Karen Thompson y Sharon Kowalski

Joan L. Griscom ha escrito un artículo sobre Karen Thompson y Sharon Kowalski que me ha puesto los pelos de punta. A principio de los años ochenta, Karen Thompson y Sharon Kowalski eran una pareja de lesbianas que llevaban cuatro o cinco años viviendo juntas. En noviembre de 1983, Sharon Kowalski tiene un accidente de tráfico que la deja casi paralitica, le causa perdida de memoria y habla. Como cualquier novi@ de una persona que haya tenido un accidente, Karen Thompson pasa mucho tiempo en el hospital con Sharon: dándole masajes, hablándole, ayudando a las enfermeras a cambiarle vendas, bañándola, etc.

La familia de Sharon sabía que su hija era lesbiana, pero la familia de Karen no y desconfían de las visitas de Sharon. Nunca sabes cómo puedes reaccionar cuando te dicen que tu hija es lesbiana, pero lo de esta familia me parece muy fuerte. O sea que entiendo que se negasen a admitir que su hija podía ser lesbiana, pero se pasaron tres pueblos. Poco a poco Sharon mejora, es capaz de mover los dedos, es capaz de escribir, responde de una forma coherente a las preguntas que se le hacen… tenía el cuerpo regular pero sus facultades mentales estaban intactas. El padre escribió una carta a un médico o al director del hospital quejándose de que Karen estaba demasiado tiempo con su hija mientras la puerta de la habitación o el baño estaba cerrada. Vamos, que temían que estuviese abusando sexualmente de Sharon y consiguen que le prohíban las visitas de Karen y amig@s comunes.

Karen se va entonces a un abogado y comienza un proceso para ganar la custodia legal de Sharon que fue muy importante para las lesbianas y los gays americanos porque sentó precedentes para futuros casos no solo en lo relativo a derechos humanos en lesbianas y gays sino también a los de las personas con alguna discapacidad física. Como escribe Joan L. Griscom, por el simple hecho de que sea discapacitado, pensamos que esa persona no tiene ni voz ni voto en cosas generales o en cosas relacionadas con su propia vida. Tratamos a los discapacitados como si fuesen tontos o retrasados y de tontos no tiene un pelo.

Por el simple hecho de estar en países desarrollados, tu y yo pensamos que los privilegios que tenemos son automáticos y no nos van a faltar nunca. Creemos que tenemos una vida cómoda en comparación con las mujeres del tercer mundo (y la tenemos, por supuesto, nadie nos vende por tres vacas y un camello), creemos que tenemos (y tenemos) una serie de derechos garantizados pero no nos damos cuenta de que nuestros privilegios vienen del hecho de ser heterosexuales y seguir agachando la cabeza ante el hombre. En cuanto alguna mujer saca los pies del tiesto, se arriesga al ostracismo y al abuso al que fueron sometidas Karen y Sharon.

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