Casos de tortura a detenidos en Venezuela: Reny Armando López Carrera, Javier Mendoza, Antonio Alonzo Rivera y Andrés Salamanca

* * copiado tal cual del informe "Arremetida contra opositores. Brutalidad, tortura y persecución política en Venezuela" de Human Rights Watch

La descripción del caso a continuación se elaboró sobre la base de entrevistas con Armando López Carrera (seudónimo), Antonio Alonzo Rivera (seudónimo) y Andrés Salamanca (seudónimo), a menos que se indique lo contrario en las notas al pie.

El 20 de julio, varios policías detuvieron y golpearon a cuatro adolescentes —Salamanca, de 17 años; Javier Mendoza, de 17 años; Alonzo Rivera, de 16 años; y López Carrera, de 17 años (quien tiene doble ciudadanía: estadounidense y venezolana)— en manifestaciones en diversas partes de Valencia, estado Carabobo. En ese proceso, le dispararon a Salamanca con perdigones mientras estaba tendido en el suelo. Al día siguiente, los cuatro adolescentes fueron llevados ante un tribunal de menores. Si bien el Ministerio Público no concluyó que las pruebas contra ellos justificaran una acusación penal, el juez imputó a Carrera, Rivera, Mendoza y Salamanca de instigación a la desobediencia pública y lesiones, y les concedió la libertad bajo fianza. Sin embargo, tardaron más de una semana en liberarlos.

Los cuatro adolescentes fueron llevados al Comando Desur, la dependencia local de la GNB en Ciudad Chávez. En ese momento, Salamanca fue separado de los demás.

Salamanca dijo a Human Rights Watch que pasó ocho días en el Comando Desur, durante los cuales los agentes de la GNB se negaron a darle medicamentos o alcohol para limpiar las heridas sufridas, que rápidamente se infectaron, argumentando que no podían ayudarlo porque no eran médicos. El tribunal había ordenado que le dieran atención médica durante su audiencia de presentación. No le permitieron ir al baño ni ducharse, por lo cual tuvo que orinar y defecar en la celda, contó Salamanca.

Carrera, Mendoza y Rivera fueron trasladados por agentes al día siguiente, el 22 de julio, de Ciudad Chávez al Centro de Internamiento Dr. Alberto Ravell. Carrera y Rivera contaron a Human Rights Watch que, al llegar al centro, fueron obligados por guardias penitenciarios a mantenerse en cuclillas y a caminar en esa posición cerca de 100 metros, mientras les propinaban golpes con palos. Los guardias luego les cortaron el cabello y les dijeron que tenían que comérselo. Sin darles alimentos, obligaron a los tres detenidos a cumplir al menos dos horas de entrenamiento militar al sol. Los guardias los obligaron a inclinarse de modo que tuvieran que mantenerse apoyados sobre pies y cabeza, sin usar las manos, y a mantener esa postura por cerca de cinco minutos, a modo de castigo. Cuando Salamanca fue trasladado a Ravell unos días más tarde, los agentes lo obligaron a sufrir el mismo trato.

Los cuatro adolescentes fueron retenidos respectivamente durante dos a ocho días más en la celda de castigo “Tigrito”, que medía 1 x 3 metros, sin luz ni ventilación, y donde había allí hacinados otros 26 detenidos, incluidos presos condenados. Solo les daban 5 litros de agua por día para todos los detenidos. La mayoría de los detenidos pasaban el día entero de pie. Una vez al día, se les permitía ducharse durante algunos segundos e ir al baño. Carrera contó a Human Rights Watch que hacía muchísimo calor y que el hedor era intolerable. Según dijo, las condiciones eran tan malas que algunos detenidos les pedían a otros que los golpearan fuertemente en el pecho para desmayarse y que los guardias tuvieran que sacarlos. Carrera se desmayó varias veces como consecuencia del hacinamiento.

Todos fueron liberados en diferentes fechas a principios de agosto.

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