Memoria selectiva y lesbofobia 2

Me confirman varias amigas que en las teresianas no hubo acoso por tema LGBT. En esa época éramos o más inocentes (que hay que ver cómo están las nuevas generaciones) o estábamos ‘esnortaos. Había ca’cafre que pa’qué contarte: el que se dedicaba a llenarle con caracoles las páginas de los libros a un compañero y reventárselos dentro, el que se pasaba el día dando collejas, el grupo de neandertales que cogía al despistao de turno por banda, le abría las piernas y le daban con la puerta en sus partes… cafres había para poner un puesto en el mercaíllo. 

Los chicos eran unas cafres y nosotras éramos unas cabronas que nos reíamos en la cara o a espaldas de la gente por razones tan absurdas como su acento (más que su acento, que fuesen seseantes porque nuestras madres no nos estaban pagando unas teresianas para que se nos pegase el seseo o el ceceo de nadie oiga), que fuesen adoptad@s, que fuesen un@s horteras y vete a saber qué más. Se cuenta, se dice y se rumorea que a una estudiante de nuestro curso intentaron violarla varios de los arriba mencionados cafres en horario no escolar y fuera del colegio, pero yo no me lo creo – máxime cuando ella ahora es amiga de ellos en Facebook y se va de cañas con ellos cuando están en la misma ciudad.

Que sepamos, que viésemos o veamos ahora mirando en el baúl de los recuerdos nadie acosó a nadie porque pensasen que era gay o lesbiana. 

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