Megan Murphy: ¿Cómo hemos permitido que el estudio científico se convierta en discurso de odio?
© Megan Murphy, UnHerd
* * Traducción librísima de un artículo que puedes encontrar aquí: https://unherd.com/2018/09/let-scientific-study-become-trans-speech/
* * * "desactivista" es cosecha propia
La tendencia creciente e jóvenes que de repente deciden que están "en el cuerpo equivocado" y que debe "hacer la transición" al sexo opuesto es alarmante. Significa que cada vez más niñ@s comienzan un camino de cambios corporales y vitales drásticos. Las consecuencias de equivocarse no podrían ser más serias. Estudio tras estudio ha demostrado que la mayoría de l@s jóvenes que afirman tener disforia de género no continúan experimentándola en edad adulta. Sin embargo, los bloqueadores de la pubertad y los tratamientos hormonales que se administran a l@s niñ@s trans eventualmente llevan a una esterilización permanente. Y sin embargo, a medida que esta tendencia se afianza, los intentos de silenciar el debate público también se fortalecen; lo que es igual de alarmante.
El mes pasado Lisa Littman, profesora de la universidad de Brown, publicó un artículo sobre esta disforia de género de inicio rápido en adolescentes y jóvenes adultos. Al entrevistar a los padres descubrió que esta aparición repentina de disforia de género se estaba produciendo en grupos en los que uno/a o más amig@s se volvieron disfóricos al mismo tiempo. En otras palabras, parecía tratarse de niñ@s siguiendo una moda.
Littman observó que una gran mayoría de estos jóvenes eran mujeres (82.8%) y el 41% se había identificado como no heterosexual antes de identificarse como transgénero. Casi dos tercios también habían sido diagnosticados con al menos un trastorno de salud mental o discapacidad del desarrollo neurológico antes de que afirmaran tener disforia de género.
Basándose en esta evidencia, uno podría deducir que estas niñas (principalmente) no eran, de hecho, transgénero, sino lesbianas y / o tenían con otros problemas de salud mental más allá de la disforia de género. Y, lo que es más importante, que estos factores deben explorarse antes de comenzar la transición, un proceso que eventualmente implica toda una vida de tratamientos hormonales y una serie de cirugías complicadas.
Sin embargo, estos hechos han sido considerados impronunciables. Quien se atreve a cuestionar el concepto de identidad de género en sí (es decir, que uno puede tener, digamos, un cuerpo masculino, pero ser verdaderamente una mujer en el interior) es tratado como blasfemo y fanático, brutalmente acosado, atacado e incluso despedido de su lugar de trabajo.
Un buen ejemplo es el doctor Kenneth Zucker. Es un sexólogo y psicólogo que dirigió la Clínica de Identidad de Género (GIC) del Centro para la Adicción y la Salud Mental (CAMH) en Toronto durante más de 30 años y fue despedido después de que desactivistas trans montasen una campaña de desprestigio contra él. Su "crimen" fue sugerir que, en lugar de comenzar de inmediato el proceso de transición en niñ@s que piensan que tienen disforia de género, deberíamos tratar de ayudar a los niños a sentirse cómodos en sus propios cuerpos. Zucker no se oponía al proceso de transición: si la disforia de l@s jóvenes con los que trabajaba persistía, Zucker los apoyaría en su camino hacia la transición.
Pero reconocer que el desistimiento simplemente ocurre era inaceptable. Más de 500 profesionales clínicos y académicos firmaron una petición en apoyo de Zucker argumentando que su despido fue "motivado políticamente" y que esto debería "ser una advertencia para cualquier investigador clínico que esté o considere trabajar en el CAMH. En el caso de un nuevo conflicto entre CAMH y activistas de alguna cause que estuviera de moda, la CAMH bien podría sacrificar a estos profesionales y las personas y familias a las que sirven en sus clínicas, por alguna ganancia política local real o imaginada. Pero el daño ya estaba hecho: Zucker había sido despedido, y su reputación se vio empañada.
Es sorprendente el poder que los desactivistas trans tienen no sólo en términos de controlar la narrativa que rodea al transgenderismo en sí, sino también a la hora de determinar la legislación, las políticas e incluso qué investigaciones se pueden realizar y publicar.
Lo que nos lleva de nuevo al estudio de Littman. El 22 de agosto, la universidad Brown publicó en la revista científica PLOS ONE un comunicado de prensa sobre la investigación. Casi inmediatamente un pequeño número de desactivistas trans protestaron tanto a la universidad como a la propia revista.
Un usuario transgénero de twitter calificó el artículo como "discurso de odio anti-transgénero". Otra persona, conocida como Hailey Heartless y que se identifica como trabajadora sexual y dominatrix, tuiteó: "La autora del estudio sólo lo quería por escrito, no quería que nadie revisara su metodología o sesgo defectuoso. Ella está feliz de hacerle daño a un grupo marginado ahora y llevarse el golpe a su credibilidad más adelante (...) El artículo se escribió utilizando términos transfóbicos (por ejemplo, el sexo observado al nacer), por lo que es más probable que tengan un autor transfóbico que sepa exactamente lo que están haciendo".
En lugar de defender a la profesora y su investigación, la universidad de Brown respondió eliminando el comunicado de prensa y publicando una declaración: "La Escuela de Salud Pública ha escuchado a los miembros de la comunidad de Brown expresar su preocupación de que las conclusiones del estudio podrían utilizarse para desacreditar los esfuerzos para apoyar a jóvenes transgénero e invalidar las perspectivas de los miembros de la comunidad transgénero". PLOS ONE publicó un comentario sobre el estudio de Littman explicando: “PLOS ONE es consciente de las preocupaciones de los lectores sobre el contenido y la metodología del estudio. Nos tomamos muy en serio todas las inquietudes planteadas acerca de las publicaciones en la revista y las seguimos de acuerdo con nuestra política y las pautas de COPE. Como parte de nuestro seguimiento, buscaremos más evaluaciones de expertos sobre la metodología y los análisis del estudio. Brindaremos una actualización adicional una vez que hayamos completado nuestra evaluación y discusiones".
Esta respuesta es impactante: las quejas iniciales provinieron de una pequeña minoría de personas que no eran académicos ni científicos. Las dos personas que lideraron los esfuerzos para eliminar y desacreditar la investigación de Littman no tienen ninguna experiencia particular que ofrecer en su estudio, más allá de ser hombres que eligen identificarse como mujeres. No han realizado un estudio científico, están profundamente comprometidos con la defensa de la noción de identidad de género e insisten en que es posible que los hombres se conviertan en mujeres basándose simplemente en el uso de los pronobmres preferidos por ada uno.
Los estudios académicos y el debate público no deben ser limitados por las personas comprometidas por las ideologías que se estudian o debaten. No se puede considerar que ninguna idea sea intelectualmente cierta o falsa, sin ninguna duda, si no está sujeta a la crítica y al estudio y discusión rigurosos. Y a pesar del hecho de que los desactivistas trans insisten en que la identidad de género no es una idea sino un hecho científico, está claro que este no es el caso cuando el concepto de género en sí sigue siendo objeto de debate.
Las feministas, por ejemplo, consideran que el género es el conjunto de estereotipos impuestos a las personas al momento de nacer, en función de su sexo biológico; por ejemplo, la idea de que los hombres no tienen emociones y son aventureros, mientras que las mujeres son emocionales y pasivas. Estas ideas no determinan nuestros cuerpos físicos. Los desactivistas trans, por otro lado, junto con muchos de la derecha religiosa, creen que el género está estructurado, y que estos estereotipos son tanto naturales como innatos, conectados intrincadamente al sexo biológico de uno (y, en el caso de los activistas trans, creen que estos estereotipos y los sentimientos de un individuo sobre el género determinan el sexo de uno).
La investigación de Littman fue revisada por otros académicos, revisada en base a los comentarios de los revisores, aceptada y luego publicada; lo que significa que su estudio fue considerado creíble y ético antes de su publicación. Esto no significa que la investigación deba protegerse de la crítica, pero, como escribió recientemente un antiguo decano de la Escuela de Medicina de Harvard, Jeffrey S. Flier, los críticos de Littman "no han realizado ningún análisis sistemático de sus hallazgos, pero parecen principalmente motivados por la oposición ideológica a sus hallazgos.”
Independientemente de las motivaciones y acciones de estos críticos, lo más preocupante es la cobardía demostrada en este tema por muchos hoy en día. Políticos y legisladores pierden el culo por parecer políticamente correctos creando leyes y normas que apoyan la noción de identidad de género sin considerar las consecuencias. Aquellos que hablan o cuestionan la ideología y el desactivismo detrás del movimiento transgénero son amenazados, maltratados, despedidos y difamados. Demasiados simplemente están viendo que esto suceda en silencio por miedo a ser atacados o excluidos.
Todos deberíamos estar aterrorizados por el hecho de que lo que podamos estudiar, debatir o cuestionar esté siendo determinado por un pequeño grupo de desactivistas trans, muchos de los cuales llegan al extremo de abogar por la violencia contra aquellos que no estamos de acuerdo con ellos. Independientemente de tu opinión sobre el transgenderismo en sí, para todos nosotros, nuestro derecho a la libertad de expresión, a decir la verdad y a pensar de manera crítica está bajo una seria amenaza.
* * Traducción librísima de un artículo que puedes encontrar aquí: https://unherd.com/2018/09/let-scientific-study-become-trans-speech/
* * * "desactivista" es cosecha propia
La tendencia creciente e jóvenes que de repente deciden que están "en el cuerpo equivocado" y que debe "hacer la transición" al sexo opuesto es alarmante. Significa que cada vez más niñ@s comienzan un camino de cambios corporales y vitales drásticos. Las consecuencias de equivocarse no podrían ser más serias. Estudio tras estudio ha demostrado que la mayoría de l@s jóvenes que afirman tener disforia de género no continúan experimentándola en edad adulta. Sin embargo, los bloqueadores de la pubertad y los tratamientos hormonales que se administran a l@s niñ@s trans eventualmente llevan a una esterilización permanente. Y sin embargo, a medida que esta tendencia se afianza, los intentos de silenciar el debate público también se fortalecen; lo que es igual de alarmante.
El mes pasado Lisa Littman, profesora de la universidad de Brown, publicó un artículo sobre esta disforia de género de inicio rápido en adolescentes y jóvenes adultos. Al entrevistar a los padres descubrió que esta aparición repentina de disforia de género se estaba produciendo en grupos en los que uno/a o más amig@s se volvieron disfóricos al mismo tiempo. En otras palabras, parecía tratarse de niñ@s siguiendo una moda.
Littman observó que una gran mayoría de estos jóvenes eran mujeres (82.8%) y el 41% se había identificado como no heterosexual antes de identificarse como transgénero. Casi dos tercios también habían sido diagnosticados con al menos un trastorno de salud mental o discapacidad del desarrollo neurológico antes de que afirmaran tener disforia de género.
Basándose en esta evidencia, uno podría deducir que estas niñas (principalmente) no eran, de hecho, transgénero, sino lesbianas y / o tenían con otros problemas de salud mental más allá de la disforia de género. Y, lo que es más importante, que estos factores deben explorarse antes de comenzar la transición, un proceso que eventualmente implica toda una vida de tratamientos hormonales y una serie de cirugías complicadas.
Sin embargo, estos hechos han sido considerados impronunciables. Quien se atreve a cuestionar el concepto de identidad de género en sí (es decir, que uno puede tener, digamos, un cuerpo masculino, pero ser verdaderamente una mujer en el interior) es tratado como blasfemo y fanático, brutalmente acosado, atacado e incluso despedido de su lugar de trabajo.
Un buen ejemplo es el doctor Kenneth Zucker. Es un sexólogo y psicólogo que dirigió la Clínica de Identidad de Género (GIC) del Centro para la Adicción y la Salud Mental (CAMH) en Toronto durante más de 30 años y fue despedido después de que desactivistas trans montasen una campaña de desprestigio contra él. Su "crimen" fue sugerir que, en lugar de comenzar de inmediato el proceso de transición en niñ@s que piensan que tienen disforia de género, deberíamos tratar de ayudar a los niños a sentirse cómodos en sus propios cuerpos. Zucker no se oponía al proceso de transición: si la disforia de l@s jóvenes con los que trabajaba persistía, Zucker los apoyaría en su camino hacia la transición.
Pero reconocer que el desistimiento simplemente ocurre era inaceptable. Más de 500 profesionales clínicos y académicos firmaron una petición en apoyo de Zucker argumentando que su despido fue "motivado políticamente" y que esto debería "ser una advertencia para cualquier investigador clínico que esté o considere trabajar en el CAMH. En el caso de un nuevo conflicto entre CAMH y activistas de alguna cause que estuviera de moda, la CAMH bien podría sacrificar a estos profesionales y las personas y familias a las que sirven en sus clínicas, por alguna ganancia política local real o imaginada. Pero el daño ya estaba hecho: Zucker había sido despedido, y su reputación se vio empañada.
Es sorprendente el poder que los desactivistas trans tienen no sólo en términos de controlar la narrativa que rodea al transgenderismo en sí, sino también a la hora de determinar la legislación, las políticas e incluso qué investigaciones se pueden realizar y publicar.
Lo que nos lleva de nuevo al estudio de Littman. El 22 de agosto, la universidad Brown publicó en la revista científica PLOS ONE un comunicado de prensa sobre la investigación. Casi inmediatamente un pequeño número de desactivistas trans protestaron tanto a la universidad como a la propia revista.
Un usuario transgénero de twitter calificó el artículo como "discurso de odio anti-transgénero". Otra persona, conocida como Hailey Heartless y que se identifica como trabajadora sexual y dominatrix, tuiteó: "La autora del estudio sólo lo quería por escrito, no quería que nadie revisara su metodología o sesgo defectuoso. Ella está feliz de hacerle daño a un grupo marginado ahora y llevarse el golpe a su credibilidad más adelante (...) El artículo se escribió utilizando términos transfóbicos (por ejemplo, el sexo observado al nacer), por lo que es más probable que tengan un autor transfóbico que sepa exactamente lo que están haciendo".
En lugar de defender a la profesora y su investigación, la universidad de Brown respondió eliminando el comunicado de prensa y publicando una declaración: "La Escuela de Salud Pública ha escuchado a los miembros de la comunidad de Brown expresar su preocupación de que las conclusiones del estudio podrían utilizarse para desacreditar los esfuerzos para apoyar a jóvenes transgénero e invalidar las perspectivas de los miembros de la comunidad transgénero". PLOS ONE publicó un comentario sobre el estudio de Littman explicando: “PLOS ONE es consciente de las preocupaciones de los lectores sobre el contenido y la metodología del estudio. Nos tomamos muy en serio todas las inquietudes planteadas acerca de las publicaciones en la revista y las seguimos de acuerdo con nuestra política y las pautas de COPE. Como parte de nuestro seguimiento, buscaremos más evaluaciones de expertos sobre la metodología y los análisis del estudio. Brindaremos una actualización adicional una vez que hayamos completado nuestra evaluación y discusiones".
Esta respuesta es impactante: las quejas iniciales provinieron de una pequeña minoría de personas que no eran académicos ni científicos. Las dos personas que lideraron los esfuerzos para eliminar y desacreditar la investigación de Littman no tienen ninguna experiencia particular que ofrecer en su estudio, más allá de ser hombres que eligen identificarse como mujeres. No han realizado un estudio científico, están profundamente comprometidos con la defensa de la noción de identidad de género e insisten en que es posible que los hombres se conviertan en mujeres basándose simplemente en el uso de los pronobmres preferidos por ada uno.
Los estudios académicos y el debate público no deben ser limitados por las personas comprometidas por las ideologías que se estudian o debaten. No se puede considerar que ninguna idea sea intelectualmente cierta o falsa, sin ninguna duda, si no está sujeta a la crítica y al estudio y discusión rigurosos. Y a pesar del hecho de que los desactivistas trans insisten en que la identidad de género no es una idea sino un hecho científico, está claro que este no es el caso cuando el concepto de género en sí sigue siendo objeto de debate.
Las feministas, por ejemplo, consideran que el género es el conjunto de estereotipos impuestos a las personas al momento de nacer, en función de su sexo biológico; por ejemplo, la idea de que los hombres no tienen emociones y son aventureros, mientras que las mujeres son emocionales y pasivas. Estas ideas no determinan nuestros cuerpos físicos. Los desactivistas trans, por otro lado, junto con muchos de la derecha religiosa, creen que el género está estructurado, y que estos estereotipos son tanto naturales como innatos, conectados intrincadamente al sexo biológico de uno (y, en el caso de los activistas trans, creen que estos estereotipos y los sentimientos de un individuo sobre el género determinan el sexo de uno).
La investigación de Littman fue revisada por otros académicos, revisada en base a los comentarios de los revisores, aceptada y luego publicada; lo que significa que su estudio fue considerado creíble y ético antes de su publicación. Esto no significa que la investigación deba protegerse de la crítica, pero, como escribió recientemente un antiguo decano de la Escuela de Medicina de Harvard, Jeffrey S. Flier, los críticos de Littman "no han realizado ningún análisis sistemático de sus hallazgos, pero parecen principalmente motivados por la oposición ideológica a sus hallazgos.”
Independientemente de las motivaciones y acciones de estos críticos, lo más preocupante es la cobardía demostrada en este tema por muchos hoy en día. Políticos y legisladores pierden el culo por parecer políticamente correctos creando leyes y normas que apoyan la noción de identidad de género sin considerar las consecuencias. Aquellos que hablan o cuestionan la ideología y el desactivismo detrás del movimiento transgénero son amenazados, maltratados, despedidos y difamados. Demasiados simplemente están viendo que esto suceda en silencio por miedo a ser atacados o excluidos.
Todos deberíamos estar aterrorizados por el hecho de que lo que podamos estudiar, debatir o cuestionar esté siendo determinado por un pequeño grupo de desactivistas trans, muchos de los cuales llegan al extremo de abogar por la violencia contra aquellos que no estamos de acuerdo con ellos. Independientemente de tu opinión sobre el transgenderismo en sí, para todos nosotros, nuestro derecho a la libertad de expresión, a decir la verdad y a pensar de manera crítica está bajo una seria amenaza.
Comments
Post a Comment