Shadi Sadr: "Protestar contra el velo obligatorio en Irán es un tabú considerado muy peligroso"
© Shadi Sard
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Es iraní y vive exiliada en Londres tras ser condenada a 6 años de
prisión y 74 latigazos por su activismo en defensa de los derechos de las
mujeres.
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Irán aprueba nuevas leyes discriminatorias y Sadr lamenta que en su
país constantemente las mujeres tengan que luchar contra la pérdida de
derechos.
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La ONG que dirige exige el fin de la lapidación y los latigazos, entre
otras causas. E
Shadi Sadr,
abogada y periodista iraní de 40 años, fue condenada a 6 años de prisión y a 74
latigazos acusada de desórdenes públicos por una protesta de reivindicación de
los derechos de la mujer. Escapó de la sentencia huyendo a Londres, donde nunca
lleva velo y donde se ha hecho a la idea de que ya no podrá regresar a su país,
ya que el Gobierno iraní la considera una agente del servicio secreto
británico. Desde el exilio dirige Justice for Iran, una ONG que aspira a ser la
voz en el extranjero de las mujeres que en Irán no pueden expresarse.
Su visita coincide con la aprobación inminente de dos leyes que, según
Amnistía Internacional, harán retroceder décadas los derechos de las mujeres en
Irán, ¿cómo les afecta?
Las leyes se van a
aprobar, sí o sí, porque fueron propuestas por el líder supremo (Ayatolá
Jomeini). Son medidas discriminatorias que están implantadas y ahora van a ser
aprobadas de forma oficial. Afectan a la salud sexual y a los derechos
laborales de las mujeres. Las mujeres
con pocos recursos verán ahora oficialmente mermados sus derechos de
planificación familiar, una de las pocas normas favorables que teníamos, y se
institucionalizarán medidas como la que acaba de anunciar el Gobierno iraní,
que el 95% de los trabajos sean para los hombres, dejando muy poco espacio a
las mujeres y dificultando un entorno laboral mixto. Estamos ante una situación
tal que hay que pelear por recuperar la única norma favorable que teníamos, que
era justamente la referente a los derechos reproductivos.
La discriminación de las mujeres en Irán afecta a todas las áreas.
Incluso están vetadas como público en eventos deportivos masculinos. Una joven
acaba de pasar cinco meses encarcelada por entrar a ver un partido de voley.
Ahora el Gobierno anuncia que les
permitirá el acceso ¿La igualdad se conquista desde las prisiones?
Después de la
revolución islámica de 1979 se inició una fuerte segregación de las mujeres en
Irán. El veto en los eventos deportivos es uno de los muchos ejemplos. A lo
largo de los últimos 15 años ha habido muchos esfuerzos para intentar cambiar
esta política que realmente no está plasmada en ninguna norma oficial. Hubo una
campaña de mujeres de velo blanco que protestaron y consiguieron cambiarlo,
pero hace dos años ser volvió para atrás, lo que propició la protesta de
Ghoncheh Ghavami, que ha pasado cinco meses en prisión. Hace solo dos días el
Gobierno anunció que permitía de nuevo el acceso a las mujeres a algunos
eventos deportivos. Me da la sensación de que en Irán las mujeres siempre
estamos luchando contra la pérdida de derechos ya adquiridos. En lugar de ganar
nuevos derechos, estamos siempre luchando contracorriente para llegar siempre
al punto cero de nuevo.
Usted nació poco antes de la revolución islámica del 79 ¿Cómo llega a
convertirse en una activista de los derechos de las mujeres?
Nací en el seno de
una familia de clase media. Mis padres tenían estudios y contábamos con una
importante biblioteca en casa. Muy pronto en mi vida empecé a percibir la
discriminación por ser niña. Lo notaba en el colegio, fuimos la primera
generación de mujeres que tuvimos que llevar obligatoriamente velo en clase.
Luego experimenté discriminación y segregación en los espacios públicos por el
hecho de ser mujer (deben ir separadas en piscinas, autobuses, a la playa).
Empecé a estudiar derecho y entonces percibí lo discriminatorias que eran las
leyes en Irán. Eran como sentir bofetadas en la cara. Pero lo que me hizo
verdaderamente feminista fue tener a mi hija. Convertirme en madre a los 25
años y seguir siendo una profesional en activo fue visto con recelo desde el
exterior por toda la sociedad y me hizo sentir muy culpable. Decidí que por mi
hija iba a luchar por los derechos de las mujeres, para que ella no pasara por
la misma situación.
El uso del velo es objeto de
discusión en el feminismo del mundo árabe, ¿también se da este debate entre las
mujeres activistas en Irán?
Algunas feministas
musulmanas creen que llevar velo es una opción personal, pero es que en Irán no
es posible elegir. El Estado Islámico te marca cómo debes vestir y el velo es
una obligación. No hay ninguna feminista que no piense que la imposición del
velo no sea discriminatoria, sin embargo el velo no ha centrado ninguna campaña
de protesta colectiva. Está considerado un tabú, es demasiado peligroso
enfrentarse por este motivo. Cuando algunas mujeres lo planteamos se nos dijo
que debíamos centrarnos en luchar por otros derechos, como el divorcio o la
custodia de los hijos. De manera individual sí que algunas de nosotras
iniciamos hace unos años el debate del velo. En el día a día, protestábamos
retirándolo hacia atrás, centímetro a centímetro, o usando colores muy vivos.
Así es como expresábamos nuestro rechazo, pero el movimiento feminista, como
colectivo, nunca ha reivindicado la libertad de vestuario y considero que ha
sido un fallo. Por eso se sigue encarcelando a mujeres, cometiendo abusos, por
no llevar el velo como lo marca la ley. Y el resto de mujeres no estamos
prestándoles el apoyo que deberíamos.
Viviendo en Londres, ¿acostumbra a llevar velo? ¿Y su hija de 15 años?
No, nunca. Por un
periodo corto de mi vida, en la adolescencia, cuando pasé por una etapa de
inmersión religiosa, usé chador. Así que sé lo que se siente. Dentro del ámbito
familiar era costumbre también. Estoy familiarizada con lo que significa y
supone, por eso no lo llevo. Además no me considero religiosa y, como yo,
muchas mujeres en Irán.
Una de las causas por las que lucha su ONG es el fin de la lapidación,
¿sigue vigente?
Sí, por desgracia
aún existe. Aunque hoy en día es sumamente difícil poner una cifra, porque no
existen estadísticas oficiales de cuántas mujeres y hombres mueren por
lapidaciones. Nosotros tenemos cifras precisas solamente hasta 2009. Y podemos
confirmar que cada año hay dos o tres casos, como mínimo. El delito más
frecuente castigado con lapidación es el adulterio, cuando el que lo comete esté
casado. Si un casado y una soltera, por ejemplo, tienen relaciones sexuales, él
sería condenado a la lapidación, ella a cien latigazos.
Lapidación y latigazos recuerdan a castigos medievales más que a penas
del siglo XXI...
Yo misma he sido
condenada a recibir 74 latigazos, que no recibí porque ya estaba fuera del país
cuando me sentenciaron a seis años de prisión y a los 74 latigazos. Y me
condenaron por un delito de desórdenes públicos y amenaza a la seguridad nacional (por una protesta contra la encarcelación
de cinco mujeres activistas por los derechos femeninos).
Precisamente hace unos meses salió la noticia de un grupo de jóvenes
iraníes que habían sido condenados a latigazos por grabar un vídeo de la
canción 'Happy', de Pharrell Williams. Choca bastante el contraste de esa
sociedad moderna regida por una legislación medieval.
La sociedad iraní
es una sociedad muy diversa y ha vivido recientemente una importante
modernización. Sin embargo, como bien dices, las leyes están arraigadas en la
Edad Media. Eso hace que los iraníes estemos viviendo dos vidas: una en el
ámbito privado y otra en el público. Muchos de nosotros, que no somos
especialmente religiosos, vivimos una vida privada que no podemos mostrar
públicamente porque si lo hacemos, como estos jóvenes que cantan y bailan en el
vídeo, nos castigan con leyes antiguas.
¿Qué queda de la 'revolución verde', la llamada primavera árabe iraní?
Es doloroso
reconocer que no queda casi nada. No se logró cambio alguno, los actores que
iniciaron la revolución muchos fueron obligados al exilio, otros encarcelados,
y otros reprimidos que no han podido volver a levantar la voz.
El Gobierno iraní dice de usted que es una agente del servicio secreto
británico que busca desestabilizar Irán. Incluso exigen su expatriación para
ser juzgada de nuevo.
Es cierto (su
mueca denota que considera tal afirmación un absurdo). Es una campaña
orquestada por la cadena Press TV, la cadena televisiva del Gobierno iraní que
emite noticias las 24 horas en inglés. Dicen que estoy en nómina del M16. Es
consecuencia de un informe de mi organización que denunció que esta televisión obligaba,
mediante torturas, a activistas de derechos humanos a realizar confesiones
forzosas que luego eran usadas por los tribunales para condenarlos a muerte.
Nosotros denunciamos que eso no es una labor propia de un medio de
comunicación. La Unión Europea sancionó por ello a dos representantes de Press
TV prohibiéndoles el acceso a países de la UE. Iracundos, como represalia han
aireado acusaciones de que soy una agente del servicio secreto británico.
¿Cree que se ha perdido una buena oportunidad en el preacuerdo nuclear
de incidir en la mejorar los derechos humanos en Irán?
Sí,
definitivamente. Incluso desde Naciones Unidas habían expresado su interés en
que la negociación incluyera mejoras en los derechos humanos, pero los iraníes
siempre rechazaron tal opción, amenazando con levantarse de la mesa. Así que
sí, en efecto, perdimos una buena ocasión. Por último, ¿podrá algún día
regresar a su país? He tenido que desterrar esa posibilidad de mi mente. Es la
única manera de poder seguir adelante trabajando por los derechos de las
mujeres en mi país, haciendo públicas las denuncias que mis compañeras en Irán
no pueden hacer.
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