La situación del aborto en El Salvador
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copiado tal cual del informe "Al borde de la muerte. Violencia contra las
mujeres y prohibición del aborto en El Salvador" de Amnistía Internacional
- "Somos
muchas y no vamos a descansar hasta que no haya feminicidios, hasta que la despenalización
del aborto no sea un sueño" (J, joven activista de los derechos de las
mujeres y niñas, entrevista con Amnistía Internacional, marzo de 2014).
A pesar
de los avances logrados en los derechos de la mujer en las últimas décadas, las
mujeres y niñas de El Salvador siguen afrontando multitud de barreras
sociopolíticas, económicas y culturales para hacer plenamente realidad sus
derechos humanos, especialmente los relacionados con sus decisiones en materia
sexual y reproductiva. La discriminación y la desigualdad de género
persistentes en la sociedad salvadoreña son la causa de que las mujeres y niñas
no puedan ejercer sus derechos humanos. Esto es evidente en las creencias en
torno a qué constituye una conducta aceptable para mujeres y niñas, en los
estereotipos sobre la función principal de la mujer como madre, en que las
niñas son consideradas portadoras de hijos en potencia, en la sexualidad
adolescente y en las actitudes hacia la actividad sexual prematrimonial. Las constantes
de discriminación y desigualdad que afectan a la vida de las mujeres y niñas
determinan también la respuesta legal y social a las cuestiones que les atañen,
frenan el desarrollo de su empoderamiento y refuerzan el continuo de violencia.
Estos estereotipos
discriminatorios siguen estando profundamente arraigados en una cultura conservadora
y patriarcal que aún relega a las mujeres al ámbito de la reproducción social; una
cultura promovida ampliamente, en parte, por fuerzas conservadoras, como la
jerarquía de la iglesia católica. Dichos estereotipos han influido
negativamente en el desarrollo de leyes, políticas y prácticas, como la
prohibición total del aborto y su penalización, y la respuesta de los sistemas
de salud y de justicia penal.
Cada año,
la prohibición total y la penalización del aborto niegan a miles de mujeres y
niñas de El Salvador sus derechos y decisiones. Todas las mujeres y niñas,
independientemente de las razones que tengan para querer abortar, tienen
prohibido hacerlo. Este servicio de salud esencial se niega a mujeres y niñas
cuya salud o su vida corre peligro, o que han sido violadas. Quienes tienen
recursos económicos limitados no pueden acceder a la información sobre salud
reproductiva o a la atención a la salud materna de calidad, y la educación
sexual y los métodos anticonceptivos para niñas y mujeres jóvenes son
inexistentes. Estas restricciones son violaciones graves de los derechos
humanos de las mujeres y niñas y deben abordarse con carácter urgente.
Debido
a la penalización del aborto en todas las circunstancias, las mujeres y niñas
que tienen un embarazo no deseado se enfrentan a dos opciones: cometer un
delito abortando o seguir adelante con el embarazo no deseado. Ambas opciones
tienen consecuencias para toda la vida y podrían ser devastadoras. El problema
se ve exacerbado por la inexistencia de una educación sexual integral en el
sistema educativo del país y por la dificultad que experimentan los y las
jóvenes, en especial, para obtener métodos anticonceptivos modernos y de
calidad.
La
influencia negativa de los estereotipos de género en el sistema de justicia
penal es patente cuando las mujeres tratan de defenderse de los cargos de
haberse sometido a un aborto. En estos casos, como se documenta en este
informe, las mujeres y niñas experimentan la discriminación de género, y
algunas sufren la misma violencia institucionalizada que las colocó en estas
circunstancias.
Las
obligaciones en materia de derechos humanos exigen que El Salvador prevenga
esta discriminación y esta violencia de un modo que aborde las causas
subyacentes de la marginación sistémica de las mujeres y niñas en todos los
niveles de la sociedad y en todas las circunstancias, sean públicas o privadas,
incluidos los contextos político, familiar, de atención a la salud, educativo,
judicial y administrativo.
En
1997, la Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó una ley que prohíbe todas
las formas de aborto, tipificando como delito el que la mujer se someta a un
aborto y el que cualquier persona la ayude a lograrlo o realizarlo. Las mujeres
declaradas culpables de interrumpir el embarazo pueden ser condenadas a largas
penas de prisión. La condena suele basarse en pruebas deficientes o poco
concluyentes, tras juicios sin garantías. Esta prohibición niega el acceso al
aborto sin riesgos y legal a las mujeres y niñas embarazadas como consecuencia
de una violación o cuyo embarazo entraña un riesgo para su vida y su salud. Los
efectos de esta ley no son sino violencia institucionalizada y equivalen a
tortura y otras formas de malos tratos.
La
legislación ha tenido también como resultado obligar a las mujeres y niñas a
someterse a abortos clandestinos, lo que aumenta el riesgo para su vida y su
salud. Las mujeres con menos recursos son quienes más sufren; sus posibilidades
de viajar a otros países para someterse a un aborto o de pagar el tratamiento
en una clínica clandestina privada son menores, y hay más probabilidades de que
recurran a medicamentos obtenidos ilegalmente o a peligrosos productos químicos
agrícolas con la esperanza de interrumpir el embarazo. Algunas, en su
desesperación, se quitan la vida.
La ley
antiaborto ha creado sospechas y discriminación de la mujer. Algunas mujeres embarazadas
que llegan al hospital con hemorragias u otros problemas a causa de un aborto espontáneo
o de un aborto mal practicado pueden ser enjuiciadas penalmente y encontrarse con
que son declaradas culpables de delitos graves como el homicidio y condenadas a
largas penas de prisión basándose en pruebas deficientes o poco concluyentes, a
menudo tras juicios sin garantías.
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