Violencia de género y prohibición del aborto en El Salvador
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copiado tal cual del informe "Al borde de la muerte. Violencia contra las
mujeres y prohibición del aborto en El Salvador" de Amnistía Internacional
- “En
mi caso [en la audiencia inicial] la Fiscal decía: ‘Es que ella está obligada a
ayudar a su hijo’. Y ¿cómo yo ahí desmayada en el piso iba a salir corriendo al
hospital con mi bebé?”. El Ministerio de Justicia y de Seguridad Pública
conmutó finalmente la pena por considerarla excesiva, severa y
desproporcionada. Cristina fue excarcelada en agosto de 2009, después de permanecer
cuatro años en prisión.
LA
HISTORIA DE BELÉN
Belén
tenía 18 años y era estudiante cuando fue detenida en junio de 2009; no sabía
que estaba embarazada, y empezó a sentirse cada vez más débil debido a lo que
al principio creyó que era una menstruación muy fuerte. Cuando su familia la
llevó a un médico particular llevaba sangrando alrededor de una semana. El médico
diagnosticó que estaba sufriendo un aborto espontáneo y la aconsejó que
acudiera al hospital para recibir tratamiento. El personal del hospital la
denunció a la policía como sospechosa de haberse inducido un aborto. Belén pasó
dos semanas en el hospital y fue detenida por la policía cuando salía del
edificio una vez que le dieron el alta. Fue puesta bajo custodia preventiva en
una comisaría de policía, acusada de homicidio agravado y de aborto inducido.
El
examen que le hizo un médico del Instituto de Medicina Legal concluyó que no se
podía determinar la causa de que terminara su embarazo. Una prueba clave
presentada contra Belén en el juicio fue la supuesta existencia de huesos
humanos en la letrina donde había sufrido la hemorragia. Sin embargo, la
autopsia realizada a los supuestos restos del feto determinó que los huesos
eran animales y no humanos.
Pese a
la falta de consistencia de las pruebas presentadas contra ella, Belén estuvo
en detención en espera de juicio ocho meses hasta que retiraron los cargos por
falta de pruebas.
Como ya
se ha dicho, otras mujeres permanecen en prisión a pesar de que aparentemente
no existen pruebas para respaldar un fallo de culpabilidad.
EL
IMPACTO GENERAL EN LAS MUJERES Y SUS FAMILIAS
Algunas
mujeres excarceladas tras cumplir parte de su condena hablaron con Amnistía Internacional
de la profunda tristeza que sentían por los años perdidos lejos de su familia y
de sus seres queridos y del impacto que su encarcelamiento tuvo sobre sus
hijos.
Rosemery
cumplió más de siete años de una pena de 30 por homicidio agravado antes de que
su condena fuera anulada tras una revisión. Salió en libertad en 2009. Así
contó a Amnistía Internacional el impacto de la separación de sus tres hijos de
corta edad durante siete años: “Mi hija mayor quedó en siete años. Mi hija, la
segunda, quedó de cuatro años. Y el niño quedó de año y tres meses. Entonces,
el niño quedó bien tierno. Para mí era duro cuando mi hijo, el varoncito
llegaba. Él se me agarraba de la blusa y varias blusas me destrabó, porque se
me agarraba y no se me quería ir. Entonces para mí era duro voltearme, no verle
la cara y dárselo a mi mamá. A medida que iba creciendo, igual me preguntaba
que qué era ahí. Pasó como tres años que él pasó engañado que yo estaba
trabajando allá. Un día me dijo: 'Mami, usted me mintió'. Y yo: ‘¿Por qué,
hijo?’, pero yo los ojos se me llenaron ya de lágrimas. ‘Aquí usted no está
trabajando, es mentirosa’. Y me dijo: ‘Cuando yo me voy a bajar del bus, con mi
mami y mis hermanitas, dicen 'cárcel de mujeres, cárcel de mujeres'. Nosotros
nos bajamos allí. Entonces usted está presa aquí'. Son palabras que se quedan
en lo más profundo del corazón.
Al año
de eso, un día me dijo –se le quedó viendo al policía, se me quedó viendo a mí,
y miraba a su alrededor– y me dijo: ‘Mami, quiero pedirle algo, pero hágalo. Yo
voy a salir aquí y me voy a poner a platicar con el policía. En lo que yo
platico con él y él se da la vuelta usted sale corriendo. Salga corriendo y yo
la voy a esperar allá fuera’. Otro día me dijo: ‘Mami, le voy a pedir un favor
grande, pero cúmplalo’. Quedo viendo yo y mi mami en frente. Y me dice –eso sí
me duele cuando me acuerdo–: 'Hágase chiquita, lo más chiquita que usted pueda
que yo me la voy a echar a la bolsa del pantalón. Y cuando vayan me revisan el pantalón
ni el policía ni nadie la va a detener’. Sí duele.”
Cristina, cuya entrevista figura también supra
y que fue separada de su hijo de corta edad mientras estaba en prisión, comentó
las implicaciones más generales de la decisión de encarcelar a mujeres con
hijos a su cargo: “Ante esta problemática no sólo viene a ser un abuso de
derecho en contra de uno, de mujer, por este tipo de delito, sino la
desintegración familiar que se da. O sea, no es un solo problema, es una cadena
de problemas”.
El
encarcelamiento de mujeres como Rosemery, Cristina y María Teresa Rivera es
contrario a las Reglas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de las
Reclusas y Medidas No Privativas de la Libertad para las Mujeres Delincuentes,
conocidas también como Reglas de Bangkok. Aunque no son legalmente vinculantes,
las Reglas establecen una serie de normas que los Estados deben aspirar a
aplicar con el fin de "mejorar la situación de las reclusas, sus hijos y
sus colectividades”. Las Reglas de Bangkok recomiendan que: “Cuando sea posible
y apropiado se preferirá imponer sentencias no privativas de la libertad a las
embarazadas y las mujeres que tengan niños a cargo, y se considerará imponer sentencias
privativas de la libertad si el delito es grave o violento o si la mujer
representa un peligro permanente, pero teniendo presente el interés superior
del niño o los niños y asegurando, al mismo tiempo, que se adopten
disposiciones apropiadas para el cuidado de esos niños.”
Al
imponer largas penas privativas de libertad a madres de niños de corta edad,
incluso después de juicios injustos, las autoridades salvadoreñas no sólo
violan los derechos de estas mujeres, sino también los de sus hijos.
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