Violencia familiar contra personas con discapacidad en México: El caso de Claudia

* * copiado tal cual del informe "Violencia familiar contra personas con discapacidad en México" de Human Rights Watch

Claudia es una mujer de 50 años de la Ciudad de México que tiene una discapacidad física y utiliza una silla de ruedas o muletas. En la época en que Human Rights Watch la entrevistó vivía con su padrastro y su madre. Describió cómo su padrastro la ha agredido y la humilla habitualmente:

Hace 14 años, tuve un tumor canceroso en la pierna derecha y tuvieron que quitarme todo el músculo. Desde ese momento, no puedo caminar. Yo estaba casada, pero tuvimos que mudarnos a la casa de mis padres [con mi padrastro y mi madre]. Al principio, mi esposo me apoyó, pero luego decidió [irse], y nos divorciamos. Después del divorcio, mi padrastro comenzó a hostigarme y a decirme que tenía que buscar otro lugar para vivir.

Una vez, yo estaba reparando mi silla de ruedas (odia que la use) y él deliberadamente apagó la luz para que no pudiera continuar con lo que estaba haciendo. Cada vez que tenemos contacto, me insulta y me dice “No sirves para nada. Eres perezosa”. Siento que, a veces, es mejor hacerte invisible.

Una vez, arrojó mi silla de ruedas fuera de la casa e intentó golpearme. Tuve que tomar una de mis muletas para alejarlo de mí. Me amenazó diciendo: “Si me tocas, vas a ver las consecuencias”.

Quiero denunciar los actos violentos que comete contra mí; quiero hacerlo para dejar un precedente. Mi madre no puede hacer nada para ayudarme, simplemente me dice que esa es su manera de ser.
La madre y el padrastro de Claudia no le permiten quedarse en la casa cuando ellos no están presentes. La obligan a salir con el argumento de que quieren que haga cosas por sí sola. Al no tener un trabajo ni otras actividades, ella espera en lugares públicos o depende de la ayuda de amigos. Explicó al respecto:

Tengo que irme de la casa durante el día y esperar hasta que mi madre regresa del trabajo por la noche. No me permiten quedarme en la casa cuando no hay otra persona allí, por eso paso el día esperando en restaurantes hasta que mi madre regresa. Cuando ellos se van de vacaciones, tengo que pedirles a amigos que me dejen quedarme en sus casas algunos días.
Claudia también manifestó sentirse atrapada y sin posibilidades de salir de esta situación de abuso debido a la falta de apoyo para poder vivir de manera independiente:

No puedo mudarme de la casa de mi madre porque no tengo los recursos necesarios. Tengo una pensión mensual de la Seguridad Social de 6. 000 pesos (USD 268) y el beneficio por discapacidad de 2. 550 pesos que recibo cada dos meses (USD 114), pero claramente no resulta suficiente para alquilar un departamento, comprar comida y cubrir otros gastos.

Por el momento, no tengo un asistente personal porque puedo girar el cuerpo para sentarme en la silla de ruedas, pero no podría subir ni bajar escaleras. Los apartamentos con ascensor son costosos y los que yo podría pagar están muy alejados de todo. Necesito estar cerca del transporte accesible, específicamente, del metrobús.

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