Shangay Lily: El abanderado de la homofobia

© Shangay Lily, Público

Mientras la ONU, la mayoría de los países democráticos y hasta el buscador de Google da un paso al frente denunciando la persecución de homosexuales en Rusia, esta España del PP ha elegido con gran acierto su abanderado en Sochi: el patinador Javier Fernández ha dado el patinazo de su vida recomendando a los gays “que se corten” como solución a la criminal homofobia en Rusia. Esto lo dice un individuo que patina de la guisa que vemos en la foto. ¿Quieres decir que cuando la norma te permite ir de locaza sobre hielo entonces no hay que cortarse o que siempre hay que ser mediocre y comportarse como manden en cada ambiente? Porque que alguien que se gana la vida con un deporte que han intentado hasta retirar de los juegos olímpicos por ser demasiado afeminado venga a decirnos que nos cortemos es como si el indio de los Village People nos viniese a hablar de discreción. Bonita, ¿cuándo dices que nos cortemos te refieres a las venas, a que se suiciden para no crearte problemas o a que nos automutilemos? Porque todo eso y mucho más, por increíble que te parezca a ti que tienes la suerte de vivir en una sociedad que ellos conquistaron, llevamos siglos haciéndolo para castigarnos por ser diferentes, por el enorme pecado de sentir, de amar, de vivir. El armario que tú, querido mocoso homófobo, nos recomiendas es el que llevamos siglos combatiendo para evitar la muerte en vida para que gentuza como tú se sienta más cómoda, menos molesta o en situaciones embarazosas como la de evidenciar quienes son: si cobardes, ruines, egoístas que jamás harán nada por nadie más que ellos mismos o un ser humano algo más evolucionado que defiende o apoya al de al lado cuando le discriminan injustamente.


¿Cuál de los dos eres tú, querido abanderado de la homofobia? Evidentemente eres de los primeros. Cuando has tenido la oportunidad de hacer algo grande, realmente grande, no ganar una medallita por ser obediente y nutrir el ego de cuatro, sino dar ejemplo de valentía, de solidaridad, de evolución de la especie humana, hacer sentirse orgullosos a tus conciudadanos por ser representante de una nación más avanzada en derechos humanos (el gran rasero de la evolución de la especie desde la caverna hasta la ágora, en definitiva), en ese momento has elegido recomendar a los oprimidos, torturados, perseguidos, que se escondan, que olviden sus derechos, que se avergüencen de existir, que refuercen la vergüenza, el oprobio.

Pero no tenemos nada que ocultar, nada de lo que avergonzarnos, querido abanderado de la homofobia. Algunos de los mayores avances de la humanidad vinieron de grandes homosexuales que no negaron su homosexualidad, que no disimularon, que no se cortaron un pelo, como Alan Turing, el padre de los ordenadores, de la calculadora y uno de los principales responsables de que se ganase antes la Segunda Guerra Mundial y se salvasen millones de vidas al descifrar el código nazi Enigma, y todo esto lo hizo sin renegar jamás de su homosexualidad, por eso le mataron obligándole a elegir entre la cárcel o la castración química por ser homosexual, lo que le llevó al suicidio. Y muchos otros y otras, como las que se enfrentaron en Stonewall a la policía y ganaron nuestros derechos, o Quentin Crisp, o Oscar Wilde, o Alejandro Magno, o tantos héroes y heroínas anónimos…

Pero tú de eso no sabes nada, querido abanderado de la homofobia, porque lo único que te importa es ganar, tu ego, y eso has aprendido a hacerlo obedeciendo, cumpliendo las normas sin cuestionarlas jamás. Es triste ver la falta de solidaridad, generosidad y valentía que se ve en los deportistas tras escuchar tantas veces esas arengas sobre la solidaridad, camaradería y espíritu común que instauran los deportes (nadie habla del negocio, el enfrentamiento malsano y la competitividad).

Quizás el problema sea que alguien que debería sentirse muy cercano a la discriminación de los gays tras vivir la ridiculización y chistes sobre la falta de hombría del patinaje artístico sienta la necesidad de compensar esto poniéndose del lado del opresor para separarse del oprimido. ¿Estás intentando sobrecompensar alejándote de los homosexuales a los que te intentan unir los que ven poco masculino tu deporte? No serías el primero.

Porque así es como funciona la homofobia, así es como ha funcionado siempre, desde la hipocresía que niega la opresión que está ejerciendo, desde el aislamiento, desde el estigma y la invisibilización, quitando importancia a la vida del diferente: ¿qué te cuesta no vivir tu vida, obligarte a vivir una mentira, asfixiar tu esencia para que yo no me meta en problemas o me sienta mal por estar asesinándote en vida? Llevamos siglos escuchando ese criminal comentario: que no se te note. Fíjate qué atrozmente criminal puede ser para nosotros un pequeño y perezoso comentario tuyo. Con esas pocas palabras has sesgado vidas, has propiciado que un adolescente o un niño o niña que estaba frente al televisor una tarde viendo las noticias asuma que hay algo malo, raro, peligroso, que hay que esconder, en su natural afecto por los de su mismo sexo… y esa semilla que tú has plantado, querido abanderado homófobo, irá creciendo con otras pequeñas puñaladas verbales y acabará por llevarle un día a su baño, a intentar cortase un poco con una cuchilla de afeitar en las venas, para dejar de sentir esa dolorosa exclusión, esa sofocante presión en su pecho, esa tristeza de verse solo, ignorado, castigado por sentir… sólo por sentir.

Y ni hablemos de los adolescentes rusos que están siendo torturados, humillados, asesinados en este momento, en plena vía pública, porque una ley asquerosa que Putin y la Duma han aprobado para dar licencia para perseguir, torturar y asesinar a cualquier homosexual por el mero hecho de serlo alegando que es pederasta per se (la Iglesia tiene tanto que callar y ofrecer en el tema), con esa hipócrita y falsa estrategia de intentar asimilar al homosexual transparente, que no oculta nada, con el reprimido (la Iglesia tiene tanto que callar y ofrecer en el tema) que abusa de niños a oscuras y luego insulta a los homosexuales, por no mencionar a los heterosexuales que abusan de niñas (la inmensa mayoría por porcentaje, a pesar de que la derecha, los medios y la Iglesia lleve décadas con una campaña para asimilar pederastia y homosexuales, como en Rusia).

Pero tú de todo esto no sabes nada, querido abanderado de la homofobia, tú tienes bastante con elegir una licra mona que te dé puntos. Y si al lado (o dentro) está muriendo lentamente de tristeza y soledad un deportista, o un hermano, o un tío, o un entrenador o un niño que veía la tele, qué más da. Tú llevarás la bandera de España sabiendo que sólo representas a los homófobos. Aunque en tu país se haya aprobado el matrimonio homosexual y la constitución condene la discriminación.

¿Qué será lo siguiente, querido abanderado de la homofobia, que las mujeres se corten un poco y no vayan de iguales por la vida? Prueba con ése, es un mensaje igualmente conocido. Que van como putas…. o maricones. Y es que en el fondo de la homofobia siempre está la misoginia.

Todavía puedes pedir disculpas y el día que lleves la bandera ponerte una bandera gay en el pecho. Eso sí que es una medalla para la humanidad. Se llaman Derechos Humanos, así, en mayúscula.

PD: Sobre tu supuesta “disculpa” (que no lo es), podrías tener la humildad y decencia de reconocer el daño que has hecho y no atribuirlo a “malinterpretaciones” ( o sea que encima somos tontos y no nos enteramos). Sumar a esto que nunca hayas tenido problemas con los homosexuales (no sé por qué habrías de tenerlos) no dice nada bueno de ti, sino de los homosexuales. Y para terminar, que ahora vayas de víctima tras el daño que has hecho es insultante. Repito que la única disculpa real sería que te pusieses una bandera gay en el pecho cuando pasees la española esta tarde. Sigues sin decir que los homosexuales deben estar orgullosos de serlo como cualquier otra persona y condenar la homofobia en Rusia (cosa que aún no has hecho).


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