Efectos de la custodia compartida y el SAP en la salud de los hijos e hijas
© Soledad Muruaga
López de Guereñu, CELEM
* * copiado tal
cual de “Custodia responsable y sus obstáculos: el SAP”, de VVAA, Depósito
legal: M-44438-2011, publicado por la Comisión de Violencia de CELEM, editado
por la Coordinadora Española para el Lobby Europeo de Mujeres. Puedes
descargarte el libro siguiendo este enlace: http://www.celem.org/pdfs/publicaciones/Custodia_compartidaySAP.pdf.
* * * Soledad
Muruaga López de Guereñu es presidenta de la Asociación de Mujeres para la
Salud y vicepresidenta de CELEM
Según la Teoría
del Apego, el sentimiento de seguridad de los/as menores depende de la
seguridad de su vínculo con sus figuras de apego tempranas y la calidad de
estas relaciones sirve como modelo de relación en su vida adulta.
Las relaciones
vinculares de la infancia constituyen los modelos que regirán las futuras relaciones
amorosas del niño y de la niña en la adultez con sus parejas, familia y amistades.
De estos modelos aprenden cómo son las relaciones cercanas tanto en la vida cotidiana
como en momentos estresantes.
Por ello, la
calidad de la relación de una pareja tiene un papel fundamental en el tipo de
vínculo que establece cada cual con su hijo o hija.
Cuando una pareja
está pasando por una crisis, como puede ser su ruptura, incluso con custodia
compartida, sin consenso, los patrones vinculares con los hijos e hijas tienden
a hacerse desorganizados.
Influencia en los hijos e hijas de las desigualdades de género en la
vida de pareja
En informes del
Observatorio de Salud de las Mujeres (OSM), publicados en 2007 por el
Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, se pone de manifiesto que un
importante factor de riesgo para la salud de las mujeres es tener dos o más
hijos/as, cosa que no afecta a los hombres de la misma forma. Las
investigaciones concluyen que esta diferencia se debe a la desigualdad con que asumen,
la mujer y el hombre, las cargas de trabajo de la crianza y el diferente significado
de la maternidad y la paternidad tradicionales.
En el modelo
tradicional, las cargas de la crianza recaen de forma desproporcionada en las
mujeres, que deben realizar un sobre-esfuerzo físico y emocional en las
múltiples tareas de los cuidados. Sin embargo, para la mayoría de los hombres
la paternidad representa algo nominal y social, libre de las tareas de cuidados
y de las culpas que esto conlleva. Por la misma construcción de género, el significado
de las/os hijas/os es distinto en el ideal de masculinidad y feminidad. Para las
mujeres, los hijos e hijas forman parte de su integridad, del núcleo de su ser,
lo que no ocurre, de igual manera e intensidad, en el caso de los hombres.
Según informes de
la Organización Mundial de la Salud OMS, los aspectos psicosociales de género,
influyen diferencialmente en la salud de padres y madres, provocando la peor salud
de las mujeres.
A partir de una
separación, muchas mujeres toman conciencia del gran porcentaje de su tiempo y
de la cantidad de energías que han dedicado a los cuidados de los otros, en
detrimento de su promoción personal y de su menoscabo económico actual.
Aunque la ruptura
de la pareja constituye una de las etapas de vida más crítica para ambas
personas, los datos nos muestran que las más empobrecidas, tanto a corto como a
largo plazo, resultan las mujeres.
Según nuestra
experiencia en la Asociación de Mujeres para la Salud (AMS), durante más de dos
décadas, ofreciendo tratamiento psicológico a un gran número de mujeres separadas,
no es cierto que quedarse con la custodia de los hijos e hijas represente un
beneficioso negocio para la mayoría de ellas, sino todo lo contrario,
representa una sobrecarga de trabajo y numerosos problemas económicos y
emocionales por las conflictivas relaciones con sus ex parejas.
¿Es posible una custodia compartida positiva y responsable?
Los datos y
conocimientos que hemos ido atesorando en nuestro Espacio de Salud Entre Nosotras
sobre un tema tan conflictivo, como es una separación o divorcio, nos han
llevado a las profesionales de AMS, a ciertas conclusiones sobre los requisitos
que suelen darse en los dos miembros de la pareja que se separa, para que una
custodia compartida sea perjudicial o sea beneficiosa para los y las menores.
En primer lugar,
sabemos que la mayoría de las parejas cuando se separa, en torno al 80%, no
quieren una custodia compartida, porque generalmente los varones no consideran
compatible su tiempo, su trabajo, ni su preparación y habilidades para ejercer ellos
solos, de forma adecuada, los cuidados cotidianos de sus hijos e hijas, ya que
no lo han realizado anteriormente durante el tiempo que duró la convivencia
familiar.
Sólo una minoría está de acuerdo en ejercer la
custodia compartida como la mejor opción para sus hijos e hijas y se ponen de acuerdo
para llevarla a cabo. Sin embargo, existeotro grupo, en torno al 10%, que sólo uno
de los miembros de la pareja, que suelen ser padres conflictivos y violentos, lo
requieren judicialmente, vendiéndolo como lo mejor para sus hijas e hijos, y obligando
a la madre a ejercer una custodia compartida no deseada; esto conlleva todo tipo
de problemas y consecuencias negativas para las mujeres y, fundamentalmente, para
los hijos e hijas.
En los casos
minoritarios en los que la pareja se pone de acuerdo para ejercer la custodia
compartida, observamos que esta opción acordada tiene muchas ventajas para sus
hijas e hijos. Pero en la actualidad, son muy pocas y especiales las parejas
que reúnen las características adecuadas para compartir los cuidados y la
educación de los/as menores, entre las que se encuentran las siguientes:
-
No ha existido violencia de género durante la relación de pareja.
-
Ambos, padre y madre, desean ejercer la custodia compartida.
-
Ambos han ejercido equitativamente y desde el principio de su relación
los cuidados, tanto físicos como afectivos, de sus hijos e hijas y ambos poseen
las habilidades necesarias para continuar realizando estas tareas por separado.
-
Ambos tienen recursos económicos suficientes para mantener el cuidado y
educación de los y las menores. En caso de existir un desnivel económico,
logran ponerse de acuerdo en una compensación que mantenga a sus hijos en un
nivel de vida parecido.
-
El padre y la madre tienen sus respectivas viviendas situadas y
acondicionadas de forma que les permite a sus hijas e hijos continuar su rutina
diaria de colegio, amistades y actividades sin grandes cambios en sus dos
hogares.
-
Ambos los educan y los crían con normas y pautas educativas similares.
-
No utilizan a los hijos e hijas para transmitirles sus propios odios,
rencores y frustraciones hacia la ex pareja.
En resumen, para
que la custodia compartida sea positiva para los y las menores es necesario que
ambas personas, padre y madre, tengan unos mínimos de generosidad y madurez
emocional, además de suficientes recursos económicos y afectivos, así como las necesarias
habilidades para cuidarlos y educarlos.
Efectos de la custodia compartida, sin acuerdo
En EE UU, donde
desde hace varios años existe la custodia compartida impuesta judicialmente, en
contra de la voluntad de las madres, se ha comprobado que estas imposiciones
constituyen otra forma más de violencia de género, no sólo contra las madres, sino
fundamentalmente contra los hijos e hijas.
Se ha observado
que cuando la custodia compartida es impuesta judicialmente, ello afecta
directamente las pautas de crianza de los hijos e hijas, agudiza el
enfrentamiento entre los miembros de la ex pareja y dificulta su disponibilidad
emocional para los y las menores. Los desacuerdos y hostilidades en la ex pareja
afectan directamente a la crianza de los hijos e hijas, con constantes conflictos
sobre normas en casa y las medidas educativas.
Sus efectos se
acentúan cuanto mayor es la hostilidad y la descalificación en la ex pareja,
además de la triangulación en la que se encuentra el niño o la niña que sufre
las nefastas consecuencias de mensajes contradictorios y educaciones dispares, provocando
graves traumas y sufrimientos psicológicos a corto y a largo plazo.
Las circunstancias
conflictivas en el seno de la vida de dos hogares con criterios opuestos y enfrentados
impiden a las y los menores el desarrollo de un sentimiento de confianza o seguridad.
Se ha comprobado que los niños y las niñas expuestos/as a relaciones conflictivas
o violentas entre su padre y su madre, suelen responder ante las dificultades
con alto grado de estrés y tienden a ser más agresivos con sus iguales.
La depresión y
baja autoestima que se genera en la mujer tras una separación conflictiva y con
una custodia compartida obligada le resta seguridad y asertividad para ejercer las
tareas educativas de sus hijos e hijas. La situación de conflicto permanente con
su ex pareja lleva a que esté en mayor riesgo de presentar síntomas de estrés
postraumático y, por ello, tenga una peor calidad en las relaciones con el hijo
o la hija.
En el caso del padre separado que obliga a la
madre a ejercer la custodia compartida, los conflictos con su ex pareja suelen interferir
notablemente en su conducta para llevar a cabo una crianza sensible y cariñosa
hacia sus hijos e hijas.
Varios estudios
señalan que las relaciones padre-hijo/a son más vulnerables a los conflictos de
pareja que las relaciones madre-hijo/a y, en general, se observa que los
hombres tienden a desarrollar un patrón de relaciones en el que cuando hay conflicto
con la esposa o ex esposa lo hacen extensivo a los hijos o hijas; mientras que las
mujeres tienden a diferenciar más sus roles en la familia y sus malas relaciones
como esposa o ex esposa, influyen menos en su comportamiento como madre.
Datos clínicos y
de investigaciones han señalado que existe mayor tendencia a que los padres y
madres que viven situaciones conflictivas y agresivas tras su separación de
pareja, utilicen más agresiones verbales y físicas hacia los hijos e hijas (especialmente
hacia los varones), y muestren menos afectividad y menor aceptación hacia ellos/as.
Consecuencias en la salud de los y las menores, de la Custodia
Compartida obligada
Como hemos
explicado anteriormente, las relaciones conflictivas entre el padre y la madre pueden
tener repercusiones negativas en el desarrollo emocional, social, cognitivo y académico
de los niños y niñas. Imponer una custodia compartida a ex parejas con relaciones
conflictivas, agrava estas repercusiones, afectando el desarrollo de los y las
menores.
Muchos de estos
niños y niñas sufren en silencio sin ser atendidos porque las madres o padres
sienten que los problemas afectan sólo a la pareja y no les atañen a sus hijos
e hijas. Sin embargo, las investigaciones muestran importantes efectos en la
salud de los y las menores por las relaciones conflictivas de la pareja o ex
pareja. Si los menores rechazan ver a su progenitor violento pero tiene
sentencia judicial que le obliga a mantener estas visitas en puntos de
encuentro vigilados, porque la madre ha sido diagnosticada de tener un síndrome
de alienación parental (SAP) todo se agudiza.
Estos niños y
niñas presentan las siguientes problemáticas, que presentarán mayor agudeza
cuanto mayor sea la angustia vital del menor:
-
Problemas de socialización: Aislamiento, inseguridad, agresividad y
reducción de competencias sociales.
-
Síntomas depresivos: Llanto, tristeza, baja autoestima.
-
Miedos: Miedos no específicos, presentimiento de que algo malo va a
ocurrir, miedo a la muerte, miedo a perder a la madre, miedo a perder al padre.
-
Alteraciones del sueño: Pesadillas, terrores nocturnos, no querer
dormir solo.
-
Síntomas regresivos: Enuresis, ecopresis, retraso en el desarrollo del
lenguaje, actuar como si fueran menores de la edad que tienen.
-
Problemas de integración en la escuela: Problemas de aprendizaje, dificultades
en la concentración y atención, disminución del rendimiento escolar, dificultad
para compartir con otros niños/as.
-
Respuestas emocionales y de comportamiento: Rabia, cambios repentinos
de humor, ansiedad, sensación de des protección y vivencia del mundo como algo
amenazante, sentimientos de culpa (ser el culpable de los conflictos entre sus
padres o de lo ocurrido o de no haber hecho algo por evitar la separación).
-
Dificultad de expresión y manejo de las emociones: Negación de la
situación conflictiva o restar importancia a la problemática que viven.
Tendencia a normalizar el sufrimiento y la agresión como modos naturales de
relación. Aprendizaje de modelos violentos y posibilidad de repetirlos, con la
interiorización de roles de género erróneos.
-
La exposición crónica a conflictos parentales puede llevar al adolescente
a presentar más relaciones conflictivas y adicciones.
-
El estrés asociado con violencia parental puede llevar a que el o la
adolescente asuma comportamientos de riesgo y de evasión y que empiece a
comportarse de forma violenta dentro del hogar o huyan del hogar. Las
relaciones de los padres pueden tener además gran influencia en el modo en que
los y las adolescentes establecen sus primeras relaciones sentimentales. A más altos
niveles de conflicto y de agresiones entre los padres, mayor probabilidad de
ver en el comportamiento de los demás intenciones hostiles y a responder de
manera violenta como defensa.
-
Síntomas de estrés postraumático: Insomnio, pesadillas recurrentes,
fobias, ansiedad, re-experimentación del trauma, trastornos disociativos.
-
Parentalización de los niños y niñas: Asumir roles parentales y protectores
hacia los hermanos y hermanas menores y con la madre.
-
En algunos casos, los y las menores pueden llegar hasta intentos de suicidio
y la muerte.
En resumen: la
violencia y las relaciones parentales conflictivas afectan la visión que tiene
el niño o la niña del mundo y de sí mismo/a, sus ideas acerca del significado y
propósito de vida y sus expectativas de una felicidad futura.
El contramovimiento de asociaciones de padres separados
En los últimos
años venimos constatando un fenómeno neomachista, reaccionario y preocupante,
iniciado en EE UU y que ha llegado a instalarse en nuestro país con gran
virulencia y poderío mediático. Se trata de un contramovimiento que, bajo un
discurso engañoso, de medias verdades y de vender en los medios de comunicación
que defienden la igualdad entre padres y madres, en realidad se dedican a deslegitimar
y boicotear las recientes políticas y leyes de Igualdad entre mujeres y hombres
y la Ley contra la Violencia de Género. Este contramovimiento machista está
compuesto por hombres que pertenecen a asociaciones de padres separados y por
mujeres allegadas a ellos por lazos afectivos o familiares. Muchos de sus miembros,
que están juzgados y condenados por malos tratos, junto a otras personas que
les apoyan, desempeñan puestos de influencia y responsabilidad social, tales
como políticos/as, periodistas y magistrados/as, lo que les permite un fácil acceso
a los medios de comunicación desde los que lanzar continuos mensajes de su
misógina idea de igualdad. Son mensajes con trampa, que fácilmente pueden
llegar a confundir a la ciudadanía con sus medias verdades, su distorsión de
los datos, así como sus discursos y escritos pseudo igualitarios. Estos
colectivos, presionan mediática y constantemente a nuestras instituciones para
conseguir la imposición judicial de la custodia compartida obligada, aún en
contra de la voluntad de una de las partes, generalmente con la oposición de
las madres. Ya han logrado imponer sus tesis neomachistas en las leyes que
recientemente se han aprobado en algunas CC AA, como Aragón y Cataluña.
Además son fieros
defensores del SAP, Síndrome de Alienación Parental, cuyo poder e influencia ha
conseguido colarlo en cursos de universidades y que muchos peritos judiciales se
formen en el manejo de este terrible instrumento contra mujeres y sus hijas e
hijos. SAP y custodia compartida caminan juntos y producen efectos devastadores
en la salud de las mujeres, sus hijas y sus hijos. Pues bien, las razones que esgrimen
para imponer la custodia compartida obligada por un juez o jueza están basadas
en una supuesta defensa de la igualdad entre los sexos, así como de acabar con
la injusticia de expoliar a los hombres de sus hijos/as y de sus posesiones. Los
padres violentos piden custodia compartida y aparecen como un padre amistoso
que no niega que la madre vea a la criatura. En cambio las madres que piden la
custodia para ellas, son acusadas de ser hostiles y de padecer un SAP, así es
como se contempla que no quieran que este hombre siga haciendo daño a sus hijas
e hijos. Así se valora la igualdad en los juzgados.
Lo que no encaja
en la incansable actividad política de estos grupos, es que sus
reivindicaciones por lograr una supuesta igualdad patriarcal entre hombres y
mujeres, comienza, precisamente, en el momento en el que se separa la pareja y,
mientras que en todo el período anterior, el que abarca los X años de vida en común,
en los que las mujeres se ocupaban plenamente de los hijos e hijas y de sus cuidados,
inexplicablemente, esta desigualdad original, ni siquiera la mencionen dichos
colectivos. Representa una fuerte contradicción que en sus conferencias y artículos
de opinión, no expresen la misma preocupación por las desigualdades e
inequidades que se producen desde el comienzo de las relaciones de pareja, que
no presionen, con la misma intensidad, a los poderes públicos, para que el
reparto de responsabilidades igualitarias se establezca desde los primeros momentos
de la convivencia.
Pasan por alto que
haya en nuestro país, aproximadamente seis millones más de mujeres que de
hombres con ingresos insuficientes para vivir independientemente… Tampoco utilizan
los mismos esfuerzos y medios de comunicación para proponer soluciones que
resuelvan la inequidad del reparto de responsabilidades entre hombres y mujeres
en las tareas de cuidados de los hijos e hijas desde su nacimiento, no sólo desde
el divorcio. No reclaman que estos esfuerzos sean repartidos igualitariamente entre
ambos progenitores, para que el tiempo invertido en cuidados no remunerados y en
los profesionales sean equilibrados e igualitarios durante la convivencia de las
parejas, no sólo tras el divorcio. No se les encuentra en la defensa, por la igualdad
de padres y madres en la duración de los permisos parentales y maternales, cuya
implantación de cumplimiento obligado por Ley, mejoraría las relaciones
padres/hijas e hijos, además de incidir positivamente en las condiciones
laborales y la salud física y mental de las madres.
No reconocen que
no hay nada más injusto que tratar de igual manera dos situaciones que tienen
profundas diferencias de partida, como en el caso de la ruptura matrimonial.
Con hombres y mujeres que parten de grandes desigualdades en posición económica
y social, y en la atención y cuidados de los y las menores.
Para finalizar
quiero recordar las traumáticas consecuencias que sufren los hijos e hijas,
derivadas de las custodias compartidas obligadas judicialmente, consideramos
necesario que a los jueces, juezas y fiscales encargados/as de los
procedimientos de separaciones y divorcios, y de violencia de género se les ofrezca
y se les exija institucionalmente, no sólo voluntariamente, realizar una especialización
jurídica con perspectiva de género, para que puedan adquirir los conocimientos y
habilidades específicos acerca de estos complicados fenómenos que hemos expuesto
y de la gravedad de sus efectos en la salud física y mental de los menores.
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