Contra el periodismo machista: Carta abierta a Pepa Fernández y Toño Fraguas

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Les escribimos en relación con el programa De pe a pa, emitido en RNE, la mañana del día 30 de junio de 2020, y al que titularon “Pienso, luego estorbo | J.K. Rowling y el debate Trans vs. Terf”. En él, ustedes expusieron de manera muy imprecisa y sesgada la polémica surgida a partir de los tweets de J. K. Rowling, así como el tema por el cual ella y muchas otras mujeres feministas nos hemos sentido con la necesidad de posicionarnos sobre este asunto.

El motivo de esta carta no es otro que el de explicarles cuál es la verdadera posición de las feministas, a las que en su programa se calificó de ‘terfs’, haciéndole el juego a todos aquellos que, en nombre del machismo o del transactivismo queer, nos tratan de silenciar y nos amenazan e increpan con ese calificativo que nos deshumaniza, cada día, por defender lo que es justo para las mujeres. Al igual que no titularían su sección con un título como el de ‘machistas vs. feminazis’, no es de recibo que recojan el insulto misógino ‘terf’ para titular el programa y abordar esta cuestión.

Con esta carta tratamos de que entiendan que no tendríamos tanto afán en recalcar que el sujeto político del feminismo somos las mujeres, si esto no fuera de vital importancia para la defensa de nuestros derechos. Si fuera un asunto baladí, no nos molestaríamos en defender que el sujeto político del feminismo somos nosotras, y que ese sujeto político no incluye a varones —se identifiquen como se identifiquen—.

Sin embargo, resulta que es un asunto de vital importancia, porque los derechos de las mujeres están basados en nuestro sexo, porque ha sido nuestro sexo al que históricamente se ha colocado en una posición de subordinación en el contexto de la sociedad patriarcal en la que vivimos. A nosotras no nos oprimen por sentirnos mujeres, sino por serlo. Y contra eso luchamos, con el fin de lograr una sociedad ética y justa. Esto no es una situación de dos bandos dentro del feminismo; lo que vivimos es una posición antifeminista disfrazada de progresismo e inclusividad, enfrentada a una posición feminista.

Desde el transactivismo queer, deliberadamente se están confundiendo los conceptos sexo y género, pretendiendo elevar el género a la categoría de identidad. El género son todos aquellos roles, comportamientos, maneras de ser y estar en el mundo que se imponen sobre cada sexo desde el momento del nacimiento, y que, sobre todo a nosotras, no nos dejan desarrollarnos y vivir en libertad. Elevar el género a la categoría de identidad y establecerlo mediante una ley significa blindarlo y perpetuar el mecanismo a través del cual nos oprimen a las mujeres.

En su programa dijeron que las feministas que estamos de acuerdo con Rowling defendemos que a las mujeres nos define nuestra biología. Tal afirmación es errada y les explicaremos por qué. A lo largo de los siglos, el machismo y el mal-trato a las mujeres se ha justificado precisamente por la biología, se decía que las mujeres éramos como éramos (dulces, abnegadas, sumisas, obedientes, calladas, …) ‘por naturaleza’ —naturaleza equivalía a biología—, negando el papel de la educación y la socialización en la imposición de esas características sobre nuestro sexo. El feminismo, durante sus 300 años de historia, ha luchado contra dicho esencialismo biológico, afirmando que no existe ninguna esencia femenina, que nosotras somos seres humanos nacidos hembra, y que merecemos ser tratadas con dignidad y respeto.

Es decir, lejos de afirmar que a las mujeres ‘nos define nuestra biología’, lo que las feministas
históricamente han afirmado y seguimos afirmando, es que, precisamente, nuestra biología no nos define, pero que es necesario nacer con ella para ser mujer. Aceptar los postulados del transactivismo queer que afirman que el cuerpo no determina si se es mujer u hombre, implica aceptar que es la feminidad, un alma femenina, o un cerebro femenino lo que hacen a alguien mujer, lo cual es machista, acientífico, neurosexista y retrógrado.

Debido a nacer con nuestra biología, con cuerpos de mujer, se nos trata de cierta (mala) manera en esta sociedad patriarcal, se nos impone el género femenino. Lo que nosotras defendemos es: que esas imposiciones en base al sexo son opresivas; que ser mujer, en un mundo no patriarcal, implicaría solamente nacer mujer, es decir con cuerpo de mujer; y que la identificación con lo femenino no hace a ningún varón mujer, por muy identificado que se sienta con la idea que tiene de lo que es ser mujer.

¿De verdad no encuentran deshumanizante llamar a las mujeres ‘personas que menstrúan’?
Porque este borrado y este trato denigrante es el que denunció J. K. Rowling. Dijeron ustedes en su programa que ‘decir que las personas que menstrúan son mujeres significa dejar fuera a las mujeres trans’, equiparando a varones que dicen ser mujeres con aquellas mujeres que, por circunstancias, no pueden reproducirse o no menstrúan. ¿De verdad no ven ofensivo comparar a mujeres menopáusicas con varones, por mucho que estos afirmen ser mujeres? ¿No les resulta paradójico que nadie esté cuestionando qué es ser un hombre o que nadie denomine a los hombres ‘seres eyaculantes’?

Históricamente, las mujeres hemos sido ‘lo otro’, el ‘segundo sexo’ como dijo Simone de Beauvoir. El hombre se sitúa, en la sociedad patriarcal, como lo neutro, lo objetivo, el centro, apropiándose de lo genéricamente humano. El feminismo ha sido la lucha de las mujeres, de la mitad de la población, por la superación de ese androcentrismo injusto; el feminismo ha sido y es la lucha por la superación de la otredad en la que se nos sitúa.

En su programa, se hizo referencia en dos ocasiones a las mujeres como ‘mujeres no trans’, lo cual es lo mismo que decir que, si un varón se autoidentifica como mujer, tiene derecho a adoptar el término ‘mujer’ para sí mismo y nosotras pasamos —nada nuevo bajo el sol— a ser otra vez la otredad, siendo ‘lo no trans’. Esto no contribuye a la liberación de las mujeres, y es, además, tremendamente ofensivo (ya que presupone que la categoría ‘mujer’ está incompleta si no incluye a varones).

En este momento, existe mucha presión para que se apruebe una ley que, entre otras graves consecuencias, implica que cualquier varón pueda cambiar su sexo registral con solo decirlo. En un mundo en el que las mujeres sufrimos violencia estructural a manos de varones, los espacios separados por sexos, las cuotas de paridad y otras leyes específicas, como la de violencia de género, existen para protegernos de la opresión y violencia estructural que sufrimos a manos de los hombres. Ante una ley que permitirá a cualquier varón acceder a estos espacios y protecciones simplemente con decir que se siente mujer, pedirnos que nos fiemos de que ningún varón se aprovechará de ello e insinuar que somos unas exageradas si denunciamos nuestras preocupaciones parece, cuanto menos, una muestra clara de nuestra opresión por ser mujeres y del machismo de la sociedad.

En otro momento de la transmisión, comparan nuestra postura con la de Hazte Oír, cuando, en realidad, nuestras posturas son contrarias. Si alguien de extrema derecha dice que la tierra es redonda y las feministas afirmamos lo mismo, ¿nos hace eso de extrema derecha? Decir que el sexo existe y que es inmutable, así como afirmar que nacemos mujeres u hombres no es ni de izquierdas ni de derechas; no es odio, es ciencia.

Les invitamos encarecidamente a que profundicen en este asunto y a que no sean cómplices de la opresión de las mujeres ni de este neomachismo disfrazado de buenrollismo e inclusividad.

Pregúntennos a las feministas. Miren en redes de qué lado de la cuestión están los argumentos, y de qué lado los insultos y la violencia (basta con mirar los comentarios a los tweets de J. K. Rowling que mencionaron en su programa). Busquen las consecuencias nefastas que ha tenido en Reino Unido y Canadá la aprobación de estas leyes de autoidentidad. Infórmense acerca de cómo la eliminación de la categoría sexo del marco jurídico vulnera los derechos de las mujeres y las personas homosexuales, y también cómo la ideología queer de quienes pretenden realizar esta maniobra daña también a la infancia. Googleen, de paso, Stormé DeLarverie —porque fue ella, una mujer lesbiana y negra, quien comenzó Stonewall, y no las ‘mujeres trans’ como afirmaron ustedes en su programa—.

Adoptar una pretendida postura neutral en un momento en el que se está a punto de dinamitar los derechos de la mitad de la población —derechos arduamente conseguidos— no es una posición ética. Apelamos a su pensamiento crítico, su capacidad de análisis, y a su deber periodístico de informar con claridad, concisión y verdad. Les pedimos que reflexionen sobre esto y que, al menos, no contribuyan al machismo ya existente propagando términos como ‘terf’ o tergiversando nuestra postura en un medio con tan amplio público como es en el que trabajan. Nosotras, por nuestra parte, seguimos luchando por los derechos y la liberación de las mujeres.

Les mandamos un saludo feminista, esperando que nuestra carta les sirva para arrojar luz
conceptual y teórica sobre este asunto, así como para animarles a que ahonden en esta cuestión.

Fdo.: Espacio Feminista Radical y Juventudes Feministas

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