir
a trabajar mañana. Vuelvo a los “99 centavos” y hago acopio de velas “por si
acaso”. También compro guantes de látex para limpiar el frigorífico y el congelador.
¡$300 de comida perdidos!
11:15 am. Cojo el
autobús de vuelta a casa y le pregunto al conductor qué hora es. Las 11:15 am.
Vuelvo a sentirme como una persona normal.
12:20 am. Voy a
Adelphi, la universidad que hay cerca de mi casa, a ver si puedo cargar el
blackberry en alguna parte y llamar a casa desde una cabina. En la calle se ve
tan poco movimiento como ayer. Hay cuadrillas de hispanos cortando césped,
recogiendo ramas y haciendo leña con los troncos de los árboles caídos en los
jardines de algunas de las mansiones. Hace un frío de cojones y están los pobres
en manga corta. Las zonas ricas son las primeras en ser atendidas.
12:50 am. ¡Mi gozo
en un pozo! han quitado las cabinas que había en la planta baja del edificio
donde están la cafetería y la tienda del campus. Me meto en el chiringo de los
estudiantes que no viven en el campus a cargar el blackberry y ver la tele. El
blackberry empieza a tener batería y me llegan emails, mensajes de texto,
whatsupeos y demás de un montón de gente. Me emociono. Mis amig@s de Nueva
jersey parece que están bien – sin electricidad pero san@s y salv@s. Mi gente
de Long island lo mismo. Mis amigas que viven en Manhattan han tenido que tirar
para el Upper East Side y el Upper West Side porque no hay agua, luz,
calefacción o nada bajando de la calle 30. Me quedo más tranquila al ver un
mensaje de mi jefa preguntándome si estoy bien – no cuándo vas a ir a la
oficina o a 5 trabajar sino si estás bien. Se aprecia el gesto ante tanta desolación.
1:00 pm La
pandilla de estudiantes asiáticos que hay en esta zona tiene puesta la tele y
empiezo a ver el verdadero alcance de Sandy. Mi principal preocupación era que
no se me inundase el apartamento como me pasó varias veces hace años con
tormentas mucho menores; doy gracias a Dios de que no me haya pasado nada.
Estar 2, 3 o los días que haga falta sin electricidad y tener que tirar $300 en
comida entre lo que tenga en el frigorífico y el congelador es un precio a
pagar ínfimo comparado con la gente que estoy viendo en la tele que lo ha
perdido todo. Absolutamente todo.
Las noticias de las amistades explican la
realidad cotidiana del desastre
1:40 pm Anuncian
que mañana habrá metro pero sólo hasta la calle 34. Me toca bajarme a pata
hasta mi oficina en NoHo. Me parto recordando cuando mi madre me decía que NoHo
no tiene el “glamur” de Madison Avenue donde trabajaba hasta el año pasado. Hago
nota mental de no arrear con la bolsa del gimnasio porque lo que no haga en las
máquinas lo voy a hacer andando.
2:00 pm. Sigo
contestando emails y whatsupeos varios mientras el gobernador de Nueva Jersey
está en la tele consolando a gente que lo ha perdido todo y dando discursos de
los suyos. La verdad es que el hombre es empalagoso y cansino. Parece un
personaje de Los Simpsons. Las escenas que se ven de Nueva Jersey, Brooklyn y algunas
zonas de Long Island recuerdan a lo que se vio en New Orleans después de
Katrina. Tremendo.
2:14 pm. Me he
cansado de ver penurias. Desconecto de tele y estudiantes con una biografía de
Amelia Earhart.
2:39 pm. Me avisa
una compañera de trabajo que no merece la pena ir a la oficina, que no me
moleste porque de la calle 30 para abajo no hay luz ni agua ni nada y ella, que
vive a 2 pasos de 6 nuestro trabajo, está completamente incomunicada. Ha subido
con el novio a un banco de la calle 40 y están cargando los móviles en el lobby.
Una amiga que vive en el Village tiro anoche para el apartamento de una amiga
suya en el Upper East Side por lo mismo: no puede sobrevivir sin calefacción y
sin agua corriente.
3:00 pm en la tele
dicen que la Zona A sigue evacuada hasta nuevo aviso. Los bomberos y la policía
están inspeccionando cada edificio dejando una señal fuera: si la señal es
verde, se puede entrar. Si es roja, no se puede pasar. Han evacuado muchos
hospitales en Manhattan y de momento no hay problemas con los pacientes aunque
de aquí al domingo les tienen que encontrar camas de hospital definitivas y
sacarlos de los albergues federales donde los tienen. Imaginar lo que es
evacuar a 500 o 700 pacientes a pulso porque los ascensores no funcionan. Los
colegios de Nueva York (Manhattan, Queens, Brooklyn, Staten Island y el Bronx)
están cerrados hasta la semana que viene aunque el profesorado tiene que ir el
viernes. Confirman que van a intentar abrir los metros mañana pero sólo hasta
la calle 34. El tren que comunica Long Island con Manhattan podrá estar en
funcionamiento pero muy limitadamente.
Comments
Post a Comment