Aborto en El Salvador: estereotipos que estigmatizan y discriminan
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copiado tal cual del informe "Al borde de la muerte. Violencia contra las
mujeres y prohibición del aborto en El Salvador" de Amnistía Internacional
Manuela,
enferma de cáncer, fue detenida en 2008 como sospechosa de haberse sometido a un
aborto. La policía la interrogó mientras estaba gravemente enferma y sin la
presencia de un abogado. Al no poder pagar a un abogado particular, Manuela fue
representada por abogados de oficio a los que conoció el mismo día de sus
comparecencias ante el tribunal. El abogado que la defendió en la fase final
del juicio dijo a los testigos de la defensa que no hacía falta que declarasen;
como consecuencia, el tribunal sólo oyó los testimonios de los testigos de la
acusación.
Según
los informes, el juez dijo que "su instinto materno debió haber
prevalecido" y que Manuela "debió haber protegido al feto."
Manuela fue declarada culpable de homicidio agravado y condenada a 30 años de
prisión.
En
realidad, el cáncer que padecía Manuela podría haber causado el aborto
espontáneo. Manuela no recibió el tratamiento necesario para su enfermedad
mientras estaba en prisión y murió en abril de 2010 en la cárcel, lejos de sus
padres y de sus hijos.
AUSENCIA
DE UNA DEFENSA ADECUADA
“Primero
no ofertan un testigo en casos como éste en su mayoría, la mayoría de
defensores. Pero de otro lado no saben conceptos de salud sexual y reproductiva
y de pronto no están obligados, pero si asumen un caso determinado, deben de
hacerlo” (Dennis Muñoz, abogado de la Agrupación Ciudadana, entrevista con
Amnistía Internacional, marzo de 2014).
Un
experto en salud dijo a Amnistía Internacional en septiembre de 2013 que las oportunidades
de tener una defensa adecuada de las mujeres están menoscabadas desde el principio
debido a las limitaciones en la provisión de abogados de oficio: “Se sucede que
no tienen derecho a defensa, fuerte, la paciente a la que se le acusa de un aborto.
Se le pone una persona de oficio, de la Procuraduría, que le da la razón y la
cual en realidad, aunque quiera hacer su labor de la manera más profesional,
está cargada de trabajo. O sea, si tuviera un abogado particular… pero
tristemente, las personas que hacen eso no tiene capacidad económica para
defenderse”.
PRUEBAS
QUE NO RESPALDAN LOS CARGOS
La
Agrupación Ciudadana ha trabajado en casos de varias mujeres que estuvieron
detenidas antes del juicio o encarceladas y que fueron puestas en libertad más
tarde por una ausencia grave de pruebas que respaldaran una declaración de
culpabilidad y una pena desproporcionada.
Amnistía
Internacional entrevistó a algunas de estas mujeres, conocidas como “Las Liberadas”.
Cristina,
cuyo testimonio figura supra, fue acusada de homicidio agravado, cargo retirado
en octubre de 2004 por falta de pruebas. Sin embargo, la Fiscalía General de la
República apeló y en agosto de 2005 Cristina fue declarada culpable y condenada
a 30 años de prisión. Cristina contó a Amnistía Internacional: “En mi caso, un
doctor de Medicina Legal decía: ‘Ella sufrió un shock a la hora del parto, ella
pierde el conocimiento, ella no podía ayudar a su hijo'. [...] la causa de
muerte es indeterminada, no sabían por qué había muerto el bebé; entonces ¿cómo
es posible que se me acusara de homicidio agravado por la muerte de mi hijo
cuando ni siquiera tenían pruebas fundamentales? Es una negligencia por parte
de los señores jueces. Y eso está a flor de piel. Yo le digo a mis compañeras,
a puras penas: 'Bueno, tenemos bachillerato pero comprendemos eso. Y esta gente
tan profesionales, ¿cómo cometen ese tipo de error?'”.
Cristina
atribuye su condena en parte a la discriminación y a los prejuicios de género,
como muestran los argumentos presentados contra ella en el primer juicio.
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