Natalia Ferrari Díaz: “Relacionar la trata con la prostitución es como relacionar el fútbol con los niños que están cosiendo pelotas en Bangladesh”
© Sergi Escudero,
Natalia Ferrari Díaz, Vice
"Me llamo
Natalia Ferrari Díaz y no tengo ningún inconveniente en mostrar mi cara",
afirma con voz seria esta joven de 22 años residente en Barcelona. La
sentencia, que puede parecer obvia, no lo es tanto cuando procede de una chica
que se dedica a la prostitución. Su caso escapa de lo que la sociedad se espera
de una prostituta. "Cada vez más mujeres decididas elegimos libremente ser
putas". Lo dice en voz alta y segura. "Me dedico a esto porque me
gusta y todo mi entorno actual lo sabe. Disfruto experimentando con mi
sexualidad y estoy muy orgullosa de mi trabajo".
De un plumazo te
derriba los prejuicios que uno puede poseer hacia las putas. Ni alguien le ha
obligado a dedicarse a esta profesión, ni ha tenido la necesidad de dedicarse a
ella por culpa de una vida desestructurada, privada de dinero, poca
estabilidad, un entorno complejo o el consumo de sustancias peligrosas. De
hecho, hace pocas semanas el alcalde de Barcelona, Xavier Trías, dijo que
"nadie se dedica a la prostitución por propia voluntad" para
justificar el acoso policial que está sufriendo este sector laboral en el
barrio de El Raval. También llegó a comparar a las prostitutas con el top
manta. Asociaciones como Aprosex, Prostitutas Indignadas o Genera, están
trabajando para salvaguardar los derechos de estas trabajadoras.
"Relacionar la trata con la prostitución es como relacionar el fútbol con
los niños que están cosiendo pelotas en Bangladesh. En todos los negocios hay
injusticias tremendas contra las que se tiene que luchar, pero eso no puede
ensuciar la imagen de la profesión".
Natalia no trabaja
en el frío de la calle. Lo hace en espacios privados, especialmente en su piso
y en hoteles. "La prostitución tiene un público tan variado que es posible
montártelo a tu manera. Puedes marcar las condiciones según tus intereses y tu
personalidad para atraer a clientes con los que verdaderamente quieras
estar". Antes de quedar la primera vez con cualquiera de ellos pone como
condición tener una conversación telefónica para asegurarse de que hay una
afinidad. Otro requisito es que pasen un mínimo de tres horas entre la petición
de cita y la cita. "Este trabajo me ofrece una autonomía que no podría
tener con otros. Marco mis horarios y puedo permitirme trabajar solo cuando
quiero".
¿Qué busca en los
clientes? "Que entiendan la sexualidad de la misma forma que la entiendo
yo, que conecten conmigo. Que comprendan que su placer no está por encima del
mío por mucho que hayan pagado y que acepten mis limitaciones y mis
preferencias sexuales. Su dinero paga el contexto íntimo. Lo que sucede luego,
es cosa de ambos." ¿Y cómo entiende la sexualidad?" Las personas
tenemos derecho al placer, a conocernos a nosotros mismos y disfrutar en
compañía sin presiones o culpas. El sexo tiene que ser una fuente de
experiencias y nadie debería decirnos qué hacer con nuestros cuerpos".
Detrás de su
trabajo hay mucha planificación. "Quiero dejar claro el tipo de experiencia
que ofrezco. Los colores, el contenido de mi blog y los detalles en mi
habitación desvelan qué va a suceder en la cita". Su caso es poco común en
el mundo de la prostitución, el cual suele pecar de precipitación. "El
problema es que muchas putas empiezan a trabajar a partir de una urgencia
económica y no tienen facilidad para analizar el mercado. Es común creer que
solo subiendo fotos desnuda vas a conseguir dinero. Haciendo esto tendrás
trabajo, claro, pero lo mejor de ser tu propio jefe es que puedes elegir el
público que te interesa", explica.
"Se consigue
dinero de forma rápida, pero no es dinero fácil", responde cuando se le
pregunta por si la crisis económica puede atraer a muchas chicas -que en otras
circunstancias no se lo hubiesen planteado- a probar suerte en la
prostitución." Es necesario ser honestos con nosotros mismos e intentar
tener el trabajo que nos hace felices. Puede resultar una opción económica
atractiva, pero no cualquiera vale para ser puta". Ella hace un año que se
dedica a serlo y comenta no tener ni idea de si dentro de un año aún lo seguirá
siendo dada su forma de vivir sin hacer planes a largo plazo. Lo que sí tiene
claro es que no se arrepentirá de nada de lo que ha hecho. "Pase lo que
pase, dentro de cinco años estaré conforme con mis actos del pasado porque los
hice de forma totalmente voluntaria".
Aunque admite
moverse normalmente con el mismo grupo de amigos, cuenta que cuando le
presentan a alguna persona y ésta le pregunta a qué se dedica no tiene reparo
en afirmar de forma natural que es puta. "A veces se sorprenden y no se lo
toman en serio. Asumen que si de verdad fuera puta no hablaría de ello. La
gente está acostumbrada a que llevemos una doble vida y nunca se cuestionan por
qué o qué implica esto para nosotras. Quiero romper con los prejuicios de la
gente. Por eso hago público mi nombre real, enseño la cara y todo mi entorno lo
sabe. No quiero esconderme de nada porque no creo que haya nada de lo que me
tenga que esconder." Las chicas que llevan dos vidas normalmente lo hacen
por miedo a las consecuencias que tendría en su entorno, con las complicaciones
que ello conlleva. "Es muy triste tener que cargar con un secreto tan
grande y esconder una parte de ti para la comodidad de los demás. Me gustaría
que la sociedad dejara de poner en duda el poder de decisión que tenemos sobre
nuestros cuerpos y aceptara que algunas mujeres elegimos ser putas. Tenemos
derecho a ser felices y construir la vida que nos resulte más
enriquecedora."
En Barcelona se
siente muy cómoda ejerciendo su profesión, aunque apunta que tiene la ventaja
de trabajar por su cuenta y en espacios privados. Cuando se trabaja en la calle
o para otras personas, el tema se complica. Pero para ella tampoco es la ciudad
ideal. "Sé que en Berlín cobraría mucho más por hacer el mismo trabajo o
que en un país donde la prostitución esté legalizada tendría menos
complicaciones". De todas maneras, observa que la mentalidad de la
sociedad barcelonesa cada vez es más abierta –aunque "la mentalidad religiosa
aún está muy impregnada"- y que es probable que durante la próxima década
la prostitución gane algunas batallas.
Por otra parte,
últimamente ronda por su cabeza la idea de pasarse al porno. "Me atrae
porque es una forma diferente de jugar con mi placer y quiero formar parte de
proyectos que educan en una sexualidad más sana y real". Le gustan
directoras innovadoras como Erika Lust o el trabajo de Amarna Miller.
"La dignidad
o el valor de alguien como persona no está en el uso que le da a sus genitales.
Si disfruto con mi trabajo, y no hago daño a nadie, no veo por qué otros
deberían entrometerse en lo que pasa dentro de mi habitación."
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