La “ideología de género”. ¿Sólo una alusión despectiva?
© Sara
Mateos Sillero
Fuente:
http://www.mujeresenred.net/spip.php?article2068
Seguramente
habéis escuchado a determinados sectores referirse al feminismo como “ideología
de género”. Ha aparecido en los medios, por ejemplo, con motivo de críticas a
la Ley de violencia de género, la Ley de igualdad, o a la asignatura de
Educación para la ciudadanía. Se lo hemos escuchado a los obispos, a medios
propios o afines al Vaticano, a los grupos “pro-vida”, al Foro de la Familia;
podemos encontrarlo en investigaciones académicas y congresos universitarios al
respecto como en la Universidad de Navarra. También a partidos que se denominan
“progresistas” como UPyD, a las plataformas de quienes defienden la masiva
existencia de las denuncias falsas en violencia de género (según el Ministerio
Fiscal suponen el 0,0104% en 2011) y la discriminación de los varones en el
ordenamiento jurídico; a algunos magistrados de la Audiencia Nacional. De forma
más distendida, también hemos escuchado o leído el apelativo “feminazi” para
referirse a las personas que defienden, o las políticas que postulan, la perspectiva
de género.
Y todos
los escenarios coinciden en que la igualdad (en países occidentales) está
superada y por tanto, fomentan de la idea de la “guerra de sexos” y el
revanchismo.
Pero la
“ideología de género” (o feminismo de género, o feminismo radical) no es sólo
una forma de referirse al feminismo. Se está aludiendo a un minucioso trabajo
de desconfiguración del mensaje feminista. Tiene detrás todo un entramado
teórico, que se gesta en la doctrina vaticana, pero que no es exclusiva de ésta
y sus acólitos, se presenta en más escenarios. Vayamos por partes.
El
origen podemos situarlo en Pekín en 1995. Ahí tuvo lugar la cuarta de una serie
de Conferencias Mundiales sobre la Mujer organizadas por las Naciones Unidas.
En esta IV Conferencia la conclusión más importante, y que supone un paso
fundamental para el avance de la igualdad entre mujeres y hombres, es la
consideración de que los problemas que repercuten a las mujeres no pueden
tratarse de forma aislada (con políticas específicas sobre la población femenina)
sino que se trata de un problema estructural, de cómo están organizadas las
sociedades, y que todo ello está interrelacionado.
La
herramienta para llevar a cabo este análisis es el concepto de género, cuyo uso
podemos decir se institucionaliza a partir de esta Conferencia, y que se define
como “la forma en que todas las sociedades del mundo determinan las funciones,
actitudes, valores y relaciones que conciernen al hombre y a la mujer. Mientras
el sexo hace referencia a los aspectos biológicos que se derivan de las
diferencias sexuales, el género es una definición de las mujeres y los hombres
construido culturalmente y con claras repercusiones políticas”.
Pero la
aceptación de esta forma de analizar la realidad y del propio concepto de
género tuvo serias resistencias, por parte de los países islámicos y del
Vaticano. Para la Iglesia católica, este concepto no sólo es erróneo, sino que
es peligroso por sus alcances deconstructivistas, además de suponer un ataque
directo a conceptos que como veremos vehiculan todo el discurso vaticano:
familia, maternidad, matrimonio…
Fruto
de esa oposición y el trabajo desarrollado por la Santa Sede para presentar en
la cumbre a este respecto, surge un movimiento contestatario, activo y
explícito, hacia los postulados feministas, que esos sectores denominan “de
género”, por parte tanto de la doctrina Vaticana como de medios de comunicación
propios y afines.
El Papa
Juan Pablo II expone la postura oficial del Vaticano en la Conferencia a través
de la Carta a las Mujeres. En esta Carta, se expresa además de la mencionada
postura en la cumbre mundial, la pretendida contribución de la Iglesia a la
“defensa de la dignidad, papel y derechos de las mujeres” (§1) , … a “devolver
a las mujeres el pleno respeto de su dignidad y su papel” para “… que la mujer
sea reconocida, respetada y valorada en su peculiar dignidad” (§6).
La
perspectiva de género cuestiona esa “peculiar dignidad” de las mujeres, esto es
las férreas bases teóricas del esencialismo femenino ligado a la maternidad
(sea ejercida o no), de la que deriva un “genio femenino” que predispone a las
mujeres a realizar (y realizarse en) determinadas tareas vinculadas a los
cuidados “del otro”, en el más amplio sentido del término. “No obstante el
hecho de que cierto discurso feminista reivindique las exigencias “para sí
misma”, la mujer conserva la profunda intuición de que lo mejor de su vida está
hecho de actividades orientadas al despertar del otro, a su crecimiento y a su
protección” (§13).
Sin
embargo, la preocupación no gira sólo en torno al estatus ontológico de las
mujeres, sino a las consecuencias que estos planteamientos tienen para el orden
social. En la Carta a los Obispos, documento doctrinal, podemos leer: “Esta
antropología, que pretendía favorecer perspectivas igualitarias para la mujer,
liberándola de todo determinismo biológico, ha inspirado de hecho ideologías
que promueven, por ejemplo, el cuestionamiento de la familia a causa de su
índole natural bi-parental, esto es, compuesta de padre y madre, la equiparación
de la homosexualidad a la heterosexualidad y un modelo nuevo de sexualidad
polimorfa” (§2). Ya que “toda perspectiva que pretenda proponerse como lucha de
sexos sólo puede ser una ilusión y un peligro, destinados a acabar en
situaciones de segregación y competición entre hombres y mujeres” (§14).
El Papa
Benedicto XVI, en su época cardenalicia sentenció: “La ideología de género es
la última rebelión de la creatura contra su condición de creatura”. El Consejo
Pontificio para la Familia advierte de que “El desafío más peligroso (para la
Familia) viene de la ideología de género, nacida en los ambientes feministas y
homosexuales anglosajones y ya difusa ampliamente en el mundo. Según dicha
teoría, el sexo biológico no tiene ninguna importancia; no tiene más
significado que el color de cabello. Lo que cuenta es el género, o sea la
orientación sexual que cada uno elige libremente y construye según los propios
impulsos, tendencias, deseos y preferencias. Se ha hecho célebre el dicho de
Simone de Beauvoir: “On ne naît pas femme; on le devient” (no se nace mujer se
hace)”.
Así que
es obvio que se sientan interpelados, y así lo expresan, porque existen
diferencias radicales (de raíz) de determinados planteamientos. Pero la
cuestión no está en que se opongan a los postulados feministas, sino en la
forma en que lo hacen a través de lo que denominan “ideología de género”.
Acudiendo a las fuentes deforman demagógicamente conceptos y planteamientos.
Para simplificar, diremos que partiendo de una premisa verdadera, el concepto
de género como construcción social del sexo, derivan las aspiraciones
feministas de igualdad entre mujeres y hombres a la aniquilación de cualquier
tipo de diferencia, confundiendo el concepto de igualdad con el de identidad,
la reivindicación de una maternidad libremente elegida con la de la
aniquilación de la maternidad, el género con la orientación sexual, etc.
Paralelamente
al desarrollo de la doctrina vaticana, decíamos que también se desarrollaba un
movimiento de apoyo a esta postura. Cabe destacar a Dale O´Leary, una de las
autoras más reconocidas en este ámbito a nivel internacional y que expresó su
oposición a esta cumbre en Gender Agenda: Redefining Equality. Y a quien
podemos encontrar no sólo en las publicaciones afines, sino en los propios
documentos eclesiásticos.
Mencionábamos
también el Congreso internacional sobre ideología de género de la Universidad
de Navarra, donde a través de un completo programa se debatió, en el marco de
una más amplia investigación, “la aplicación legislativa de la ideología de
género” en España, y algunas de cuyas conclusiones recoge este artículo de Alfa
y Omega “España, campo de pruebas".
A nivel
divulgativo, las y los expertos en “ideología de género” dicen cosas como que
detrás de la reivindicación del aborto hay una política de control de población
que pretende acabar con la reproducción humana sexual, sin entrar en las
repetidas acusaciones de la ONU de ser patrocinadora de una acción genocida por
fomentar el aborto. Hablan de que se pretende la legalización de la
“esterilización” como método anticonceptivo masivo o el aborto sin
condiciones[El feminismo de género. “Alguien tenía que decirlo”]. Aluden
constantemente a la pretensión de destruir la maternidad y la familia, y a la
consideración de la maternidad, por parte de las feministas, como un “mal a
evitar”. Investigan sobre terapias para «curar» la homosexualidad (de hecho
Dale O’Leary, investigadora de la Asociación Médica Católica de Estados Unidos,
representó también en la mencionada Cumbre de la ONU a la Asociación Nacional
para la investigación y la terapia de la homosexualidad).
Las
menciones pueden ser infinitas. Sólo en catholic.net podemos encontrar 469
artículo(s) relacionados, ni qué decir tiene la cantidad de documentos que
podemos ver en cualquier buscador o las muchas páginas que existen al respecto,
(por ejemplo ésta). Y cada punto merecería un análisis particular, pero la idea
es presentar una panorámica general. Una aproximación a un tema, cuya magnitud
nos la da la dimensión de su respuesta.
Si no
se trata sólo de una cuestión de nomenclatura con pretensiones despectivas,
merece la pena plantearse qué tipo de visión sobre la sociedad comparten
quienes abogan por la “ideología de género”. Más aún cuando el partido que está
en el gobierno participa de esta visión de forma más o menos docta. El mismo
partido que se opuso a la Ley de igualdad, a la de violencia de género o al
matrimonio homosexual, y que pone en serio riesgo avances conseguidos en
materia legal como la ley de plazos (Ley de salud sexual y reproductiva y de la
interrupción voluntaria del embarazo), que sintoniza legislativamente a España
con la mayoría de países de la Unión Europea.
Hemos
presentado dos escenarios donde se fomenta la “ideología de género”, uno lo
situaríamos en la propia doctrina vaticana, y otro en su entorno mediático
propio y afín.
Nos
queda otro por analizar, que podríamos definir de corte “progresista”, moderno,
al margen de la fundamentación vaticana explícita. Discursos pretendidamente
igualitarios, pero que también utilizan la “ideología de género”, poniendo el
acento en el revanchismo, y en la idea de que la igualdad que se pretende
actualmente es “contra los hombres”. Mencionábamos los desarrollados por UPyD o
plataformas por la igualdad que insisten en las masivas denuncias falsas de
violencia de género (según el Ministerio Fiscal, insistimos, suponen el
0,0104%), en la derogación de leyes sexistas basadas en la “ideología de
género”, como la Ley de violencia de género; o en la custodia compartida
impuesta, por ejemplo Projusticia.
La
desconfiguración del feminismo y su mensaje a través de lo que se ha denominado
la “ideología de género” comienza a gestarse en el Vaticano y su entorno a
partir de la cumbre de Naciones Unidas en Pekín en 1995, como comentábamos en
el post anterior. Pero hablábamos de que no era exclusiva de este escenario.
Esbozábamos otro que no se fundamenta explícitamente en su doctrina. Discursos
pretendidamente igualitarios, que utilizan la referencia a la “ideología de
género”, ponen el acento en el supuesto revanchismo de las mujeres y en la idea
de que la igualdad que se pretende actúa en realidad “contra los hombres”.
Es
importante tener en cuenta estos planteamientos ya que algunos de ellos son
compartidos en España por partidos como el PP y UPyD. En la fotografía podemos
ver a Rosa Díez y Toni Cantó (UPyD), y a Dolors Montserrat (PP) con miembros de
la Coordinadora de Entidades por la Igualdad -impulsada por la Plataforma del
exjuez Serrano- y con otros colectivos que apuestan por la custodia compartida.
Estos
partidos cuentan con versiones moderadas en algunos aspectos, por lo que
conviene entrar en los detalles. Así por ejemplo, UPyD en su programa electoral
lleva la custodia compartida, pero como opción preferente en los casos de
divorcio, no impuesta, y no aluden al Síndrome de Alienación Parental (SAP),
del que hablaremos a continuación. Y cuentan además con el halo de modernidad
que supone defender medidas de conciliación, la escuela de 0 a 3, o el fomento
de la paternidad responsable e implicada con la crianza. Sin embargo, a pesar
de que coinciden en estos últimos puntos con las reivindicaciones feministas,
parten de planteamientos de base que entran dentro de la consideración de la
“ideología de género” como el revanchismo a la que aludíamos antes. Incluso
podemos escuchar a algunos cargos públicos de estos partidos hablar de
denuncias falsas, o acudir al congreso anual sobre el SAP en Valencia, que
cuenta con el “inestimable apoyo” del gobierno autonómico, y que según leemos
en su web, ha sido declarado “de interés sanitario” por la Generalitat. Es
preciso recordar que a este Congreso sigue acudiendo como experto el psicólogo
Julio Bronchal, condenado por malos tratos.
El
ejemplo de quienes abogan por la existencia de la “ideología de género” lo
encontramos en asociaciones como Projusticia, o la Plataforma por la igualdad.
Esta última está presidida por el exjuez Serrano, inhabilitado diez años por
prevaricación dolosa, y que acaba de publicar La dictadura de género. Una
amenaza contra la justicia y la igualdad. Estas asociaciones basan sus
reivindicaciones en las consignas “Custodia Compartida por defecto, sí. –
Denuncias falsas, no. – Síndrome de Alienación Parental, no” y piden la
“derogación de las leyes sexistas basadas en la ideología de género”. En las
páginas web de estas plataformas pueden encontrarse referencias desde el
“feminazismo” al negocio de las casas de acogida y del maltrato, o al lobby
feminista cuyo poder alcanza a dominar la ONU y en España, incluso el poder
judicial; delirios que alcanzan el punto de relacionar al feminismo con ETA.
Cualquier
cosa es cuestionable, pero no cualquier argumento es aceptable.
La
gravedad no reside, por supuesto, en cuestionar si la ley de divorcio es
mejorable, o si la custodia compartida es la mejor opción en caso de divorcio. Lo
peligroso son los argumentos que utilizan para ello.
Entiendo
que en el imaginario colectivo la custodia compartida se vea como algo
deseable, y seguramente lo sea. “El problema, -como dice Miguel Lorente- no
está en el concepto, sino en cómo se aplica y cómo se materializa en la
práctica, y en ver si esa decisión supone un beneficio para los menores o una
ventaja para alguno de los progenitores”. En todo caso, no creo que deba ser
impuesta o por defecto, y que sólo debería darse en caso de acuerdo entre los
cónyuges. De hecho, el porcentaje de divorcios que presentan un conflicto por
la custodia está muy lejos de poder ser planteado como una generalidad, la
mayoría se resuelven amistosamente. Tampoco creo que todas las personas que
pretenden la custodia compartida en caso de divorcios contenciosos lo haga pensando
en términos monetarios, en la cuantía de la pensión o en la vivienda habitual,
o por pretensión de hacer daño a su expareja. Por lo que habría que analizar
cada caso particular, ver quién se ha responsabilizado de los cuidados del
menor antes del divorcio, si existe acuerdo entre los progenitores o no y por
qué, etc. Pero este, claro, es otro debate.
Lo
peligroso de este tipo de asociaciones y simpatizantes es qué tipo de
argumentos utilizan. Expondré algunos planteamientos, unos más explícitos, y otros
subyacentes en los argumentos de quienes hablan de “ideología de género”:
- i)
Las denuncias falsas. Afirman que “las denuncias falsas en procesos de
separación son actualmente un mal endémico” o una “lacra”. Falsedad que se
reproduce en los medios de comunicación sin ningún pudor. Sobre las denuncias
falsas no cabe debate. La Fiscalía General del Estado, en la memoria 2011,
expone “Durante 2010, las posibles acusaciones y denuncias falsas comprendieron
… el 0,0104 por 100” (p. 762).
El
0,01%. ¿Cómo es posible que se siga dando pábulo al “problema” de las denuncias
falsas?
Es muy
preocupante que los medios de comunicación en general, o que periodistas de
talla e influencia, como por ejemplo Carlos Herrera, sean cómplices, incluso
portavoces, de esta ignominia.
Cuando
existe una llamada de atención del Ministerio Fiscal advirtiendo de esta
falsedad explícitamente, y de que se está utilizando en diversos medios y
foros, sin que sea cierta, no es aceptable ni honesto plantearlo como una
cuestión de opiniones.
- ii)
El Síndrome de Alienación Parental (SAP). Este el segundo de los argumentos
omnipresentes en sus reivindicaciones.
El
supuesto SAP no está reconocido ni avalado por la comunidad científica. Ni la
por Organización Mundial de la Salud (OMS), ni por la Asociación Americana de
Psicología. En España, existe un pronunciamiento de la Asociación española de
neuropsiquiatría en contra del uso clínico y legal del SAP. Consistiría,
simplificando, en la manipulación de los hijos e hijas de uno de los progenitores
para ponerlos en contra del otro, y aunque lo planteen en términos neutros,
casualmente, el papel de progenitor alienador siempre corresponde a las madres
(de hecho su antecedente parece ser que es el “síndrome de la madre
maliciosa”).
A pesar
de esto, llega a utilizarse en sentencias judiciales. Ante este hecho, el
Consejo General de Poder Judicial, en su Informe sobre los problemas técnicos
en la aplicación de la ley de violencia de género, de enero de 2011, advierte:
“Se constata la presencia, en el ámbito de la Administración de Justicia de lo
que se ha dado en llamar SAP … que ha irrumpido pese a carecer de bases
científicas que lo avalen. … Pese que aparenta no tener sesgo de género, el
constructo corresponde a una de tantas acciones que surgen en la sociedad para
frenar el avance en la efectividad de los derechos de las mujeres”. Y
concluyen, resaltando el texto en negrita: “Se recomienda por ello que las
personas o instituciones responsables de la formación de los diferentes
colectivos profesionales que intervienen en el tratamiento de la violencia de
género estén alertas ante la presencia de esta construcción, eliminen los
contenidos formativos que aparezcan cargados de prejuicios y garanticen una
preparación de los profesionales con sólidas bases científicas”.
- iii)
Negación de la existencia de violencia “de género”. Se aboga por un “No a la
violencia en todas sus manifestaciones”.
Violencia
de género es violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres, por eso
un hombre no sufre violencia de género. Es necesario reiterar que existe una
legislación específica porque es un problema específico: a fecha de hoy han
sido asesinadas 52 mujeres en España durante 2012 a manos de sus parejas o
exparejas. Tener en cuenta el contexto no es victimizar a las mujeres ni
discriminar a los varones.
La
pretensión de estas asociaciones y plataformas, que encuentran ya acogida en
partidos como el PP y UPyD, es igualar el grave problema de la violencia contra
las mujeres con el de varones asesinados por sus parejas, u otros miembros de
la unidad familiar, sin tener en consideración la variable género en el
análisis. Como ya hemos mencionado en otras ocasiones, los estudios sobre la
violencia ejercida contra las mujeres han demostrado una peculiaridad de este
tipo de violencia, tal y como se entiende que es particular la violencia que
ejerce, por ejemplo, un grupo terrorista. El tratamiento legal es distinto,
siendo todo tipo de violencia igual de condenable.
La
cuestión de la violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres es tan
ideológica como lo son los Derechos Humanos. Las Naciones Unidas tienen todos
los argumentos al respecto.
Por
otro lado, aludir a la inoperancia de la ley porque siguen existiendo casos de
violencia es tan consistente como pedir que se deroguen las leyes que penan los
robos, el fraude fiscal o los accidentes de tráfico porque éstos siguen
existiendo.
- iv)
La idea de que la igualdad es de sentido común, o que la sociedad avanza sola
en estas cuestiones sin necesidad de intervención.
Por
ejemplo, Toni Cantó, en una aplaudida y reproducida intervención, que aparece
casi sin excepción en las páginas web de estas plataformas, dice que habría que
diferenciar “qué se le debe a las leyes [de igualdad] del gobierno o qué se le
debe simplemente a la sociedad española, a su impulso, a todo lo que ha
evolucionado gracias a la educación”.
Como
dice Amelia Varcálcel, “no conozco casi nada que sea de sentido común. Cada
cosa que se dice que es de sentido común ha sido producto de esfuerzos y luchas
de alguna gente por ella”. El feminismo del derecho al voto y demás derechos
políticos y civiles, el que ha dado como resultado la igualdad legal en las
sociedades occidentales, curiosamente ahora sí se presenta por los partidarios
de la “ideología de género” como el feminismo real, en oposición al actual que
denominan “de género”. Como si el feminismo hubiera contado en algún momento
con el apoyo de los poderes establecidos. Cada conquista, alguna de ellas en
constante cuestionamiento, es el resultado de la lucha activa de los
movimientos feministas. Que las mujeres podamos trabajar, casarnos con quien
queramos y si queremos, ir a la universidad, o que se incluyera el sexo como
categoría explícita de no discriminación en la Declaración de los Derechos Humanos,
es el resultado de estas luchas, no concesiones bondadosas ni otorgamiento
divinos.
- v)
Esta idea de que la igualdad viene sola y no es necesaria intervención alguna,
una vez que ya hemos conseguido la igualdad legal, nos lleva directamente a
plantear las reivindicaciones actuales, en su mayor parte, como revanchistas y
“contra las hombres”. A interpretar, a pesar de la desigualdad estructural de
las mujeres que nos ofrecen los datos, algunas posturas feministas como un
intento de victimizar a las mujeres. O a rechazar de plano, en nombre del
avance de las mujeres, por ejemplo, las cuotas como una opción legítima u otras
medidas de acción positiva.
Medidas,
también las de acción positiva, que están impulsadas por la misma Unión Europea
con la que UPyD dice estar de acuerdo en sus estrategias. Por lo que no podrían
mantener, menos aún pidiendo “rigor”, como dice Toni Cantó en la mencionada
intervención, que la igualdad que se construye es “contra los hombres”. El
reconocimiento de una desigualdad real a pesar de la igualdad legal, forma
parte del razonamiento que lleva, en este caso a la UE, a instar a los
gobiernos a eliminar las barreras que siguen existiendo y que suponen un freno
a la igualdad efectiva de las mujeres. Y que por su puesto, inspira la ley de
violencia de género, o la de igualdad. Pretender convertir esto en una
discriminación o tildarlo de revanchista, supone obviar toda la legislación y
jurisprudencia que avala esta postura. Los argumentos jurídicos para negar la
discriminación de los varones en el caso de la ley de violencia de género se
recogen en la Sentencia del Tribunal Constitucional 59/2008, de 14 de mayo de
2008, en la que se declara la constitucionalidad de la misma.
- vi)
Por último, estos planteamientos también llevan a la equiparación del feminismo
con el machismo. Como podemos leer, por ejemplo, en el manifiesto de la
Plataforma por la igualdad: “Ese feminismo que no cree en la igualdad, que se
ha tornado en radical y defiende posiciones tan totalitarias y sectarias que ha
conseguido ponerse al nivel del machismo más rancio y posesivo. No hay
diferencias entre ellos”. Situándose a la vez, este tipo de plataformas, como
garantes de la igualdad “real”.
Hay que
tener muy en cuenta además el juego del lenguaje. Cómo se apropian de conceptos
como “igualdad real” o “violencia estructural”, contribuyendo a confundir
todavía más a la sociedad. Es fundamental desmontar este tipo de planteamientos
de fácil calado, que suponen una barrera para el conocimiento de la realidad, y
por tanto, para la concienciación de la ciudadanía. Por ello es tan importante
el papel de los medios de comunicación; el papel de las personas que desempeñan
un cargo público, quienes tienen la responsabilidad de hablar con propiedad y
conocer, más allá “del sentido común”, los temas sobre los que pretenden crear
opinión o legislar, y quiénes les asesoran.
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