Microlesbofobias y microactivismos

El viernes tuvimos un día flojo en la oficina porque no estaba mi jefa y cuando no viene ella trabajamos lo mismo pero más relajaitas (a mi jefe le da igual que no hagamos mucho siempre y cuando cumplamos con los plazos de entrega para nuestros clientes). Contesté emails, preparé varios informes mientras seguía la apertura de los juegos olímpicos de Sochi online, fui a comprar algo para comer, seguí trabajando y me puse a hablar con una de las diseñadoras con las que trabajo sobre sus planes para el fin de semana porque se iba a Carolina del Norte. Yo le dije que tenía pensado "femme up", a saber: cortarme el pelo, depilación variada y hacerme las uñas (manicura y pedicura) y no tenía muy claro si iba a cortarme el pelo como lo tengo ahora (quiero pensar que a lo Kardashian aunque me temo que es más bien una mezcla de Rey León con el gordo de Harry Potter porque tengo mucho pelo y muchísimo volumen) o hacerme un bob o un pixie cortito. En eso que se mete en la conversación otra diseñadora y me dice "no te lo cortes muy corto que vas a parecer una bollera". Muerta me quedé.

La diseñadora que me soltó eso sabe perfectamente que soy lesbiana y, para más inri, femme. Los dos cortes de pelo de los que estábamos hablando (bob y pixie) no son precisamente cortes de pelo que les veas aquí a las butches que se hacen cortes militares o se rapan al cero; es decir, no son cortes de pelo que puedan dar el cante por "bolleriles".

Me quedé un poco tocada. Primero, porque ella haría el comentario sin maldad y sin darse cuenta de lo que me estaba diciendo, pero lo que me estaba diciendo o recordando indirectamente era gordo: en esa oficina se me tolera porque soy lesbiana, pero no lo parezco. Y hasta aquí puedo leer que me pierrrrrrdo (algun@s sabéis el tema de la recepción en la mansión del alcalde y Stonewall en junio del año pasado - cuando pueda lo contaré "en abierto").

Segundo, porque me quedé callada. No supe qué responderle. Ella se giró para seguir trabajando y yo seguí hablando con la otra diseñadora pensando: "¿de verdad me ha dicho lo que creo que acaba de decirme?".

Tercero, porque me faltaron (y me faltan) ovarios para preguntarle a la diseñadora lesbófoba si puede hablar conmigo un momentito y decirle que no hace falta que me corte el pelo así o asá para parecer una bollera porque ya lo soy y que la palabra bollera (me dijo "dyke", pero bueno) es tan políticamente incorrecta como un "faggot" y estoy convencida que ella, tan educadísima, fina y exquisita como es nunca dejaría que la palabra "faggot" saliera de su boca. ¿Por qué no le digo nada? Porque mi oficina es la leche y no quiero que el comentario llegue a oídos de mi jefa y acabar yo de patitas en la calle por sensible, problemática o lesbiana. Repito que hay algo que me estoy callando que ya contaré "en abierto" cuando pueda.

Cuarto, porque una amiga me dijo el viernes que mi falta de ovarios fue una oportunidad perdida estupenda para hacer activismo "a pie de calle" y educar a gente ignorante. No me dijo esto que voy a escribir a continuación, pero yo me lo tomé como que me estaba echando en cara que soy muy feminista y muy echada p'delante de cara a la galería pero luego me quedo callada cuando me pasa algo a mí "en directo". Y me quedé echa polvo por llevar todo el día dando por culo con el tema de Sochi 2014 en twitter y facebook y no haber sabido reaccionar a un ejemplo de microlesbofobia "en vivo y en directo".

Esa noche en el tren camino de casa caí en la cuenta de que nadie nace aprendido. Amoave: si yo hoy sé pararle los pies a un tío cuando me dice que no puede creerse que sea lesbiana porque soy muy guapa, si sé qué contestarle a un tío cuando me pregunta algo que nunca le preguntaría a un hombre o a una mujer heterosexual (¿qué nos gusta a las lesbianas en la cama? ¿quién es el tío? ¿echamos de menos a un tío en la cama?), si sé cómo pararle los pies al Rodolfo Valentino de turno cuando me sale en el tren o en el metro… es a fuerza de lidiar con neandertales aquí y allí. Al principio seguramente me quedaría callada, no sabría qué contestarles, pero hoy en día, por suerte o por desgracia, el día que no me apetece ignorar testosterona sé cómo tengo que contestarles para que me dejen en paz o no vuelvan a hacerme preguntas estúpidas.


Y con esto que me pasó el viernes lo mismo. La próxima vez que alguien que sabe perfectamente que soy lesbiana me diga que no me corte el pelo así o asá o, por extensión, no me ponga esto o aquello porque voy a parecer una bollera ya tengo la respuesta preparada ("ese es precisamente el look que voy buscando" o "¿ah es que no parezco una bollera sin cortarme el pelo?"). 

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