Carta de Jennifer Collins
* * carta escrita por Jennifer Collins cuando tenía 22 años, puedes leer el original aquí: http://www.courageouskids.net/
Querid@s miembros de la Coalición Estatal de Mujeres Maltratadas,
Mi madre es una mujer maltratada que fue la primera norteamericana en recibir asilo en Europa. Mi hermano y yo fuimos niños maltratados a los que les falló el sistema judicial norteamericano pero afortunadamente recibimos asilo en los Países Bajos.
Me llamo Jennifer Anne Tveter (Collins). Somos del condado Hennepin en Minneapolis (Minnesota).
En 1992 mi padre le quitó a mi madre mi custodia (yo tenía 7 años entonces) y la de mi hermano (9). En 1994 ella nos “secuestró” y pasamos a vivir en la clandestinidad. Dejamos los EEUU y fuimos detenidos en los Países Bajos por no tener documentos en regla.
Después de vivir en campos de refugiados durante 3 años finalmente se nos concedió el asilo en 1997. Hemos estado viviendo en la clandestinidad en Europa durante 13 años. En mayo del 2007 fuimos descubiertos por el FBI.
Las autoridades norteamericanas están intentando extraditar a nuestra madre como si fuera otra criminal cualquiera. El gobierno de los Países Bajos se ha negado. Estamos intentando que se desestimen los cargos contra mi madre para que podamos volver libremente a EEUU.
Nuestra madre, Holly Ann Tveter (Collins), nacida el 4 de julio de 1965, vivió una vida horrible como víctima de violencia: palizas de pequeña, abusos sexuales de adolescente y abuso físico y verbal sistemático como esposa maltratada.
Después de 2 décadas de ser golpeada, violada, torturada, desmoralizada, criticada y culpada por aceptar la violencia, se armó de valor para dejar a mi padre cuando él le abrió la cabeza a mi hermano Zachary que tenía sólo 4 años.
El servicio de protección al menor de Hennepin amenazó a mi madre con quitarle nuestra custodia y denunciarla por no habernos protegido si no abandonada a mi padre. Sin embargo, cuando lo abandonó fue enviada a un tribunal donde se la lanzó a una batalla legal donde fue su palabra contra la de él.
El caso se alargó durante años en la corte de familia. Durante este tiempo mi padre siguió maltratando a mi madre delante nuestra cada vez que nos recogía para las visitas impuestas por el tribunal. Durante las visitas mi padre nos azotaba, daba puñetazos, pegaba patadas, torturaba y atormentaba a mí y a mi hermano de 9 años. Nosotros llorábamos y le pedíamos a nuestra madre que no nos mandase con nuestro padre. Mi padre entonces llamaba a la policía para que se cumpliesen las visitas ordenadas por el juez y literalmente nos sacaban de debajo de la cama y nos arrastraban para darnos al hombre que nos maltrataba.
En lugar de aceptar que nuestra madre estaba defendiendo a sus hijos maltratados, ella fue acusada de usar el síndrome de alienación parental en nosotros y de interferir con los derechos de acceso de nuestro padre.
Existían muchas evidencias del abuso: heridas visibles, historiales médicos, evaluaciones psicológicas, informes policiales, investigaciones por abuso infantil, testimonio de testig@s, etc. Mi padre testificó en varias ocasiones que había maltratado a mi madre en nuestra presencia hasta el punto de que ella necesitó asistencia médica, pero dijo que cada episodio de maltrato, cada herida, habían sido simplemente un “accidente”.
El juez reconoció que había habido episodios de violencia doméstica pero decidió que mi madre estaba demasiado traumatizada por el maltrato para hacerse cargo de sus propios hijos. En su sentencia el juez dijo que no podía entender el miedo que le tenía mi madre a mi padre: “los he visto y la he visto en el juzgado. Pensaba que se acababan de separar y que él le había pegado y mandado al hospital recientemente porque ella estaba templando como un pajarillo. Después me enteré de que llevaban separados equis tiempo y eso no era el comportamiento normal de una mujer que se ha separado de un hombre hace años”. El juez decidió que mi madre debía estar sufriendo algún tipo de enfermedad mental aunque no supo precisar cuál. Todos y cada uno de los expertos médicos y psicológicos negaron que esto fuese así. El juez decidió que era más fácil controlar el abuso físico de mi padre que tener una madre loca y le dio nuestra custodia a un maltratador confeso.
El personal del juzgado me arrancó de los brazos de mi madre mientras yo gritaba y pataleaba: “¡mamá ayúdanos!!Nos pega a mi hermano y a mí, mamá!”. Al acordarme de aquel día todavía lloro. Esos recuerdos van a perseguirme durante el resto de mi vida. Mi madre continuó luchando por recuperar nuestra custodia haciendo hincapié en que l@s niñ@s también deben tener derechos. El juez le puso una orden de silencio y le advirtió que no se le permitiría vernos si seguía haciendo declaraciones en contra del tribunal.
Un trabajador de la corte de familia de Hennepin nos dijo que no podríamos ver a nuestra madre hasta que mi hermano y yo no parasemos de decir que nuestro padre nos seguía pegando (cosa que hacía). Cuando por fin nos permitieron tener visitas supervisadas con nuestra madre les enseñé a los supervisores los moratones de mi espalda y mi culo. Les dije que mi padre seguía pegándonos. El supervisor me regañó y me dijo que no tenía permiso para seguir hablando del tema. Me dijo que me cubriese inmediatamente o me sacarían de la sala supervisada y nunca más me permitirían ver a mi madre.
El juez acusó a nuestro pedíatra de desacato hasta que se disculpase por haber acusado al tribunal de no protegernos. Aunque el juez dijo que mi madre era un “peligro” para mi hermano mayor y para mí, en 1994 le dio la custodia única de mi hermano pequeño. ¡No tiene sentido!
Después de intentar garantizar nuestra seguridad legalmente por todos los medios disponibles, el 30 de junio de 19994 mi madre nos “secuestró”. Por favor sepan que nos fuimos voluntariamente. Fue uno de los días más felices de nuestra vida. Vivimos en la clandestinidad y finalmente salimos de EEUU ese año. Por lo visto el juez le quitó a mi madre la custodia de mi hermano pequeño después de irnos. Después de pasar 3 años en diferentes campos de refugiados nuestra tímida, pequeña y joven madre ganó el caso ante la Corte de Refugiados y se convirtió en la primera ciudadana norteamericana en conseguir el estatus de refugiada en un país europeo. Mis hermanos y yo también recibimos asilo.
Aunque vivíamos con el miedo constante de ser detenidos, finalmente encontrarnos un santuario y poco a poco empezamos a recuperarnos del abuso.
Ahora mi hermano y yo vamos a la universidad con éxito. Christopher está en el instituto y le va muy bien. Después de vivir en la clandestinidad durante 13 años, fuimos encontrados en los Países Bajos por el FBI en mayo del 2007. Las autoridades estadunidenses están intentando extraditar a mi madre bajo cargos de secuestro federal como si fuese una criminal común. El gobierno de los países bajos se niega a extraditarla a ella o a nosotros.
Mi madre y yo hablamos con un agente del FBI hace unos meses. Él se mostró comprensivo sobre nuestra situación y nos aseguró que era seguro para nosotras volver a EEUU. Ahora otro agente nos dice que mi madre podría enfrentarse a más cargos federales porque nos sacó de EEUU sin documentos en regla y sin permiso porque hemos estado viviendo fuera de los EEUU sin un pasaporte válido. El Fiscal General del condado de Hannepin está decidido a llevar a mi madre a juicio. Hablamos con el condado pero nos dijeron que ellos no negocian con convictos o terroristas. Encima, la corte familiar del condado de Hannepin está presionando a la fiscalía para que haga que el peso de la ley caiga sobre mi madre por dos razones: que se la castigue por “secuestrarnos” y que sea usada como “ejemplo” para otras madres a las que se les ocurra escaparse con sus hij@s. A mi madre se le dijo que debería entregarse y aceptar su castigo. Mi madre es una mujer blanda y dulce. Le aterra meterse en problemas y acabar en la cárcel. Ha sido maltratada durante toda su vida. Es hora de que encuentre un poco de paz.
Mi hermano tiene 24 años y yo 22. Nosotros somos las víctimas de este caso. Queremos ser escuchados. No pensamos que nuestra madre deba ser castigada ni silenciada durante más tiempo. Queremos exponer las injusticias, ayudar a rectificar la falta de rigor de la corte de familia y encontrar una forma de proteger a l@s niñ@s maltratad@S. Primero necesitamos ayudar a nuestra madre que se enfrenta a cargos criminales por protegernos. Es complicado porque parece haber toda clase de órdenes de busca y captura contra ella. Locales por privación de derechos parentales, federales por huir ilegalmente para evitar ir a juicio, por secuestro internacional y quieen sabe por qué más. Queremos que todos los cargos contra mi madre sean desestimados. En su defensa es seguro decir que ella creía estar protegiéndonos especialmente cuando el propio juez había reconocido en una sentencia que mi padre era un maltratador.
Es bastante significativo que esta mujer insegura, tímida, agotada y maltratada fuese la primera norteamericana en recibir asilo en Europa. Es vergonzoso que nuestro país falle a la hora de proteger a sus ciudadanos más vulnerables. Necesitamos que las cosas cambien. Agradeceremos cualquier consejo que puedan darnos.
Sinceramente,
Jennifer y Zachary Tveter (Collins)
Querid@s miembros de la Coalición Estatal de Mujeres Maltratadas,
Mi madre es una mujer maltratada que fue la primera norteamericana en recibir asilo en Europa. Mi hermano y yo fuimos niños maltratados a los que les falló el sistema judicial norteamericano pero afortunadamente recibimos asilo en los Países Bajos.
Me llamo Jennifer Anne Tveter (Collins). Somos del condado Hennepin en Minneapolis (Minnesota).
En 1992 mi padre le quitó a mi madre mi custodia (yo tenía 7 años entonces) y la de mi hermano (9). En 1994 ella nos “secuestró” y pasamos a vivir en la clandestinidad. Dejamos los EEUU y fuimos detenidos en los Países Bajos por no tener documentos en regla.
Después de vivir en campos de refugiados durante 3 años finalmente se nos concedió el asilo en 1997. Hemos estado viviendo en la clandestinidad en Europa durante 13 años. En mayo del 2007 fuimos descubiertos por el FBI.
Las autoridades norteamericanas están intentando extraditar a nuestra madre como si fuera otra criminal cualquiera. El gobierno de los Países Bajos se ha negado. Estamos intentando que se desestimen los cargos contra mi madre para que podamos volver libremente a EEUU.
Nuestra madre, Holly Ann Tveter (Collins), nacida el 4 de julio de 1965, vivió una vida horrible como víctima de violencia: palizas de pequeña, abusos sexuales de adolescente y abuso físico y verbal sistemático como esposa maltratada.
Después de 2 décadas de ser golpeada, violada, torturada, desmoralizada, criticada y culpada por aceptar la violencia, se armó de valor para dejar a mi padre cuando él le abrió la cabeza a mi hermano Zachary que tenía sólo 4 años.
El servicio de protección al menor de Hennepin amenazó a mi madre con quitarle nuestra custodia y denunciarla por no habernos protegido si no abandonada a mi padre. Sin embargo, cuando lo abandonó fue enviada a un tribunal donde se la lanzó a una batalla legal donde fue su palabra contra la de él.
El caso se alargó durante años en la corte de familia. Durante este tiempo mi padre siguió maltratando a mi madre delante nuestra cada vez que nos recogía para las visitas impuestas por el tribunal. Durante las visitas mi padre nos azotaba, daba puñetazos, pegaba patadas, torturaba y atormentaba a mí y a mi hermano de 9 años. Nosotros llorábamos y le pedíamos a nuestra madre que no nos mandase con nuestro padre. Mi padre entonces llamaba a la policía para que se cumpliesen las visitas ordenadas por el juez y literalmente nos sacaban de debajo de la cama y nos arrastraban para darnos al hombre que nos maltrataba.
En lugar de aceptar que nuestra madre estaba defendiendo a sus hijos maltratados, ella fue acusada de usar el síndrome de alienación parental en nosotros y de interferir con los derechos de acceso de nuestro padre.
Existían muchas evidencias del abuso: heridas visibles, historiales médicos, evaluaciones psicológicas, informes policiales, investigaciones por abuso infantil, testimonio de testig@s, etc. Mi padre testificó en varias ocasiones que había maltratado a mi madre en nuestra presencia hasta el punto de que ella necesitó asistencia médica, pero dijo que cada episodio de maltrato, cada herida, habían sido simplemente un “accidente”.
El juez reconoció que había habido episodios de violencia doméstica pero decidió que mi madre estaba demasiado traumatizada por el maltrato para hacerse cargo de sus propios hijos. En su sentencia el juez dijo que no podía entender el miedo que le tenía mi madre a mi padre: “los he visto y la he visto en el juzgado. Pensaba que se acababan de separar y que él le había pegado y mandado al hospital recientemente porque ella estaba templando como un pajarillo. Después me enteré de que llevaban separados equis tiempo y eso no era el comportamiento normal de una mujer que se ha separado de un hombre hace años”. El juez decidió que mi madre debía estar sufriendo algún tipo de enfermedad mental aunque no supo precisar cuál. Todos y cada uno de los expertos médicos y psicológicos negaron que esto fuese así. El juez decidió que era más fácil controlar el abuso físico de mi padre que tener una madre loca y le dio nuestra custodia a un maltratador confeso.
El personal del juzgado me arrancó de los brazos de mi madre mientras yo gritaba y pataleaba: “¡mamá ayúdanos!!Nos pega a mi hermano y a mí, mamá!”. Al acordarme de aquel día todavía lloro. Esos recuerdos van a perseguirme durante el resto de mi vida. Mi madre continuó luchando por recuperar nuestra custodia haciendo hincapié en que l@s niñ@s también deben tener derechos. El juez le puso una orden de silencio y le advirtió que no se le permitiría vernos si seguía haciendo declaraciones en contra del tribunal.
Un trabajador de la corte de familia de Hennepin nos dijo que no podríamos ver a nuestra madre hasta que mi hermano y yo no parasemos de decir que nuestro padre nos seguía pegando (cosa que hacía). Cuando por fin nos permitieron tener visitas supervisadas con nuestra madre les enseñé a los supervisores los moratones de mi espalda y mi culo. Les dije que mi padre seguía pegándonos. El supervisor me regañó y me dijo que no tenía permiso para seguir hablando del tema. Me dijo que me cubriese inmediatamente o me sacarían de la sala supervisada y nunca más me permitirían ver a mi madre.
El juez acusó a nuestro pedíatra de desacato hasta que se disculpase por haber acusado al tribunal de no protegernos. Aunque el juez dijo que mi madre era un “peligro” para mi hermano mayor y para mí, en 1994 le dio la custodia única de mi hermano pequeño. ¡No tiene sentido!
Después de intentar garantizar nuestra seguridad legalmente por todos los medios disponibles, el 30 de junio de 19994 mi madre nos “secuestró”. Por favor sepan que nos fuimos voluntariamente. Fue uno de los días más felices de nuestra vida. Vivimos en la clandestinidad y finalmente salimos de EEUU ese año. Por lo visto el juez le quitó a mi madre la custodia de mi hermano pequeño después de irnos. Después de pasar 3 años en diferentes campos de refugiados nuestra tímida, pequeña y joven madre ganó el caso ante la Corte de Refugiados y se convirtió en la primera ciudadana norteamericana en conseguir el estatus de refugiada en un país europeo. Mis hermanos y yo también recibimos asilo.
Aunque vivíamos con el miedo constante de ser detenidos, finalmente encontrarnos un santuario y poco a poco empezamos a recuperarnos del abuso.
Ahora mi hermano y yo vamos a la universidad con éxito. Christopher está en el instituto y le va muy bien. Después de vivir en la clandestinidad durante 13 años, fuimos encontrados en los Países Bajos por el FBI en mayo del 2007. Las autoridades estadunidenses están intentando extraditar a mi madre bajo cargos de secuestro federal como si fuese una criminal común. El gobierno de los países bajos se niega a extraditarla a ella o a nosotros.
Mi madre y yo hablamos con un agente del FBI hace unos meses. Él se mostró comprensivo sobre nuestra situación y nos aseguró que era seguro para nosotras volver a EEUU. Ahora otro agente nos dice que mi madre podría enfrentarse a más cargos federales porque nos sacó de EEUU sin documentos en regla y sin permiso porque hemos estado viviendo fuera de los EEUU sin un pasaporte válido. El Fiscal General del condado de Hannepin está decidido a llevar a mi madre a juicio. Hablamos con el condado pero nos dijeron que ellos no negocian con convictos o terroristas. Encima, la corte familiar del condado de Hannepin está presionando a la fiscalía para que haga que el peso de la ley caiga sobre mi madre por dos razones: que se la castigue por “secuestrarnos” y que sea usada como “ejemplo” para otras madres a las que se les ocurra escaparse con sus hij@s. A mi madre se le dijo que debería entregarse y aceptar su castigo. Mi madre es una mujer blanda y dulce. Le aterra meterse en problemas y acabar en la cárcel. Ha sido maltratada durante toda su vida. Es hora de que encuentre un poco de paz.
Mi hermano tiene 24 años y yo 22. Nosotros somos las víctimas de este caso. Queremos ser escuchados. No pensamos que nuestra madre deba ser castigada ni silenciada durante más tiempo. Queremos exponer las injusticias, ayudar a rectificar la falta de rigor de la corte de familia y encontrar una forma de proteger a l@s niñ@s maltratad@S. Primero necesitamos ayudar a nuestra madre que se enfrenta a cargos criminales por protegernos. Es complicado porque parece haber toda clase de órdenes de busca y captura contra ella. Locales por privación de derechos parentales, federales por huir ilegalmente para evitar ir a juicio, por secuestro internacional y quieen sabe por qué más. Queremos que todos los cargos contra mi madre sean desestimados. En su defensa es seguro decir que ella creía estar protegiéndonos especialmente cuando el propio juez había reconocido en una sentencia que mi padre era un maltratador.
Es bastante significativo que esta mujer insegura, tímida, agotada y maltratada fuese la primera norteamericana en recibir asilo en Europa. Es vergonzoso que nuestro país falle a la hora de proteger a sus ciudadanos más vulnerables. Necesitamos que las cosas cambien. Agradeceremos cualquier consejo que puedan darnos.
Sinceramente,
Jennifer y Zachary Tveter (Collins)
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