Tod@s somos Charlie Hebdo
Llamadme alarmista
y exagerá, pero hoy por hoy en Europa cualquier persona que se pronuncie públicamente
contra según qué cosas se arriesga a morir asesinada degollada, apuñalada, por
heridas causadas por un ataque con ácido o a tiros como los 12 periodistas
asesinados en Francia. Los periodistas
de Charlie Hebdo están hoy en todos los periódicos, pero no son los únicos
periodistas/escritores asesinados y/o encarcelados y/o silenciados por el
fundamentalismo islámico. Si mucho no me equivoco, Elisabeth Sabaditsch-Wolff
sigue de juicios en Austria por decir que Mahoma era un pederasta. Theo van
Gogh sigue muerto. Ayaan Hirsi Ali sigue exiliada en EEUU. A Irshad Manji no han vuelto a invitarla a Ámsterdam
después de que grupos partidarios de que la sharia se imponga en Bélgica le
montasen el pollo en la última. Y Narges Mohammadi sigue encarcelada.
El mensaje con
este atentado es claro: “no habléis, no publiquéis, no escribáis nada que pueda
ofendernos”. Pero es que todo les ofende. Sea un artículo, sea una caricatura,
sea que salgas a la calle enseñando el pelo o los tobillos… y no me digáis que
soy una exagerada porque el tema de la prohibición del burka en Francia todavía
colea y hay grupos pro-sharia disfrazados de partido político en Inglaterra, Alemania,
Bélgica, Francia y si me apuráis España (¿alguien sabe qué pasó con el Prune?).
Atentados como el
de Atocha o el de Paris, nos despiertan lo justito, pero no lo suficiente para
que no vuelva a ocurrir. Seguimos con las puertas abiertas, seguimos mirando
para otro lado mientras las mezquitas, juntas islámicas, centros comunitarios y
asociaciones de vecinos donde se difunde el odio profieran. No, no me digáis que
exagero. Si creéis que esto es una burrada buscad y mandadme comunicados de
cualquier mezquita, junta y/o asociación cultural islámica en España condenando
no ya el asesinato en la sede de Charlie Hebdo sino cualquiera de los muchos ataques
contra la libertad de expresión que menciono más arriba o cosas que pasan
desapercibidas como las niñas europeas sacadas del colegio antes de tiempo y vendidas
al mejor postor (matrimonios concertados). Lo mismo que sacan comunicados para
quejarse de que no les dejen rezar en este o en aquel sitio o cuando a las niñas
se les pide que se descubran la cabeza para ir a clase, podrían sacarlos para
denunciar las micro y macro barbaries que se llevan a cabo en nombre de su religión. No los sacan porque los derechos humanos no entran dentro de sus prioridades.
Comments
Post a Comment