Declaración de ONU Mujeres con motivo del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina
Aunque se ha producido un
descenso generalizado en la prevalencia de la mutilación genital femenina en
varios países, es probable que este progreso se vea contrarrestado por el
rápido crecimiento de la población en los países donde se produce la mutilación
genital femenina, a no ser que, a la vista de las investigaciones recientes, renovemos
y redoblemos urgentemente los esfuerzos para erradicar esta práctica.
Un informe de 2016 del
Secretario General de las Naciones Unidas pone de manifiesto que el factor que
por sí solo más influye en la persistencia de la mutilación genital femenina es
el deseo de lograr aceptación social y evitar el estigma social. Las normas,
las costumbres y los valores sociales que permiten la mutilación genital
femenina presentan múltiples facetas, varían de un país a otro e incluso entre
comunidades, y pueden cambiar con el paso del tiempo. Esto supone un complejo
desafío para todas las personas implicadas en el esfuerzo de poner fin a la
mutilación genital femenina.
En Egipto ha quedado
demostrada la importancia de la educación para abordar las normas sociales
negativas. En este país, la reducción del riesgo de que las niñas sufran
mutilación genital femenina se ha asociado tanto al nivel educativo de sus
madres como al de otras mujeres de sus comunidades.
Hemos sido testigos de la
forma en que los influyentes testimonios personales y la defensa de intereses
por parte de activistas como Jaha Dukureh en Gambia pueden incrementar el
conocimiento por parte de las comunidades locales de lo que está en juego, así
como su potencial para amplificar las voces de un movimiento creciente que
exige a los líderes que pongan fin a esta práctica.
La recogida y el análisis de
datos son fundamentales para adaptar mejor nuestras intervenciones en función
de los factores específicos asociados a esta práctica a escala mundial. Además
de los estudios que se realizan en África, es necesario que se realicen en
otras regiones, puesto que la mutilación genital femenina también se practica
habitualmente en América Latina, Asia Sudoriental y en algunas zonas de Oriente
Medio, y ahora también ha llegado a los Estados Unidos y al Reino Unido.
Debemos prestar más atención a los riesgos vinculados a la migración y al mayor
movimiento transfronterizo. Las mujeres y las niñas siguen siendo
extremadamente vulnerables, incluso en países que no suelen asociarse a la
práctica de la mutilación genital femenina, si las familias migrantes conservan
esta práctica.
Cada vez son más los países
con competencia extraterritorial sobre los ciudadanos que practican
mutilaciones genitales femeninas en otras jurisdicciones y exigen
responsabilidades a quienes la practican. En Gambia, la adopción de legislación
ha creado un entorno propicio para que el Comité Gambiano de Prácticas
Tradicionales que Afectan a la Salud de las Mujeres y los Niños ayude a las
personas que antes practicaban mutilaciones genitales femeninas a formarse para
ganarse la vida de otro modo. También ha empoderado a las mujeres para que
desempeñen un papel activo en la protección de otras mujeres y niñas, y ha
aumentado la sensibilización en las comunidades sobre los efectos nocivos de la
mutilación genital femenina.
Sin embargo, las estructuras
legales no son más que una parte de la solución. Deben complementarse con
diversas estrategias de prevención, por ejemplo, movilizando a las comunidades
e impulsando un cambio en las normas sociales, e implicando a las personas que
pueden hacer realidad esos cambios, como los hombres y los niños, la sociedad
civil y los líderes religiosos. En Somalia, la red Y-PEER ha contribuido a
movilizar a la población joven, incluidos los hombres jóvenes, para hablar de
temas delicados, como la mutilación genital femenina.
La mutilación genital
femenina está inextricablemente vinculada a otras formas de desigualdad de
género, como la violencia contra mujeres y niñas, y a otras prácticas nocivas,
como el matrimonio infantil, precoz y forzado. Con el fin de acelerar el
proceso para conseguir la erradicación de la mutilación genital femenina,
colaboramos con gobiernos, administraciones locales y socios de la sociedad civil
para abordar las causas fundamentales que perpetúan las relaciones de
desigualdad de poder entre mujeres y hombres. Asimismo, colaboramos en las
campañas a largo plazo de otros organismos del sistema de las Naciones Unidas,
como UNICEF y UNFPA. Entre todas y todos debemos conseguir que este problema
siga siendo una de las prioridades de la agenda de derechos humanos.
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