Incesto paterno/filial contra la hija/niña
© Eva Giberti
El original de
este ensayo fué publicado en la Revista Argentina de Clínica Psicológica,
Fundación Aigle, Vol III, Nº3; 1999
La revisión de los
textos que hablan de la historia de las civilizaciones nos coloca frente al
incesto como una variable cultural incluída en diversas épocas y mediatizada ya
sea por pautas culturales que lo admiten como práctica posible, o bien por otra
pauta que lo sanciona con mayor o menor severidad.
La actual
necesidad de revisar los contenidos que caracterizan a las diversas corrientes
de pensamiento, inspiró la conferencia que André Burgière(1997) dictó en la Ecole
des Annales, como representante de un movimiento histórico antropológico
preocupado por convocar los aportes de psicoanalistas, historiadores,
antropólogos y simbolistas alrededor de las prohibiciones y las prácticas que
ilustran la realidad del incesto. Burguière se preguntó
“¿ L´inceste,
a-t-il une histoire?” y así tituló su conferencia en el marco de un tema
central propuesto por las Jornadas que se ocuparían de Clínica en evolución,
Sociedad en cambio ,formando parte de la temática que convocó la revista
L´Information Psychiatrique.
Haber localizado
el tema en un área destinada a discutir la evolución de la clínica y las
sociedades en cambio, constituye un indicador que ,más allá de los análisis
históricos y simbólicos se interroga acerca de la práctica del incesto en
nuestros días.(…)
Dada la
responsabilidad del padre respecto de la hija/niña y teniendo en cuenta la
necesidad de resignificar las que se entienden como responsabilidades de la
figura paterna editamos un volumen (Giberti E. -Lamberti S. 1998) en el cual
analizamos, desde una perspectiva psicológica y desde una perspectiva de
Estudios de Género, junto con una perspectiva jurídica, la legislación
argentina que se ocupa del incesto.
Las ideologías,
creencias, mitos y prejuicios que, de manera englobada o pormenorizada
constituyen el soporte de las argumentaciones que, de acuerdo con la consulta
de la jurisprudencia utilizan los jueces, así como la enunciación de los
diversos artículos de la ley, nos advierten acerca de la situación jurídica-legal
en que se encuentra la niña víctima de incesto. (…)
Cuando avanzábamos
en territorios de los que se califican como abusos sexuales, encontrábamos la
cita del incesto como si se tratase de un item más, quizá “algo mas grave”,
describiendo al padre como un abusador, y aún como un violador, pero sin
registrar que ese abusador ocupa, en la vida psíquica de la niña, el lugar del
padre, es decir, un lugar significado por su origen, su historia personal, el
vínculo con su madre y sus hermanos, y porque se trata del adulto responsable
por la existencia total de la niña.
La revisión
bibliográfica que entre nosotros llevaron a cabo Grosman y Mesterman ( 1996
)aporta datos clave para el estudio sistemático de los autores que se ocuparon
del incesto, y en su obra dedicada al tema señalan la “naturalidad del hecho”
del incesto según la evaluación paterna, puesto que es el padre quien impone
las reglas y las normas en la familia (Maldavsky 1997) de modo que
paulatinamente se construye un sistema de creencias que incorpora el incesto
como hecho “natural”(…)
Existe un supuesto
que afirma que “la mujer debe servir para producir placer al varón”. Es un
supuesto que tiene valor prescriptivo y que, acompañado por otros supuestos
socialmente implementados acerca de la condición de inferioridad de las
mujeres, generó dispositivos de poder proporcionales con el acatamiento que
gestaron las mujeres , si se analiza la historia del género (Duby y Perrot M.
1993) en el cual no faltaron los desafíos y los ámbitos de poder logrados por
algunas mujeres en épocas diversas: todo ello en relación estrecha, y
dependiendo de las características de cada época.
(…)La educación
que históricamente recibieron las niñas tendió a someterlas a la autoridad
parental y específicamente al sujetamiento por parte de los varones de la
familia de origen y posteriormente a cargo del marido y de sus hijos, según
consta en la historia de la civilización. La etapa niña inaugura la servidumbre
destinada a producir placer al varón desde su obediencia-sometimiento
(Giberti,1992, 1999)al cumplir con diversos servicios destinados a los varones
de la familia: preparar y servir comida, realizar limpieza y otras actividades
domésticas; ser alquiladas y explotadas por adultos que en distintas épocas
lucraron y lucran con la paidofilia; ser entregadas en matrimonia siendo niñas
en busca de incremento económico de su familia o como intercambio de poder
entre regiones-países en busca de alianza ,según consta en diversas culturas. Sería
posible enunciar otras prácticas de la misma índole, de modo tal que , entre
todas ellas, se configura una situación histórico-social que me autoriza a
afirmar que las niñas garantizaron el acatamiento del género porque en ellas se
hizo posible un entrenamiento temprano y naturalizado de dicho sometimiento. El
acmé de este modelo está representado por el varón- padre que viola y violenta
a la niña, sintetizando en una figura masculina las políticas de sometimiento
que el género masculino inscribió en las prácticas sociales y que el género mujer,
por razones demasiado extensas para fundamentarlas en este artículo, asumió.(…)
La clínica nos
ofrece historias de incesto distribuidas en todas las clases sociales.
Inclusive el deslizamiento ideológico de Freud en este sentido nos autoriza a
interpretar como prejuicio clasista su adhesión al criterio imperante en su
época respecto de las prácticas sexuales de las niñeras y servidumbre de su
tiempo: seducción , abuso y malos tratos ejercidos contra los niños que debían
atender. La tesis de la época sostenía que estas desviaciones procederían,
generalmente, de los miembros de las clases populares.
El texto de Masson
(1985) describe la reiteración de los subrayados que hizo Freud en los párrafos
de los libros de Tardieu,de Krafft-Ebing, de Bloc y de Moll (volumenes de su
propiedad)cuando estos autores responsabilizaban por la seducción a los
sirvientes, excluyendo toda información acerca del padre.(…)
En el breve
artículo que escribió Emma Eckstein(que fuera paciente de Freud)”Sirvienta como
madre” editado en 1899,denuncia la desigualdad que impone la ley austríaca
cuando debe sancionar a una criada que cometa felonía con un hijo de la familia
en la cual trabaja, respecto de la sanción con que se castiga a un seductor de
otra clase social. Masson conjetura que Emma conocería la idea de Freud que
intentaba derivar la responsabilidad de las seducciones sobre los sirvientes y
debido a ello habría escrito este párrafo en su artículo.
Acerca de la
circulación de prejuicios que explicitan antagonismos de clase es pertinente
remitirse a la investigación Madres Excluídas (Giberti y otras, 1997) donde se
exponen los prejuicios de las clases altas y medias acerca de las mujeres que
entregan sus hijos en adopción.
La bibliografía
que se ocupa de la historia de las niñas es lo suficientemente extensa como
para poblar los bancos de datos y me exime de citarla; además estos
conocimientos forman parte de lo que Elias (1982)denomina fondo social de
conocimiento .
(…)La pretensión
de conciliar el abuso sexual con el incesto se encuentra en la clasificación
abuso sexual incestuoso , que, si bien podría conformarnos semánticamente,
cumple la función de escamotear la clasificación de incesto como delito
autónomo incriminable, que es la propuesta del libro Incesto paterno filial. En
dicho texto enunciamos las diversas clasificaciones de los abusos sexuales
según la clasificación de varios países.(Giberti 1998)
Esta expresión, que
pretende contemporizar posiciones teóricas, pone de manifiesto el uso de los
canales simbólicos del lenguaje capaces de crear un orden propio y una lógica
adaptada a la cultura dominante ocupada en relativizar la gravedad del incesto,
y en mantener al padre al margen de la sanción penal que podría corresponderle
por tratarse de un padre que viola a su hija/niña al mismo tiempo que la
corrompe, es decir, que alterna dos delitos diferentes: violación y corrupción
en el territorio de la paternidad.(Si bien cuando se juzga se privilegia uno de
ellos).
La sanción actual
incluye al incesto en el orden del abuso sexual, ya sea simple, gravemente
ultrajante, con penetración o de prevalimiento(arts.119 y 120 Cód. penal, texto
según ley 25087). Esta sanción actual, edulcorada por la inclusión del incesto
en el concepto de abuso sexual, deja al padre exento de la verdadera naturaleza
corruptora del delito, pese a que la corrupción de menores agravada por el
vínculo merezca sanción(art. 125,Cod.Penal texto según ley 25087) Esta
inclusión del incesto en las figuras referidas margina al padre de la verdadera
esencia del delito que es, en sí, autónomo.(Lamberti S. 1998)
Además, dada la
extrema dificultad para probar estos delitos intrafamiliares- ya que
judicialmente suele oponerse la palabra del padre a la de la niña- aquellos
quedan desnaturalizados y prácticamente en muchos casos el adulto queda al
margen de la sanción penal, aunque él ,propio cuerpo de la ley prevé penas
privativas de la libertad muy elevadas que oscilan entre un mínimo de tres años
y un máximo de 20 años de reclusión/prisión: el abuso sexual simple está penado
con 3 a 10 años de prisión/reclusión cuando es cometido por el padre; el
gravemente ultrajante y el cometido con penetración tiene pena de 8 a 20 años
de reclusión/prisión en la misma circunstancia, y el de prevalimiento, pena con
prisión/reclusión de 6 a 10 años. A su vez la reforma penal previó, para el
delito de corrupción de menores actuado por el padre incestuante la pena de 10
a 15 años de reclusión/prisión (Lamberti S.1999)
La discrepancia
entre los contenidos de los diversos rubros de las clasificaciones condujo a
que Peters, Wyatt y Finkelhor (1991) encontraran una confusa incoherencia en
las definiciones referentes a abuso e incesto cuando analizaron los estudios
norteamericanos: rechazaron de plano las cifras de los registros que habían
consultado.
Entre nosotros,
Diana Goldberg y Maria Kuitca escribieron”desde el punto de vista
psicoanalítico todo abuso sexual debería considerarse incestuoso porque en
cualquier convivencia el niño proyecta la triangulación edípica, fundante de su
psiquismo, no así la consanguinidad”
La asimetría de la
relaciónpadre hija/niña condujo a pensar en términos de paidofilia y
parafilias, incluyendo la categoría de infantofilias, según Greenberg y
Bradford(1995) ;estos autores organizan su clasificación según la edad de sus víctimas
y la edad del agresor.
Encubrimiento del
incesto.
El análisis del
encubrimiento social que desemboca en silencio alrededor del incesto nos
enfrenta con una paradoja, uno de cuyos términos afirma que hablar del
incesto-que implica hablar del abuso de poder- se contradice con el otro
término de la ecuación donde encontramos un supuesto que recorre las sentinas
de las prácticas sociales y que sustenta la siguiente convicción: al padre le
asiste el derecho para disponer de su hija/niña.
Convicción que se
transparenta, por ejemplo, en la lectura de los argumentos que utilizan algunos
jueces para “comprender” las razones que tuvo el padre para llevar a cabo el
delito .La lectura de algunos aportes teóricos escritos por psicoanalistas produce
el mismo efecto de padre “comprendido” es decir, evaluado desde el análisis de
su historia que privilegia un segmento de su historia de niño abandonado por su
madre y posteriormente descuidado por su mujer. (L.Razon, 1996) (Cyrulnik, B
1995).
En paralelo la
clasificación de la madre como “complice” (blooming mother) del incesto,
culpabilizándola por su tolerancia, abre un capítulo aún no explorado en los
estudios de Género(Roccia C. y Foti 1995) ( C.Kofman S. 1997)
Otra perspectiva
psicoanalítica fue la que incorporó Freud al crear su teoría de la seducción,
indudablemente eficaz cuando puede aplicarse al análisis del mundo fantasmático
de niños y niñas, pero peligrosa cuando se la utiliza como escamoteo de la
realidad; sucede de ese modo cuando el incesto contra la hija/niña se inscribe
como acto físico cuya desmesura conduce a reacciones que pueden considerarse
típicas en las niñas víctimas.
Acerca de la
primera tesis freudiana, previa a la teoría de la seducción, resulta
impostergable la lectura del texto de Masson(1985) El asalto a la verdad. Tanto
los contenidos de su búsqueda cuanto los comentarios posteriores acerca de sus
descubrimientos, discutiendo la interpretación de sus hallazgos, constituye un
modelo de debate teórico-ideológico acerca de una etapa de la vida de Freud ;
debate que historiza la sanción social que la Sociedad Médica de Viena hizo
recaer sobre el joven Freud y la respuesta de éste al crear la teoría de la
seducción.
En ésta se desdice
de sus primeras afirmaciones en La etiología de la histeria (1896)donde remite
al abuso sexual a cargo de adultos cercanos al niño: “Ese adulto es quien introdujo
al niño en el comercio sexual y mantuvo con él una relación amorosa
formal-plasmada también en el aspecto anímico-a menudo durante años.” (…)”Nuestros
niños están expuestos a ataques sexuales más a menudo de lo que uno supondría
por los escasos desvelos que ello causa a sus padres”.
El caso Katharina,
descripto en los Historiales Clínicos(1893-1895) cita la historia de una joven
a quien su padre acosaba sexualmente y “él intentó engatusarla: ´Anda muchacha
tonta, quédate quieta; tú no sabes qué bueno es eso´´ a lo cual ella respondió ´No
me gusta lo bueno de usted´ ” En la Epicrisis Freud introduce una nota al pie
de página, escrita años después de la primera edición:”Vale decir que la muchacha
había enfermado a raíz de unas tentaciones sexuales que partían de su propio
padre”.
Su tesis acerca de
la etiología de la histeria( la importancia de las experiencias sexuales
traumáticas padecidas en la primera infancia como clave de dicha
psicopatología) le costó el aislamiento de sus colegas que en esa época
pensaban en términos de factores constitucionales para explicar los síntomas
histéricos; en cambio Freud exponía al padre como responsable incestuoso, tesis
insoportable para el patriarcado que en aquella época reglaba usos y
costumbres. Este fue uno de los motivos que condujo a la retractación de
Freud:”Me vi obligado a reconocer que aquellas escenas de seducción nunca
habían tenido lugar y que solamente eran fantasías que mis pacientes habían
inventado.”(Freud 1897) De este modo omitía las evidencias que había aprendido
a reconcer, en sus épocas de estudiante al lado de su profesor, Tardieu,
profesor de anatomía patológica en Paris.
Así coadyuvó al
encubrimiento de las prácticas incestuosas, puesto que el pensamiento freudiano
acerca de las fantasías de niños y niñas se difundió rápidamente y fue
promovido por psicoanalistas durante décadas, postergando el reconocimiento de
la victimización de las niñas incestuadas. McCarthy (1982) lo sintetiza
diciendo “Al situar el incesto en el mundo de la fantasía, desvió la atención
de la realidad del incesto y se retrasó el descubrimiento del abuso sexual en
la intimidad de las familias”.
(…)La irrupción
del padre (…) le exige a la niña enormes esfuerzos psíquicos, desde donde
deberá “elegir” cómo investir esta nueva relación con él. Esas investiduras
producto del modo en que la niña procesa los avatares de la situación
incestuosa, podrán modificarse a lo largo de la vida pero la práctica clínica
nos muestra la persistencia de resortes traumáticos que se mantienen en la vida
adulta, con frecuencia asociados con el silenciamiento de lo ocurrido, y
conducentes a tolerar, sobrellevar, negar o desmentir diversas formas de
violencias.
Entre las
contradicciones y las paradojas con las que se enfrenta la niña, debemos añadir
la dialéctica de una trama afectiva que se creó originalmente entre ella y su
padre: espera ser amada por él y lo ama, por lo tanto teme perder ese amor, y
al mismo tiempo el padre la posiciona en el lugar de otra índole de amor, que
además, para desarrollarse dependerá de la lógica de afecto pre-existente
creada en los primeros meses de vida.
Se siente obligada
a creer en el amor de su padre hacia ella, pero el dolor físico que puede
significarle alguna de las maniobras sexuales, la evidencia de estar engañando
a su madre y sus dudas acerca de su culpabilidad en los hechos, facilita la
caída de sus sentimientos tempranos de amor y confianza hacia el padre, lo cual
produce angustia y sensación de vacío psíquico, como si no pudiera reponerse de
su asombro, producto de la desmesura de los hechos.
Esta presencia de
la desmesura forma parte de la tesis que incluye dicha vivencia asociada con la
indecibilidad, es decir, con lo no-narrable de lo que le sucedió. El trauma que
le produjo la intervención masculina suele generar una angustia desmesurada que
no puede procesar: de allí que sólo registra la impronta pulsional, pero no las
huellas mnémicas o las representaciones de lo que sucedió. Se mantien una
moción pulsional que suele desembocar en crisis de angustia y particularmente
se evidencia en la escolaridad, debido a su incapacidad transitoria para fijar
la atención.
Cuando se sostiene
que el padre convierte a la niña en objeto se omite reconocer la existencia de
un paso previo: el placer que encuentra el varón en esta práctica se funda en
un ejercicio de poder-que Balier (1996) describe como perversidad,
diferenciándolo de perversión- mediante el cual su proceder se dirige a la
subjetividad de la víctima a la cual hace sufrir como persona. En ese punto de
inflexión podemos estudiar los movimientos del incestuador en busca de su
placer. Entonces es posible sostener que este incesto se inscribe en el orden
de la tortura.
Se produce de este
modo un fenómeno de desubjetivacion de la niña (Green A. 1980) (Giberti 1996),
de claudicación de su subjetividad, como si permanentemente se dijera: “Esto no
me está sucediendo a mí”, como efecto de la desmesura de los estímulos que
producen intensa confusión.
Este planteo se
contrapone a la idea del consentimiento por parte de la niña; para que el
consentir actúe como tal, es preciso contar con reflexión, capacidad
deliberativa y capacidad de decisión, niveles judicativos, desiderativos y
cognitivos que no estuvieron al alcance de una niña de seis o diez años ante la
presión psicológica que su padre le significa.(…)
(…)Cuando
Burguière se pregunta por la historia del incesto, está interrogándose en
realidad por la historia de los seres humanos que lo configuran y por quienes
sin participar activamente en él, lo observan y analizan. Para lo cual, sin
duda, precisamos recurrir al pensamiento complejo que Morin recomienda, para no
perder de vista el horizonte, repleto de interrogantes acerca de un tabú que se
trampea a sí mismo, multiplicándose en su transgresión.
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