Alicia “Licha” Zubasnabar de De la Cuadra

* *sacado de "Abuelas de la Plaza de Mayo", una publicación mensual de las abuelas de la plaza de mayo que me ha pasado una amiga.

“Yo no conocí a Abuelas, porque Chicha (María de Mariani) y yo fuimos unas de las primeras Abuelas en encontrarnos”, explica Alicia “Licha” Zubasnabar de De la Cuadra, cuando le preguntan cómo supo de la existencia de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo.

“Licha”, como la llama la mayoría, tiene dos hijos desaparecidos, Roberto José y Elena, quien estaba embarazada de su primera hija en el momento de su desaparición. Desde entonces, Licha está buscando a su nieta.


La familia

Alicia, de ascendencia vasca e irlandesa, es hija de Antonio Zubasnabar y Daily Brown. Se casó con Roberto Luis De la Cuadra, hijo de Adela Etchecopar y Amadeo De la Cuadra, también vasco. Roberto y Licha tuvieron cinco hijos y vivieron los primeros años de su vida, junto con otros familiares, en el campo correntino.

Años más tarde decidieron trasladarse a la ciudad de Sauce, donde nació su quinta y última hija, Elena. “Elenita nació el 15 de junio”, cita Licha y agrega: “Y un 16 de junio nació mi nieta”.

Los De la Cuadra eran una familia con sensibilidad política, no sólo Roberto y Elena militaban, otros hermanos también lo hacían: “Mi marido, Roberto, era muy político, siempre militó”, menciona Licha.  La familia De la Cuadra quería que sus hijos estudiaran, por lo que lentamente se fueron trasladando todos a La Plata, provincia de Buenos Aires. Elena terminó la escuela en el Mater Dei de esa ciudad y luego comenzó a estudiar para ser maestra jardinera. “Era muy dulce y simpática”, la recuerda su madre.


Elena, Héctor y Ana

En 1975, Elena comenzó a salir con Héctor Carlos Baratti. Parece que Héctor estaba siendo “guardado” en la casa de otra de las hijas de Licha y fue allí donde se pusieron de novio. Al año siguiente secuestraron a Roberto José, Entonces Héctor y Elena comenzaron a tener más cuidados. Licha vivía en frente de un parque y su casa tenía un balcón que daba a una gomero. Cuando quería encontrarse con su hija ataba un pañuelo blanco al árbol y se encontraban en algún lado. “Yo ya andaba haciendo trámites por Roberto José, pero me acuerdo que una vez nos encontramos en el Asilo Marín”, cuenta Licha y luego recuerda: “Ella ya estaba embarazada”. Héctor, por su parte, trabajaba en una fábrica, pero cuando se produjo el golpe de Estado debió renunciar. A principios de 1977 se encontró con Elena y Héctor en Buenos Aires. “Ella ya estaba embarazada y ahí nos enteramos que le iban a poner Ana o Esteban”, dice Licha y precisa: “la última vez que la vimos fue el 5 de enero de 1977”.

Licha cuenta, además, que una persona testimonió en los Juicios por la Verdad que estuvo detenida junto a Elena y Héctor cuando la beba nació. La llamaron Ana Libertad: “Es lo que ellos deseaban”, dice sobre el segundo nombre.


Las desapariciones

Primero se lo llevaron a Roberto José: “Tocaron el timbre y entraron cuando yo sentí el ruido, me vine y ya estaba mi marido, contra la pared, mientras le apuntaban con una ametralladora”, recuerda Licha.

Después, a ella la llevaron dos tipos por el ascensor y cuando llegaron al hall Licha lo pudo ver a Roberto José, como a su marido, contra la pared, apuntado. En ese momento el hombre que la llevaba le preguntó: “¿Ese es su hijo?” y Licha le contestó: “No, yo no conozco a ese muchacho”, rememora con angustia: “Porque pensé que si yo no confirmaba quien era lo iban a soltar”.

Al año siguiente, les tocó el turno a Héctor y Elena. La pareja fue secuestrada por grupos de tareas, en la ciudad de La Plata, en 1977.

Elena, que estaba embarazada de cinco meses, dio a luz una niña a la que llamó Ana (o Ana Libertad), en la Comisaría 5ta de La Plata. Cuatro meses después la beba le fue retirada. Héctor se encontraba detenido-desaparecido en el mismo lugar.

Existen testimonios de personas que compartieron el cautiverio con la pareja, pero que luego fueron liberadas, que declaran haberlos visto en el centro clandestino de detención denominado “El Pozo de Arana” y en la Comisaría 8va de La Plata. Toda la familia De la Cuadra Baratti continúa desaparecida.


Abuelas

Licha es una de las fundadoras de Abuelas. Cuenta que junto a Chicha comenzaron a organizarse. “Fuimos las primeras Abuelas en encontrarnos. No éramos las únicas, había otras, pero estábamos con las Madres. Nosotras empezamos a organizarnos”, explica.

Se podría decir que la primera reunión fue en su casa. “Chicha llegó acá, tocó el timbre, yo estaba en bata y ruleros, y ahí comenzamos a hablar, estuvimos toda la tarde”. Licha le contó que había madres buscando a sus hijas e hijos, pero que algunas también buscaban a los hijos e hijas de ellos. “Entonces, le dije que el miércoles íbamos a un acto, porque venía el Secretario de Estado Norteamericano, Cyrus Vance, y allí nos encontramos”. Comenzaron a preguntar qué madres también buscaban nietos y a partir de ahí empezamos a hacer las peticiones juntas. Al inicio eran 12. “Pensamos cómo llamarnos y nos pusimos Abuelas Argentinas con nietitos desaparecidos. ¿Por qué argentinas? Porque creíamos que podían estar en cualquier lado”, explica. Con ese nombre estuvieron varios años, pero la gente y la prensa internacional las comenzó a llamar Abuelas de Plaza de Mayo, porque iban a la Plaza,como las Madres.

Las estrategias para reunirse y buscar a sus nietos eran insólitas. “Nos juntábamos en la confitería Las Violetas y simulábamos cumpleaños”, cuenta Licha. Eran todas de profesión costureras, cuando hablaban de vestiditos, se referían a bebas, si eran baberitos, bebés, si hablaban de las chicas, eran sus hijas y las viejas, ellas, las Abuelas.  Aún hoy se siguen llamando “viejas”, pero ya no se juntan en Las Violetas. Ahora lo hacen en las sedes de Abuelas. Licha sigue viviendo en La Plata, y colabora con la filial de esa ciudad. Pero no se pierde ninguna Asamblea  Anual en la sede de Corrientes 3284de Capital Federal, a las que siempre asiste impecable.

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