Custodia y mitos que ponen a los menores en peligro

Traducción libre de un artículo interesantísimo sobre violencia doméstica, mujeres maltratadas, maltrato infantil y los mitos sobre divorcio/custodia/madres malvadas que dañan a l@s niñ@s y las madres en el proceso de divorcio. Nótense dos cosas:

(a) Me cabrea muchísimo la palabra “abusador” - los norteamericanos lo utilizan para hablar de abusos sexuales a menores. En mi modesta opinión, un violador es un violador, tenga la víctima 4 u 80 años.

(b) Recomiendo leer el original porque mi traducción es libre y además he pasado de copiar la bibliografía que si no iba a estar aquí hasta el 2012.

© Stephanie Dallam, Joyanna Silberg, Stop Family Violence, The Leadership Council
Fuente: http://www.stopfamilyviolence.org/info/custody-abuse/statistics/myths-that-place-children-at-risk-during-custody-litigation

MITOS QUE PONEN A LOS NIÑOS EN PELIGRO DURANTE LA PELEA POR LA CUSTODIA

En EEUU aproximadamente uno de cada dos matrimonios termina en divorcio, lo que afecta a alrededor de un millón de menores cada año. En cercal del 10% de los divorcios se lucha además por la custodia de los hijos. Al mismo tiempo, la violencia doméstica y el maltrato infantil son problemas muy extendidos en nuestra sociedad y las parejas con un historial de violencia suele acabar divorciándose. Con frecuencia lo que se esconde detrás de los casos más amargos de divorcio es la custodia de los hijos.

Desafortunadamente, la custodia puede convertirse en un vehículo con el que maltratadores y violadores intentan extender o mantener su control y autoridad sobre sus víctimas después de que se haya disuelto el matrimonio. Aunque no se ha encontrado una mayor incidencia de acusaciones falsas por violencia doméstica o maltrato infantil en el contexto de las peleas por la custodia, la policía y los tribunales tienden a sospechar irracionalmente de las denuncias presentadas durante la separación o el divorcio. Esto hace que la mujer maltratada y sus hijos puedan sentirse re-victimizados por el sistema después de la separación.

Determinar quién obtiene la custodia de los hijos cuando ambas partes no se ponen de acuerdo no es fácil. L@s observadores o evaluadores en los casos de custodia a menudo no están lo suficientemente entrenados para reconocer y responder ante casos de maltrato infantil o violencia doméstica. La mayoría de decisiones sobre custodia se basan en mitos, interpretaciones erróneas de datos o estadísticas y la opinión subjetiva de los evaluadores.

A continuación presentamos un resumen de los mitos que contribuyen a que los menores no sean protegidos del maltrato en los juzgados:

MITO # 1. LAS ACUSACIONES DE ABUSO SEXUAL SSON FRECUENTES DURANTE LOS JUCIOS POR CUSTODIA Y LA MAYORIA DE LAS ACUSACIONES SON FALSAS, NO TIENEN FUNDAMENTO Y NO SON PROBADAS.

Mucha gente cree las acusaciones de maltrato y/o abusos sexuales se usan alegremente en todos los casos de divorcio y custodia y que se usan como arma táctica para ganar ventaja. Cuando una pareja se enfrenta en un juicio por divorcio y custodia es normal preocuparse por sus motivos cuando se presentan nuevas acusaciones. Sin embargo, se ha demostrado que las acusaciones de abusos sexuales no son comunes durante los juicios por custodia y tampoco se producen en un porcentaje más alto que las denuncias por abusos sexuales presentadas durante cualquier otro momento.

Una unidad investigativa de la Association of Family and Conciliation Courts de Denver investigó la incidencia y validez de las acusaciones de abusos sexuales en los casos de custodia en un periodo de dos años. El estudio demostró que, contrario a la creencia popular, sólo había habido acusaciones por abusos sexuales en el 6% de los casos de custodia. La creencia de que estas acusaciones son típicamente falsas también fue disputada por este estudio. La mitad de las acusaciones resultó ser cierta y en otro 17% no se pudo determinar la validez con certeza. El tercio de acusaciones restante no pudo ser probado; sin embargo, se concluyó que las acusaciones habían sido de buena fe y basadas en sospechas fundadas. Otros investigadores han llegado a las mismas conclusiones. Un estudio australiano de 1997 (Brown) concluyó que las acusaciones falsas durante el divorcio eran del 9%, una cifra similar a las acusaciones falsas en cualquier otro momento. Otro estudio en el 2000 (Schuman) encontró entre 1% y un 5% de denuncias deliberadamente falsas y entre un 14% y un 21% de denuncias presentadas por error.

Es importante destacar que no siempre son las madres las que acusan a los padres cuando se ponen denuncias falsas. Dos profesores universitarios canadienses, Nicholas Bala y John Schuman, analizaron sentencias de tribunales canadienses en las que se habían hecho acusaciones de maltrato físico o abuso sexual en el contexto de la separación parental. Examinando 196 casos y decisiones tomadas entre 1990 y 1998 legaron a la conclusión de que los jueces habían determinado que sólo 1/3 de las denuncias por maltrato infantil que no se pudieron demostrar en los juicios habían sido puestas por alguien que había mentido deliberadamente en el tribunal. En estos casos, los jueces vieron que los hombres eran mucho más propensos que las madres a inventarse estas acusaciones. De las acusaciones presentadas por las madres, sólo el 1.3% eran falsas comparado con el 21% de acusaciones falsas hechas por hombres.

En definitiva, la evidencia disponible: (a) refuta la idea de que las acusaciones de abusos sexuales en el contexto de la lucha por la custodia son una epidemia, y (b) contradice la idea de que estas acusaciones son hechas por una madre con problemas mentales o sed de venganza. No hay indicios ni evidencia que sugiera que un número significativo de padres están recurriendo a falsas denuncias para obtener la custodia de sus hijos.

MITO #2: EL HISTORIAL DE MALOS TRATOS NO TIENE NADA QUE VER CON EL MALTRATO INFANTIL.

Las mujeres que han sido maltratadas por sus parejas a menudo temen por la seguridad de sus hijos – especialmente después de separarse cuando no están presentes para interceder por ellos. Se ha sugerido que este miedo no tiene base ya que no hay una relación clara entre violencia doméstica y las diferentes formas de maltrato infantil. Hay abundantes informes que no apoyan esta visión ya que se ha demostrado que las dinámicas que llevan a la violencia doméstica también pueden desembocar en maltrato infantil. La Asociación Norteamericana de Psicología señaló en un informe que de los padres que maltratan a las madres de sus hijos también puede esperarse maltrato y técnicas de control sobre los niños (APA, 1996).

Hasta la fecha, los más de 30 estudios sobre la coincidencia de violencia doméstica y maltrato infantil han demostrado que, en general, ambas formas de violencia se encontraron en el 40% de las familias estudiadas con un porcentaje que oscila entre el 30% y el 60% de las familias (Appel & Holden, 1998, Edleson, 1999). Quizás la evidencia más convincente venga de una encuesta a 3,363 padres y madres norteamericanos. Entre los resultados se encontró que la violencia marital era una señal predictiva estadísticamente significativa de maltrato infantil. A mayor violencia contra un miembro de la pareja, mayor la probabilidad que los niños fuesen maltratados por el adulto maltratador. Esta relación es más fuerte en el caso de los maridos que en el caso de las esposas. La probabilidad de maltrato infantil a manos de un marido maltratador sube del 5% con un sólo episodio de violencia doméstica a casi el 100% con 50 o más episodios de violencia doméstica. La probabilidad de maltrato infantil por parte de una esposa maltratadora sube del 5% con un sólo episodio violento al 30% con 50 o más episodios de violencia.

Aunque se ha estudiado menos, los datos disponibles demuestran que hay razones para preocuparse sobre la coexistencia de violencia doméstica y abusos sexuales en los niños. Pavesa (1988) estudió cuidadosamente a 34 familias en las que se daba incesto padre-hija y las comparó a otras 68 familias. Las hijas de maltratadores estaban 6.5 veces más expuestas a ser víctimas de incesto que las otras niñas. La evidencia de la coexistencia entre violencia doméstica y abusos sexuales a menores también se ha descubierto en las entrevistas con niños. Por ejemplo Roy (1988) entrevistó a 146 niños de entre 1 y 17 años que habían sido testigos de violencia doméstica. Casi un tercio de las niñas (31%) denunció haber sido sexualmente abusada por su padre y/o tenía el abuso documentado en su historial. Una encuesta con 313 estudiantes universitarias arrojó resultados similares. El 9% admitió haber sido testigo de algún tipo de conflicto entre sus padres. Ser testigo de violencia marital estaba asociado con maltrato infantil y/o abusos sexuales (Feerick & Haugaard, 1999).

Aun así, un niño no tiene que ser maltratado o violado para ser víctima de violencia doméstica. El estudio de niños expuestos a violencia doméstica ha identificado consistentemente una serie de efectos negativos en estos niños. (Kernic et al., 2003; Wolfe et al., 2003). De hecho, los niños expuestos a violencia doméstica pueden sufrir problemas emocionales y de comportamiento comparables a los de aquellos niños que sí han sido víctimas directas de maltrato o abusos sexuales (Jaffe, Wolfe, & Wilson, 1990)


MITO #3: RARA VEZ SE DA LA CUSTODIA A PADRES MALTRATADORES.

Se ha sugerido que el cambio de la custodia de la madre protectora al padre maltratador es algo que rara vez ocurre. A la mayoría de nosotros nos gustaría pensar esto. Desafortunadamente la investigación empírica ha demostrado repetidamente que los hombres que piden la custodia de sus hijos, tengan o no un historial de violencia, a menudo la obtienen.

Aunque las mujeres suelen obtener la custodia de los hijos, a menudo esto es porque ellas la piden más a menudo. Cuando los hombres piden la custodia la obtienen frecuentemente. Según un informe de la Asociación Norteamericana de Psicología, es más probable que un maltratador pida la custodia exclusiva de sus hijos que un padre no violento y el padre maltratador suele tener las mismas probabilidades (incluso más) de obtener la custodia que la madre (APA, 1996). Un informe de la Asociación de Jueces Norteamericanos dice que un maltratador que pide la custodia es capaz de convencer a los jueces de que la merece y obtenerla en el 70% de los casos.

La mayoría de las parejas en “divorcios altamente conflictivos” que luchan por la custodia de sus hijos tiene una historia de violencia doméstica y maltrato infantil. Por ejemplo, la revisión de un grupo de madres que debían someterse a evaluación psicológica antes de que se tomase una decisión sobre la custodia determinó que había violencia doméstica en el 75% de los casos (Jaffe & Austin, 1995 citados por Jaffe, Crooks, & Poisson, 2003). Otro estudio encontró que, de las madres a las que se les había mandado terapia porque el proceso de mediación había fallado o las peleas sobre el cuidado de los hijos no tenían fin, entre un 70% el 75% había descrito agresiones físicas dentro del matrimonio (Johnston & Campbell, 1988).

Lanzar acusaciones de maltrato a menudo daña más a la madre protectora que al padre maltratador. Un estudio del Instituto Nacional de Justicia demuestra que las mujeres que le han dicho a los mediadores de custodia que han sido víctimas de violencia doméstica a menudo reciben informes sobre custodia menos favorable (Saccuzzo & Johnson, 204). Sólo el 35% de las madres que denunciaron ser víctimas de violencia doméstica obtuvo la custodia exclusiva de sus hijos frente al 42% de madres que no denunciaron sus malos tratos. Los padres que fueron acusados de maltratadores recibieron la custodia en el 10% de los casos frente a sólo el 9% de padres no maltratadores que la recibieron. Es decir, denunciar episodios de violencia doméstica daña a las mujeres que denuncian ser víctimas mientras sus maltratadores no sufren ningún tipo de consecuencias – a no ser que la persona que ejerce la función de mediador en el divorcio vea indicios de malos tratos sin que la víctima los haya denunciado. En ese caso, el/la mediador/a recomienda que haya una persona presente cuando se produzca la recogida y entrega de los menores. Por tanto, las mujeres que fueron honestas y hablaron de los malos tratos sufridos durante el matrimonio están menos protegidas y también reciben menor protección para sus hijos.

Un estudio reciente confirma estos resultados (Kernic et al., 2005). Se analizó la documentación en más de 800 parejas con hijos que se divorciaron entre 1998 y 1999 incluyendo 324 casos con un historial de violencia doméstica y se demostró que la evidencia de violencia doméstica no parecía cambiar la forma en la que los jueces decidían la custodia. En otras palabras, los padres violentos tenían la misma probabilidad de obtener la custodia que los padres no violentos. Sólo se le negó la custodia al 17% de los padres con un historial conocido de violencia doméstica y ese 17% tenía la misma probabilidad que los padres no violentos de que se les impusieran un régimen de visitas supervisadas.

Las conclusiones de un estudio de Neustein y Goetting (1999) arrojaron dudas preocupantes sobre cómo están tratándose los casos de abusos sexuales en los tribunales. Neustein y Goetting investigaron la respuesta judicial a las quejas de las madres sobre abusos sexuales en casos ampliamente documentados y determinaron que sólo en el 10% de los casos se otorgó la custodia a la madre y se dictaminó la obligatoriedad de que las visitas con el abusador estuvieran supervisadas. En un 20% de los casos el resultado de la denuncia fue predominantemente negativo al ser la custodia legal y física otorgada al padre abusador (página 108). En el resto de los casos los jueces se decantaron por la custodia compartida sin el requerimiento de que las visitas con el abusador estuviesen supervisadas.

Los investigadores de la Universidad Estatal de California están llevando a cabo una encuesta para conocer mejor los problemas a los que tiene que hacer frente las madres protectoras (Stahly et al., 2004). Hasta la fecha alrededor de 100 madres han completado la encuesta con 101 preguntas. Los resultados son sorprendentes. El 94% de las madres era la principal cuidadora de sus hijos antes del divorcio y el 87% tenía la custodia en el tiempo de la separación. Sin embargo, después de denunciar el maltrato o abuso sexual, sólo el 27% de las madres continuó teniendo la custodia. La mayoría de las madres protectoras perdió la custodia de sus hijos en procesos “ex parte”, juicios de urgencia en los que no se les notificó ni se requirió su presencia. La gran mayoría de estas madres (97%) dijo que el personal judicial ignoró o minimizó sus denuncias de abusos sexuales y que las castigaron por intentar defender a sus hijos. El 65% dijo haber sido amenazada con condenas si hablaba públicamente de los casos. Un 45% de estas madres dijo haber sido etiquetada como sufridora del síndrome de alienación parental (SAP). Las madres protectoras afirmaron que el coste estándar del divorcio y la batalla por la custodia podía superar los $80,000. Más del 25% dijo haber sido obligada a declararse en bancarrota como resultado directo de pedir la custodia de sus hijos. El 85% creía que sus hijos seguían siendo maltratados/abusados; sin embargo, el 63% afirmó haber dejado de denunciar el abuso por miedo a perder el contacto con sus hijos. Un 11% de los menores había intentado suicidarse.


MITO # 4: LAS BUENAS MADRES NO PIERDEN LA CUSTODIA DE SUS HIJOS.

Mucha gente asume que la única explicación a que una madre haya perdido la custodia de sus hijos es que en el juicio se demuestre que ella es una mala madre. La mayoría de la gente tiene problemas para creer que un tribunal podría quitarle la custodia a una madre por el simple hecho de expresar su preocupación por su seguridad personal o la seguridad de sus hijos. Desafortunadamente, esto sucede. La pregunta es ¿por qué?

No hay una única respuesta a esa pregunta. Primero, está la noción ampliamente extendida en nuestra sociedad de que una persona que parece ser normal y que actúa con normalidad no podría ser un maltratador. Los maltratadores y agresores sexuales se aprovechan de esta tendencia a asumir los comportamientos privados de una persona basándonos en su apariencia o en su comportamiento en público y, dando la impresión de ser padres modelos durante el juicio, utilizan esta ceguera colecita en su ventaja (Salter, 2003). Por otro lado, las madres que están preocupadas por la seguridad de sus hijos a menudo dan la impresión de ser super protectoras y estar exagerando el problema. Un informe de la asociación Norteamericana de Psicología dice: “Si el tribunal ignora el historial de violencia doméstica como la razón para el comportamiento de la madre durante el juicio por la custodia, la madre puede parecer hostil, no cooperativa o mentalmente inestable. Por ejemplo, ella puede negarse a proporcionar su dirección o resistirse a visitas parentales no supervisadas especialmente si piensa que pueden poner a su hijo en riesgo. Los psicólogos que minimizan la importancia de la violencia contra la mujer o patologuizan su respuesta pueden acusarla de alienar a su hijo del padre y llegar a recomendar que se dé al padre la custodia a pesar de su historial violento” (APA 1996).

Un segundo factor por el que madres perfectamente capacitadas pierden la custodia de sus hijos es que muchos jueces creen que la única razón por la que las mujeres denuncian abusos sexuales durante los juicios es solo por una cuestión táctica, para tomar ventaja. Sin embargo, las investigaciones no han podido encontrar esa “ventaja”. De hecho, las mujeres que acusan a sus parejas de abusos sexuales tienen a recibir sentencias menos favorables que aquellas mujeres que no lo hacen (Saccuzzo & Johnson, 2004). Esto puede deberse a que los tribunales crean que las mujeres que denuncian abusos sexuales en realidad exageran los incidentes de violencia o se los inventan para manipular a los jueces (Doyne et al., 19). Por este motivo, hay abogados que les aconsejan a sus clientas que no le digan a los jueces o a los mediadores nada sobre su historial de violencia doméstica ni sobre el maltrato infantil porque al hacerlo se arriesgan a que el maltratador obtenga la custodia ("Custody Litigation," 1988; Saccuzzo & Johnson, 2004).

Un tercer factor que contribuye a este problema es la ley. La mayoría de los estados han adoptado leyes que favorecen los acuerdos de custodia compartida. También hay leyes que favorecen a la parte que se muestre más dispuest@ a compartir la custodia en caso de que las partes no se pongan de acuerdo. Al menos 31 estados tiene estatutos que obligan a los tribunales a considerar lo dispuesta que se muestra una parte u otra cuando deciden quien obtiene la custodia de los hijos (Gonzalez & Reichmann, 2005). Esta preferencia por el padre o la madre que más coopere tiene como objetivo garantizar que los niños vayan al padre más propenso a facilitar la relación con la persona que no tiene la custodia. Aunque este es un objetivo loable, en la práctica estas leyes se usan para castigar a las madres que denunciaron violencia doméstica o maltrato infantil (Dore, 2004). Estas leyes tienen a beneficiar a los maltratadores que rara vez que oponen a la custodia compartida. Las madres protectoras, por el contrario, intentan a menudo que el maltratador no tenga acceso a los niños. Hacer acusaciones de maltrato o abuso sexual sugiere que la madre que levanta acusaciones no coopera y, por lo tanto, debe retirársele la custodia (Dore, 2004). Algunos profesionales han encontrado que estas leyes a menudo son empleadas contra el guardián legal de los niños {es decir, la madre} (Zorza, 1992).

Una cuarta razón por la que una buena madre puede perder la custodia de sus hijos es debido a la laxitud de estándares y a que se permita que pseudo-ciencia pueda incluir las decisiones de un tribunal.

MITO # 5: EL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL ES UN FENÓMENO COMÚN Y BIEN DOCUMENTADO.

Aquellos que piensan que las madres hacen acusaciones de maltrato o abuso infantil falsas a menudo intentan explicar ese fenómeno basándose en la teoría del Síndrome de Alienación Parental (SAP). Hay quien sugiere que esta teoría está científicamente basada y que el SAP es un fenómeno bien documentado.

Aunque los hijos puedan alejarse de uno o ambos padres durante el divorcio, el síndrome de alienación parental carece de base científica y nunca se ha demostrado que proporcione una explicación valida a este alejamiento. De hecho, el creador de la teoría, Richard Gardner, la desarrolló mientras trabajaba como un consultor pagado por hombres acusados de abusar sexualmente de sus hijos. El síndrome fue creado como una teoría defensiva para contrarrestar las acusaciones de abuso sexual (Dallam, 1999).

Gardner define el SAP como "un trastorno que surge principalmente en el contexto de las disputas por la guarda y custodia de los niños. Su primera manifestación es una campaña de difamación contra uno de los padres por parte del niño, campaña que no tiene justificación. El fenómeno resulta de la combinación del sistemático adoctrinamiento de uno de los padres y de las propias contribuciones del niño dirigidas a la vilificación del progenitor objetivo de ésta campaña denigratoria".

Gardner define el SAP como un desorden psiquiátrico que surge durante el curso de las batallas por la custodia en el contexto de sentencias adversas. La teoría de Gardner presenta al progenitor favorito del menor o al protector (la madre según el SAP) como un alienador malvado que es el único responsable de volver a los niños contra su otro progenitor (usualmente el padre según el SAP). Por tanto se ve al menor como a un enfermo mental y al padre alienador (por ejemplo, una madre que denuncie sus sospechas de abuso sexual) como la única causa de ese desorden. Cuando se estima que ese progenitor está en la categoría más severa del síndrome, Gardner recomendaba que se le diera la custodia exclusiva al progenitor que ha sido acusado por el menor de maltrato o abuso sexual. De ese modo, la principal cura para la pretendida enfermedad mental del menor es aumentar el contacto con su abusador/maltratador mientras se debe limitar o directamente cortar todo contacto con su protector.

Hay que recordar que Gardner nunca sometió su teoría a juicio (no la mandó a ningún comité para que se probase científicamente) y que nunca se ha demostrado que sea un síndrome valido. A pesar de esto, el SAP ha ganado terreno en los tribunales ya que va bien con las leyes que favorecen la custodia compartida. Peor aún, algunos tribunales han aceptado el SAP porque es una explicación fácil para las a menudo amargas peleas entre los padres durante los casos de divorcio y custodia.

Desafortunadamente, el síndrome de alienación parental presenta a los tribunales con una paradoja que parece minar la capacidad de tomar decisiones de un modo racional a la hora de determinar qué es lo mejor para los menores. Con el SAP, los pasos que se tomen para obtener ayuda profesional a la hora de diagnosticar, tratar y proteger a los menores se convierten en "pruebas" de “alienación”. El abogado Richard Ducote observó que “una ironía del SAP es que la cada vez mayor existencia de evidencia valida de abusos sexuales lleva a Gardner a diagnosticar el síndrome más fervientemente. De este modo el SAP se convierte en un sueño para el abogado defensor: a mayor prueba del crimen, mayor prueba para la defensa” (2002).

En periódicos y revistas profesionales el SAP se ha usado como ejemplo de pseudo-ciencia y charlatanería que se ha presentado en los tribunales como evidencia forense creíble. Rotgers y Barrett (1996) citan al SAP como principal ejemplo de una teoría no científica que se basa en lógica inversa. Más aún, el SAP ha sido ampliamente desacreditado en los círculos académicos por su machismo y por círculos académicos por su machismo, por su predisposición a aliarse con el padre maltratador/violador y por no ofrecer explicaciones alternativas a los comportamientos observados en las supuestas madres alienadoras.

MITO # 6: ES MÁS PROBABLE QUE LOS NIÑOS SEAN MALTRATADOS ESTANDO AL CUIDADO DE UNA MUJER QUE AL CUIDADO DE UN HOMBRE.

El mito de que las mujeres son más violentas con los hijos que los hombres está siendo difundido por algunos grupos extremistas. Este mito se basa, en parte, en estadísticas de un informe del U.S. Department Health and Human Services (HHS) sobre drogadicción y maltrato infantil. El informe presenta cifras como que, de todos los menores maltratados por sus progenitores, el 40.8% fue maltratado únicamente por sus madres frente a un 18.8% que fue maltratado solamente por el padre y a un 16.9% que fue maltratado por ambos. Estos grupos extremistas quieren reinterpretar las conclusiones del estudio y utilizarlo para sugerir que los menores tienen más riesgo viviendo con la madre que con el padre.

Al leer este informe es importante destacar que se hizo basándose en niños menores de 3 años. Ya que las mujeres suelen tener más contacto con niños de esas edades que los hombres, es lógico que en general el riesgo de los niños de ser maltratados por una mujer sea mayor. Sin embargo, eso no significa que un niño está más a salvo bajo el cuidado de su padre.

En un estudio sobre mortalidad infantil y violencia doméstica durante un periodo de 8 años en Missouri se encontró que solo en el 26% de los casos la agresora era una mujer (Schnitzer & Ewigman, 2005). La gran mayoría de agresores, el 71.2%, era hombre. En el 34.9% de los casos el agresor era el padre del menor. En el 24.2% el agresor era el novio de la madre. La madre fue la agresora y causante de la muerte sólo en el 19.7% de los casos. En otro estudio Schnitzer y Ewigman llegaron a la conclusión de que los menores están más a salvo cuando viven con sus dos padres biológicos o con uno de sus padres biológicos y ningún otro adulto. El riesgo de maltrato infantil sube si los niños viven con hombres que no son sus parientes (2005)

Estudios más recientes revelan conclusiones parecidas. Por ejemplo, durante un período de 12 años Starling y sus colegas (1995) identificaron a los causantes de trauma craneal mortal y no mortal en el hospital infantil de Denver. Los agresores masculinos ganaban a las agresoras en un ratio de 2 a 1. El 68.5% de los agresores eran hombres con los padres, padres adaptivos y novios de las madres cometiendo más del 60% de los crímenes (los padres el 37%, los novios el 20.5%). Los hombres también tendían a infligir heridas más severas. Los hombres fueron los causantes del 74.2% de muertes por trauma craneal causado como consecuencia de maltrato. El mayor grupo de agresoras correspondió a las canguros, responsables del 17.3% de casos. Las madres eran responsables de sólo el 12.6% de los traumas craneales.

Al sopesar la seguridad de los menores y su ambiente, los tribunales deberían considerar las gormas en las que las estadísticas pueden malinterpretarse. Además deben recordar que una serie de datos estadísticos no pueden decirnos cuál es la mejor situación para cada niño en cada caso especifico. Actualmente, el mejor indicador que se tiene sobre la posibilidad de ser violento en el futuro es el comportamiento pasado (Crowley, 2005). De esta forma, las decisiones de custodia requieren que se examine minuciosamente la evidencia existente más que la retorica. Los tribunales deberían prestar especial interés al testimonio de los menores sobre el abuso o abandono sufrido, la interacción de los padres con los menores y la evidencia de que los padres hayan maltratado a otras personas en el hogar con anterioridad.

© Stephanie Dallam, Joyanna Silberg, Stop Family Violence, The Leadership Council
Fuente: http://www.stopfamilyviolence.org/info/custody-abuse/statistics/myths-that-place-children-at-risk-during-custody-litigation

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