Julie Bindel: ¿por qué el desactivismo trans es una amenaza para todos?

© Julie Bindel, UnHerd
* * Traducción librísima de un artículo que puedes encontrar aquí: https://unherd.com/2018/10/why-the-transbullies-are-a-threat-to-us-all/?=sideshare
* * * "desactivista" es cosecha propia

En los últimos años, el establecimiento ha mostrado una creciente voluntad de capitular ante el lobby trans. Estoy a favor de apoyar a las minorías maltratadas, pero la voz más fuerte en el debate actual sobre derechos trans es un grupo de desactivistas que exigen nada menos que lealtad ciega y obediencia total. Bajo su presión, el gobierno local y central, las universidades, el sistema de salud e incluso la policía están empeñados en silenciar a cualquiera que se atreva a ofender a los trans-talibanes.

Incluso la policía de West Yorkshire parece estar bajo su mando. La semana Graham Linehan, co-creador de la telecomedia Father Ted, recibió una advertencia de acoso verbal por señalar que la mujer transexual Stephanie Hayden era biológicamente masculina y tuitear sus nombres masculinos – algo que se conoce en el mundo trans como "deadnaming" o la práctica peyorativa de llamarte por tu nombre asignado en lugar de nombre elegido. A pesar de que durante su pelea, Hayden había publicado detalles de la compañía de la esposa de Linehan en twitter, ella todavía se consideraba la parte agraviada.

En el centro de su disputa están las enmiendas propuestas por el gobierno a la Ley de Reconocimiento de Género (GAR por sus siglas en inglés) que, de ser aprobadas, permitirían a los hombres auto-identificarse como mujeres. Aquellos que han planteado preguntas sobre los problemas, como lo hizo Linehan, o expresaron una preocupación moderada por, por ejemplo, el acceso a espacios para personas del mismo sexo, se han visto vilipendiados. Mejor no mencionar a Karen White, la reclusa trans en una prisión de mujeres que admitió haber agredido sexualmente a otras presas a los pocos días de haber sido encarcelada.

Hayden, quien ha iniciado un procedimiento civil contra Linehan acusándolo de acoso, difamación y mal uso de información privada, dijo que había pasado cinco horas dando una declaración a la policía. Son cinco horas de tiempo policial, más el papeleo involucrado, y ¿por qué? ¿por describir a una persona con cromosomas XY como "él".

No sólo la policía se ha unido a los progres. El gobierno escocés lanzó la campaña One Scotland advirtiendo que no se tolerarán los delitos de odio y que se informará a cualquier persona que perpetre odio hacia las personas discapacitadas, lesbianas, gays y transexuales. Por supuesto, los delitos de odio deben ser procesados, pero en el clima de hoy, esto podría significar ser procesado por llamar a un trans, aunque sea un hombre biológico, "él". En nuestras universidades sucede lo mismo. La investigación neutral de estos temas, el discurso académico desinteresado y los puntos de vista diferentes están siendo silenciados y aullados.

Quizás, dado el prevaleciente clima maccartiano en nuestros campus, no deberíamos estar tan sorprendidos por el caso de James Caspian. Es un clínico de identidad de género y el administrador de una organización benéfica que trabaja para ayudar a las personas transgénero y transexuales. Otros especialistas le habían hablado del creciente número de chicos transexuales que deseaban volver a ser mujeres, a pesar de haberse sometido a una cirugía que les cambió la vida. Caspian decidió escribir su tesis sobre destransición  y presentó una propuesta sobre el tema en la universidad de Bath Spa como parte de su masters.

La propuesta fue rechazada por el comité de ética de la universidad porque podría considerarse políticamente incorrecta y ofender a las personas trans al señalar el hecho de que algunas personas se arrepienten de haberse sometido a una cirugía de cambio de sexo.

De este modo, aquí encontramos otro panegírico para el otrora premiado concepto de que las universidades existían para alentar la discusión, la investigación y para desafiar ideas obsoletas. Cuando Caspian se quejó le dijeron que la decisión de la universidad estaba justificada porque su investigación podría provocar ofensas innecesarias y ataques en las redes sociales. Caspian ahora tiene una página de donde recauda dinero para que se cambie esa decisión.

Este tipo de respuesta al desactivismo trans se ha extendido al mundo laboral. Ken Zucker dirigió la clínica de identidad de género infantil, juvenil y familiar con sede en Toronto en el Centro para la Adicción y la Salud Mental (CAMH) durante más de 30 años. Fue despedido en 2015 por supuestamente haber practicado la terapia de conversión en niños que se identificaron como transgénero porque aconsejó a los padres que observaran y esperaran antes de optar por los bloqueadores hormonales y/u otros tratamientos invasivos. CAMH encargó un informe externo y el día en que se publicó, sin consultar a Zucker, lo despidió. A principios de este mes, Zucker recibió una disculpa pública y una indemnización sustancial de CAMH.

Se está intensificando el cierre del dialogo precisamente cuando la necesidad de este se vuelve más urgente. A principios de este mes el ayuntamiento de Leeds canceló un evento organizado por Women´s Place UK para discutir los cambios propuestos a la GAR con menos de tres horas de aviso después de recibir quejas de desactivistas trans. El  mes pasado el alcalde de Merseyside, Joe Anderson, usó su salón de plenos para dar un discurso apasionado denunciando a ReSisters, un grupo feminista que se opone a los baños unisex en edificios públicos.

¿Hemos olvidado por qué tenemos que debatir estas normas? ¿No deberíamos estar examinando todos los aspectos que el impacto de esta legislación tendría en la mitad de la población si se aprobara? Los cambios propuestos están lejos de no ser controversiales y tendrán efectos materiales reales. Su discusión (como con cualquier cambio propuesto a la ley) es de lo que trata el proceso legislativo.

Hacer concesiones inmediatas al desactivismo trans elimina la posibilidad de que se lleve a cabo una investigación rigurosa sobre lo que ocurre. También otorga a un grupo la superioridad legislativa sobre los derechos de cualquier otro grupo. Es un gobierno basado en quien grita más fuerte. Además de poner vidas en riesgo, también sienta un terrible precedente para otros acosadores y grupos de presión impulsados ideológicamente. La policía, los gobiernos, los lugares de trabajo y de aprendizaje deben poder defender los derechos, no la retórica ilógica y peligrosa. De lo contrario, la democracia pierde. Y eso debería preocupar a más de la mitad de la población.

Comments

Popular Posts