Teresa Mollá Castells: Terribles complicidades patriarcales
Hace unos días una
querida amiga me comentaba llena de dolor que no entendía cómo se llenaban las
calles de Madrid para dar soporte a un partido emergente que se había apropiado
del color morado, símbolo de las mujeres desde hacía muchos años, pero que, al
tiempo, llevaba pocas propuestas feministas o simplemente para la igualdad en
su agenda política. Le provocaba rabia e impotencia.
Al hilo de esta
conversación y del feminismo en las agendas políticas se emocionó y me contó
algo que ocurrió hace un tiempo en su ciudad no sin antes hacerme prometer que
no desvelaría ningún dato sobre donde se produjeron los hechos que voy a
relatar.
Se produce el
asesinato de una mujer y el posterior suicidio del asesino. Las familias de
ambos destrozadas deciden cuando llegan al tanatorio poner ambos cuerpos en
salas contiguas para poderles velar simultáneamente. Cuando mi amiga junto con
un compañero se acerca a la familia de la víctima asesinada, una vecina de la
misma que estaba presente “justifica” la decisión con “el terrible dolor y la
enorme tristeza que este ACCIDENTE ha provocado llevándose por delante la vida
de la pareja”. Mi amiga no salía de su asombro, pero es que la vecina continuó
con su discurso añadiendo que “con lo bien que se llevaban justo ahora”. Por lo
visto el acompañante de mi amiga aquí ya saltó y le respondió algo parecido a
“estaban tan bien que el tipo la ha asesinado”. La vecina sin mediar palabra
dio la espalda y se fue sintiéndose ofendida por el comentario.
Pero el tema no
acabó ahí. Por lo visto cuando llegó la hora del entierro las familias de
nuevo, habían decidido enterrarles en nichos contiguos para que descansaran juntos
eternamente, como Romeo y Julieta. Y se quedaron tan anchas.
Ni que decir tiene
que me quedé de piedra ante lo que me contaban. El patriarcado en estado puro y
mostrando sus mejores armas en las actitudes de las familias, sobretodo en la
familia de la víctima que bajo capas de vergüenza, miedos atávicos y a saber
qué emociones más, negaba la evidencia del terrorismo que había vivido la
víctima y la seguía condenando a “una vida eterna” junto al monstruo que la
había maltratado y asesinado. Terrible. Una terrible y dolorosa complicidad
patriarcal que de nuevo señala con el dedo acusador a la propia víctima, por el
hecho mismo de serlo.
Las cifras sobre
mujeres asesinadas por terrorismo machista en los últimos veinte años y sólo en
el Estado Español son espeluznantes. 1332 mujeres asesinadas y desde 2008 han
sido 20 las criaturas asesinadas por sus padres para provocar dolor a las
madres. Si las queremos comparar con las muertes resultantes del terrorismo
político y/o religioso que se ha venido ejerciendo desde los años setenta la
diferencia es abismal. Este último y desde su inicio ha provocado 1222 muertes.
1.222 muertes de
personas asesinadas en casi cincuenta años por terrorismo político y/o
religioso frente a 1.332 mujeres asesinadas en veinte años por terrorismo
machista y 20 criaturas en los últimos siete años.
A principios de
esta semana asistimos a la firma del Pacto de Estado contra el Yihadismo
Islámico que firmaron en solitario tanto el partido del gobierno como el primer
partido de la oposición. Al calor de los asesinatos de París, ambos partidos
decidieron, de nuevo, recortar libertades ciudadanas consolidar la cadena perpetua
(con sus actuales eufemismos y reparos por parte del PSOE) en el Código Penal y
dar solemnidad al discurso sobre seguridad y libertad. Qué pena… Son capaces de
llegar a Pactos de Estado para recortar libertades pero no lo son para evitar
los asesinatos de mujeres, que también somos ciudadanas.
Reducen hasta el
mínimo los recursos destinados a sensibilización, formación y prevención de la
violencia de género en cualquiera de sus manifestaciones, permitiendo de ese
modo el asesinato de mujeres y de criaturas por parte de monstruos que sólo
buscan provocar dolor y mantener privilegios y no pasa nada. Miran hacia otra parte.
No son capaces de sentarse a negociar y llegar a un acuerdo o pacto de Estado
en esta materia. Ni siquiera son capaces de llegar a acuerdos para hacer
cumplir a rajatabla la legislación vigente en esta materia y siguen permitiendo
que alguna gente implicada en los procesos cuestione la propia ley e incluso
que se ponga en duda el hecho de la violencia de género en sí misma.
Me permito hacer,
de nuevo la siguiente pregunta: ¿Se imaginan la reacción política y ciudadana
si en un sólo año fueran asesinados setenta hombres? Pues eso mismo.
Seguramente ya habría Pacto de Estado para evitar esas muertes. Pero son las
vidas de las mujeres las que se pierden y como venimos comprobando, para esa
gentuza, son vidas de segunda.
Con este modelo
patriarcal que se recrudece con el gobierno de esta gente del PP, se está
produciendo un potente retroceso en los avances conseguidos socialmente hasta
hace tres años en que llegaron como elefantes a una cacharrería y con la excusa
de la crisis arrasaron con todo. Y digo esto porque vemos como, de nuevo, de
vuelve a naturalizar la violencia que se ejerce contra las mujeres, sobre todo
entre las más jóvenes y cada día es más frecuente encontrar a mujeres cada vez
más jóvenes con problemas en sus primeras relaciones sentimentales.
Al mismo tiempo
las personas más mayores que nunca entendieron que se sacara de lo privado la
violencia de género, vuelven a sus discursos de que “entre marido y mujer nadie
se debe meter” negando la evidencia de que el terrorismo machista ha de ser y
estar en la agenda política de todos los partidos políticos como algo
irrenunciable puesto que hablamos de la vida de muchas mujeres, de muchas
personas en definitiva.
Las complicidades,
terribles complicidades con el patriarcado suelen tener también terribles
consecuencias para la vida e integridad de las mujeres, que hemos de recordar
que somos ciudadanas de primer orden con derecho a tener vida y voz propia y,
por supuesto también voto.
No es de recibo
que a un Estado con una de las legislaciones más contundentes contra la
violencia de género se nos estén dando tirones de oreja por parte de la ONU por
no poner los medios necesarios para el cumplimiento íntegro de esa legislación.
No es de recibo
que en menos de un mes desde los atentados de París se llegue a un Pacto de
Estado que recorta libertades ciudadanas en aras a la protección de la vida de
las personas y no se haya llegado a ese acuerdo para reforzar los medios para
prevenir los asesinatos por terrorismo machista.
Se acercan
múltiples citas electorales y yo tengo claro que sólo votaré a quien me nombre
como mujer, a quien tenga integrada en sus propuestas la perspectiva de género
de forma transversal y, por tanto lleve propuestas concretas para la prevención
del terrorismo machista en todos sus ámbitos; desde el educativo más temprano
hasta el político y económico pasando por el judicial.
Y por supuesto
sólo desprecio a aquellos partidos (sean del color que sean) que lleven
candidatos que hayan sido condenados por violencia de género o que cuestionen
desde cualquier estamento la voz de las mujeres como ya hay alguno que en
Andalucía ha puesto de candidato al exjuez Serrano que fue condenado a 10 años
de inhabilitación por un delito de prevaricación dolosa al modificar un régimen
de visitas para que el niño pudiese salir en un procesión de Semana Santa y que
además fue quien desde su despacho de abogados, lanzó la campaña “Mujer sé
honesta, denuncia cuando se deba y no cuando convenga”. A gente como esta, ni
una simple mirada. Sólo profundo desprecio.
Cada día es más
necesario un gran pacto entre mujeres para conseguir parar esta terrible
sangría de vidas humanas, de talentos humanos por las terribles complicidades
existentes con el patriarcado que se camufla para reinventarse y mantener sus
privilegios apoyado en políticas cada vez menos sociales y más pragmáticas que
evitan tratarnos como iguales a las mujeres. Y el capitalismo tiene muchísimo
que ver en ello.
Necesitamos ser
escuchadas en nuestra exigencia de preservar las vidas de las mujeres y de las
criaturas que han sido arrebatadas injustamente por terrorismo machista.
Necesitamos ya un gran Pacto de Estado que proteja la vida de las mujeres y de
las criaturas, puesto que son las vidas de ciudadanas de primera.
Y exigimos estar
presentes en la negociación de ese Pacto de Estado, de lo contrario de volverá
a caer en las terribles complicidades del patriarcado que son quienes permiten
que se nos asesine por ser mujeres.
Yo así lo exijo
desde ya!!!
Ben cordialment,
Teresa
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