Mariana Carbajal: Cuando el consentimiento NO importa
© Mariana
Carbajal, Página 12
- Son
alumnos de los colegios más caros de la zona. Están acusados de abusar de dos
chicas en una casa donde se festejaba un cumpleaños. El miércoles se decide si
van a juicio. Una situación que se repite: chicas abusadas o violadas por
compañeros o conocidos al salir de un boliche o en una escuela.
Dos
alumnos de uno de los colegios bilingües más caros de Lomas de Zamora están
imputados por el delito de “abuso sexual agravado” contra dos chicas, de quince
y dieciséis años, de otra escuela privada de la zona. Los hechos tuvieron lugar
en una fiesta de cumpleaños a la que los acusados no estaban invitados y
presionaron para ingresar junto con otros amigos. Las adolescentes denunciaron
que, por separado, las metieron por la fuerza en una habitación de la casa
–donde se hacía la celebración y no había ningún adulto responsable– y varios
jóvenes las manosearon en los pechos y genitales, sin dejarlas salir del lugar
a pesar de sus esfuerzos por escapar, mientras escuchaban risas. A una de las
víctimas la encapucharon. A la otra la atacaron con la luz apagada. Las
adolescentes sólo pudieron identificar a dos de los agresores. Una le vio el
rostro a uno de ellos. Pero fueron fundamentales los testimonios de otros
invitados, que declararon como testigos en la causa judicial –entre ellos el
hijo del diputado y ex intendente lomense, Martín Insaurralde– y datos de
publicaciones que hicieron en Facebook los propios involucrados en los días
posteriores a la fiesta. El miércoles está convocada una audiencia de
conciliación, donde se dirimirá si los acusados llegan a juicio.
El caso
se suma a otros hechos de violencia sexual, sucedidos en el último tiempo, en
los que hubo chicas abusadas o violadas por compañeros o jóvenes conocidos a la
salida de un boliche o en una escuela, entre los que el más extremo fue el que
terminó con la vida de Melina Romero, de diecisiete años, por cuyo femicidio
hay un adolescente de dieciséis años y otro joven de dieciocho entre los cuatro
detenidos (ver aparte).
“Creo
fervientemente que es hora de que dejemos de hablar de cada caso como algo
aislado y empecemos a hablar de lo que realmente es: una cultura, la cultura de
la violación”, advirtió a este diario Verónica Lemi, la joven activista que en
marzo lanzó una campaña contra el acoso callejero y ahora promueve para el 22
de noviembre un festival en la Plaza de Mayo –en el marco de la convocatoria
mundial de la Marcha de las Putas– para instalar en el país la cultura del
consentimiento en las relaciones sexuales: “Sin consentimiento, es abuso”, es
uno de los eslóganes (ver aparte).
“Tenemos
miedo de que el abuso quede impune. Mi hija quiere que los agresores sean
castigados. Esos chicos no sienten remordimiento por lo que hicieron, tienen
una concepción de que las chicas son una cosa. Para ellos no hay delito. Eso me
parece atroz. Mi hija se los ha cruzado en la calle y le han gritado violada y
puta”, comentó a Página/12 Daniel Cruz, papá de una de las víctimas. El
miércoles próximo fueron citadas las partes a una audiencia de conciliación convocada
por la fiscal del fuero Penal Juvenil que interviene, Cristina Luzuriaga, en la
que es probable que las defensas planteen que el caso se “arregle” con una
mediación, para evitar el juicio oral. Uno de los imputados tiene abogado
privado y el otro, defensor público. Sólo una de las víctimas se presentó como
particular damnificada, con sus propios abogados, que son Ciro Annichiarico y
Germán Romero Marconi.
El
episodio de Lomas ocurrió en la madrugada del 14 de octubre de 2013, y en su
momento tuvo amplia repercusión mediática porque familiares y amigos de las
víctimas realizaron una marcha frente al colegio al que concurría uno de los
imputados, el Balmoral, ubicado en la zona residencial de Banfield. La noche
del 13 de octubre, un alumno de ese colegio, de tercer año, festejaba su
cumpleaños de quince en su casa, ubicada sobre la calle Alvear, a pocas cuadras
del Balmoral. Entre sus invitadas, estaban las dos chicas, amigas de otro
colegio de Lomas. Según declararon en la causa varios de los invitados, los dos
acusados, de diecisiete y dieciocho años, llegaron a la fiesta sin haber sido
invitados, en banda, junto a otros adolescentes de la misma edad, la mayoría
alumnos de sexto año del Balmoral, que se identifican como parte de un equipo
de fútbol conocido como La Gloriosa, que participa en un torneo de unas canchas
privadas, cercanas al campo de deportes del colegio, que serían propiedad del
padre de uno de ellos. También declararon –algunos con identidad reservada– que
eran conocidos los de La Gloriosa por tener conductas agresivas y que por esa
razón los dejaron entrar a la casa por temor a ser golpeados en el colegio como
represalia. Uno de los dos imputados, según contaron los testigos, habría sido
expulsado del Balmoral y terminó sus estudios el año pasado en otro colegio de
la zona, el Lomas High School. Los dos eran alumnos de sexto año en el momento
de los hechos.
La
investigación judicial
La
causa se abrió a partir de la denuncia que hizo la madre de una de las
víctimas, el 16 de octubre de 2013, primero en la comisaría 2ª de Banfield y a
los pocos días en la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio No 3 del Fuero de
Responsabilidad Penal Juvenil de Lomas de Zamora, a cargo de la fiscal María
Cristina Luzuriaga, sobre quien recayó la investigación del caso. Las chicas
prestaron declaración testimonial. Contaron de los manoseos que sufrieron por
encima y por debajo de su ropa interior, que escuchaban risas burlonas y que en
el grupo de varones había incluso otra chica que también se reía de la situación.
Las víctimas declararon en Cámara Gesell y relataron en detalle los hechos a
partir de un extenso cuestionario que les fue haciendo una perito psicóloga del
Ministerio Público Fiscal. En virtud de las pruebas recolectadas, en noviembre
de 2013 la fiscal Luzuriaga solicitó al juez de Garantías del Fuero Joven Nº 2
de Lomas de Zamora, Mariano René Alessandrini, la detención de los dos
adolescentes acusados de “abuso sexual agravado por haber sido cometido por dos
o más personas y por resultar gravemente ultrajante para las víctimas,
reiterado (dos hechos)”. Pero el magistrado denegó el pedido, por considerar
que no existía peligro de fuga ni de entorpecimiento de la investigación.
Los dos
adolescentes imputados tienen una restricción de acercarse a las víctimas,
dictada por la Justicia, después de que se cruzaron con uno de ellos una noche
de febrero, cuando iban a tomar un micro en Lomas con amigas para ir a bailar a
una disco en la ciudad de Buenos Aires. El chico estaba por tomar otro micro
para trasladarse al mismo boliche. Una de las adolescentes denunció que el
joven la miró de forma intimidante y le gritó “violada”, “cagona”. La escena la
descompuso, llamó a su madre, que recién la había dejado y se encontraba cerca,
y se retiró del lugar. Al denunciar el hecho, contó además que tenía problemas
para dormir, que la situación le daba mucho miedo porque el grupo de chicos que
la atacó en la fiesta frecuenta los mismos lugares de diversión que ella, que
esos pibes “no tienen freno”, que ella tenía temor de volver a encontrárselos y
que le sigan diciendo cosas, y que un día la vean sola y vuelva a pasarle lo
mismo que en el cumpleaños.
Un mes
después tuvo otro episodio que la volvió a atemorizar. Denunció que recibió en
su celular una llamada y cuando preguntó quién hablaba, una voz de un
desconocido le dijo “los del Balmoral” y escuchó a varias personas riéndose
detrás de esa conversación y otra voz que le gritó “violada, ¿ya no te acordás
de nosotros?”.
En
diálogo con este diario, el papá de una de las adolescentes agredidas contó que
su hija “tardó tres días en contarnos a su madre y a mí lo que le había pasado
en la fiesta”, aquella madrugada del 14 de octubre. Cruz, quien se desempeña en
el Servicio Meteorológico Nacional y vive en Temperley, recordó que en aquel
momento consultó con abogados “y algunos me dijeron que no hiciera nada porque
no iba a pasar nada, pero uno me advirtió que era importante denunciar para
frenar este tipo de hechos”. “Mi hija quiere que haya castigo. La medida
cautelar de prohibición de acercamiento fue un gran paso. Ninguno de los dos
imputados puede acercarse a ella a menos de 200 metros. Eso le dio
tranquilidad. Ella y la otra chica están con tratamiento psicológico. Tengo
temor de que no pase nada y el hecho quede impune”, comentó Cruz, a la espera
de la audiencia del miércoles.
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