La época oscura: El ascenso de Hitler y Stalin

* * copiado tal cual del folleto "La lucha por la liberación gay y lesbiana" de Marçal Solé y Paso Gredilla

"El retroceso reviste formas de asquerosa hipocresía y va mucho más lejos de lo que exige la dura necesidad económica. El motivo más imperioso del culto actual a la familia es, sin duda alguna, la necesidad que experimenta la burocracia de una jerarquía estable de las relaciones sociales y de una juventud disciplinada por cuarenta millones de hogares que sirvan de puntos de apoyo a la autoridad y al poder." León Trotski, La revolución traicionada (1936)

La década de los 30 fue una de las peores épocas para los socialistas. Ésta fue la década en la que el fascismo se asentó en el poder en Alemania, en Italia y en el Estado español y significó también el dominio final de Stalin en Rusia y en el movimiento comunista internacional.

Alemania había sido el corazón del movimiento gay; también había tenido el mayor partido comunista fuera de Rusia y un partido socialdemócrata de masas y, sin embargo, Hitler llegó al poder.

Los nazis se habían servido de gays dentro de las tropas de asalto (SA) que ayudaron a éstas a hacerse con el control de las calles. Pero en "la noche de los cuchillos largos" las SA fueron eliminadas por las SS, que se convirtieron en el principal instrumento de terror.

Cualquier ilusión de que los nazis pudieran ser indulgentes con los gays, aunque muchos de sus primeros dirigentes lo hubieran sido, quedaron salvajemente disipadas. Tres semanas después de la llegada de Hitler a la cancillería, en enero de 1933, las organizaciones de defensa de los derechos gays fueron prohibidas. El Instituto de Hirschfeld fue atacado e incendiado. Cualquier tipo de 'actividad indecente' entre hombres quedó criminalizada. El mero hecho de figurar en la agenda de algún homosexual detenido era motivo de arresto. En 1937, Himmler, el jefe de las SS, ordenó el envío a los campos de concentración de todos los SS que mantuviesen prácticas homosexuales y, en 1941, un decreto de Hitler, destinado a mantener la pureza en las SS y en la policía, prescribía para aquellos la pena de muerte.

Los nazis atacaron no sólo a los judíos, sino también a los gays, socialistas, gitanos y sindicalistas, que pasaron a formar parte de los millones de personas que murieron en los campos de concentración. Millones de vidas se perdieron en las cámaras de gas, entre ellas las de miles de gays. El triángulo de color rosa fue el símbolo que diferenciaba a los gays de los demás prisioneros de los campos.

También en la URSS los acontecimientos tomaron un curso siniestro. A finales de los años 20, Stalin lanzó un programa de industrialización forzado para posibilitar al Estado soviético competir con el capitalismo occidental en su propio terreno. Todas las victorias de la revolución fueron anuladas y los altos costos de la industrialización fueron soportados por la clase trabajadora y los campesinos rusos. Los derechos de los trabajadores y sus organizaciones fueron aplastados, mientras las condiciones de vida y trabajo no dejaron de empeorar. De las cenizas de la revolución estaba surgiendo una nueva forma de capitalismo: El capitalismo de Estado. La burocracia surgida del partido comunista se convirtió en la nueva clase dirigente.

Ya en 1928 comenzó a verse el giro del Estado soviético en referencia a la cuestión homosexual. El Dr. Nikolai Pasche-Oserski anticipó el pésimo futuro, al afirmar que la homosexualidad era un 'peligro social en potencia'. Atacó también las conquistas de las mujeres y entre ellas, y de manera especial, la del aborto.

En el Congreso Internacional de la Liga Mundial por la Reforma Sexual de 1929, realizado en Londres, la delegación soviética ya no hizo ninguna mención a la cuestión homosexual, y en el Congreso del año siguiente, Batkis, el redactor de La revolución sexual en Rusia , al que hacemos referencia en el capítulo anterior, se vio forzado a adoptar una posición totalmente defensiva en lo referido, tanto a la cuestión de la homosexualidad como a la del aborto.

A medida que la revolución había ido degenerando, en la década de los 20, las conquistas de las mujeres habían sufrido una erosión progresiva. El proceso revolucionario de la eliminación de la familia había sido completamente interrumpido. La contrarrevolución de Stalin fue más allá y promovió la familia como una de las instituciones centrales del nuevo estado burocrático y represivo.

En un editorial de Pravda se dejaba muy clara la posición del Gobierno, con respecto a la homosexualidad y a la condición de la mujer. Se decía que: " La élite de nuestro país, lo mejor de la juventud soviética, está integrada, como regla general, por excelentes padres de familia que aman apasionadamente a sus hijos. Y viceversa: el hombre que no se toma en serio el matrimonio, y abandona a sus hijos a los azares del destino, acostumbra a ser un mal trabajador y un dudoso miembro de la sociedad...". El mismo editorial continuaba: " hace tiempo que la paternidad y la maternidad son virtudes de nuestra patria. Es algo que salta a la vista, que no necesita ninguna investigación. Basta pasear por los parques y las calles de Moscú, o de otra ciudad de la Unión Soviética, un día de fiesta, para ver la multitud de jóvenes que pasean llevando en brazos a sus hijitos bien alimentados y de sonrosadas mejillas".

A inicios de los años 30, se pasó a la acción y, al mismo tiempo que las purgas del Partido, comenzó la discriminación, la vigilancia y la detención masiva de homosexuales. Entre los detenidos, figuraban grandes personalidades del mundo literario, artistas y músicos. La defensa acérrima de la homosexualidad, llevada a cabo por parte de viejos revolucionarios, como Clara Zetkin, no fue suficiente para frenar la situación y todos aquellos que eran detenidos podían ser condenados a varios años de cárcel o al exilio siberiano. Esos arrestos generalizados produjeron una oleada de pánico entre los gays soviéticos, y fueron seguidos, tristemente, por numerosos suicidios, incluso en el propio Ejército Rojo.

A partir de marzo del 34, con la introducción de una nueva ley en el código penal, los actos homosexuales fueron castigados con hasta ocho años de cárcel. La ley, que fue promulgada en forma de estatuto federal, fue el resultado de la intervención personal de Stalin, y fue rápidamente insertada en todos los códigos existentes en las repúblicas, sin posibilidad de modificación alguna.

La prensa soviética emprendió una campaña contra la homosexualidad, que calificó de signo de degeneración humana. Uno de los personajes que trató con más brutalidad la cuestión homosexual fue Máximo Gorki, que en su artículo Humanismo proletario argumentó: "En los países fascistas, la homosexualidad, azote de la juventud, florece sin el menor castigo; en el país donde el proletariado ha alcanzado el poder social, la homosexualidad ha sido declarada un delito social y es severamente castigada. En Alemania ya existe un lema que dice: 'Erradicando a los homosexuales, desaparece el fascismo'".

Pero, ironías de la historia, en junio de 1934, sólo tres meses después de que Stalin promulgase ese estatuto contra la homosexualidad, Hilter llevó a cabo la eliminación de todos los dirigentes homosexuales de las SA, empleando argumentos muy parecidos a los que Stalin utilizaba para justificar la persecución de los homosexuales en la Unión Soviética.

Mientras, en la URSS, los estalinistas comparaban la homosexualidad con la decadencia de la ideología del hombre burgués y con una perversión fascista, los fascistas y el gobierno de Hitler calificaban los actos homosexuales de producto de una desviación de la pureza moral y de una muestra de bolchevismo sexual.

La resistencia a la contrarrevolución fue resuelta por la burocracia estatal, nueva clase dirigente en la URSS, con campos de trabajo forzado, exilio y ejecuciones. Millones de personas murieron en ese proceso en los campos de Siberia.

Transformar un partido de la clase trabajadora en una nueva clase dominante, sólo fue posible con la eliminación de todos aquellos miembros del partido que aún seguían fieles a los principios revolucionarios de lucha por la liberación y de socialismo desde abajo. Éstos fueron expulsados del partido, exiliados o asesinados. Una vez más, la derrota de la clase trabajadora, que supuso el ascenso de Stalin al poder, significó también la derrota para miles de gays y lesbianas.


El efecto del estalinismo en la izquierda desde los años 30 hasta nuestros días no puede ser subestimado. Éste destruyó la memoria del socialismo desde abajo, del socialismo como creación de la clase trabajadora, de la lucha por la liberación sexual. Para el movimiento gay en particular, supuso, aparte de su destrucción, la ruptura de éste con la tradición socialista. La memoria de lo que supuso la revolución rusa, que fue bautizada por Lenin como un «festival de los oprimidos», quedó totalmente borrada. La tarea de mantener viva la tradición marxista pasó durante aquellos años a pequeños grupos aislados. Marginados como estaban, sus ideas sobre revolución y liberación sexual quedaron prácticamente adormecidas, hasta el estallido de las revueltas de la década de los 60.

Comments

Popular Posts