Visibilidad lésbica y valentía

Empecé este blog en el 2004. Salí del armario en el 2005. Siempre he sido muy abierta en lo que se refería a la fase hetero de la que no me arrepiento y en lo que se refiere a ser lesbiana.

De vez en cuando me llegan emails y mensajes privados de lectoras que se sienten identificadas con lo que escribo aquí, en el blog en inglés, en colaboraciones varias o en mis libros. Emails y mensajes que se agradecen porque llega final de mes y resulta que todo lo que escribo aquí, en el blog o en colaboraciones no se ve reflejado en mi cuenta bancaria. Los derechos de autora no me dan para irme no ya de vacaciones sino ni a la vuelta de la esquina (aviso que el día que tenga dinero me voy a ir a vivir al quinto pino y no me va a encontrar nadie).

No estoy montada en el dólar, así que reconforta saber que la gente me lee, que mis relatos son bien recibidos, que hay gente que se queda con ganas de leer más y saber qué le pasa a las protagonistas en el futuro, que hay mujeres que no sabían cómo contar en su casa que son boller o explicarles a sus amigas que les va el tema butch/femme y leerme las ha ayudado.

No sé si tengo la vena Fernán Gómez exaltada, pero de un tiempo a esta parte hay mensajes que no me molesto en contestar y mejor que no los conteste porque de verdad que dan ganas de mandar a la gente a la mierrrrrrda. Hablo de perfectas desconocidas que me agradecen que sea valiente al escribir sobre como el movimiento trans nos está quitando derechos y espacios a las lesbianas, que me dicen que están de acuerdo conmigo pero que obviamente no pueden decirlo ni compartir lo que escribo abiertamente. Si a las anteriores siempre les contesto diciéndoles que me encanta que se pongan en contacto conmigo y que les guste lo que escribo, a estas hago todo lo posible por no contestarles. El día menos pensado no voy a poder controlarme y voy a soltar un email que luego se volverá viral donde les diga que a eso, a escribirme a mí para darme las gracias pero luego no ser consecuente, lo llamo yo ser una hipócrita. Es muy cómodo dejar que las hostias se las lleve otra.

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