Estoy que me salgo

En Nueva York, a eso de las seis de la tarde, las compañías de teléfono llaman para anunciarte un plan nuevo o pidiendo que te pases a la competencia. Los brokers llaman ofreciéndote hipotecas a intereses abusivos (eso la mayoría de la gente no lo sabe pero da la casualidad de que yo trabajo en el departamento de hipotecas de un banco). También llaman compañías ofreciéndote visas y mastercards. Y, por último, llaman usureros ofreciendo sacarte de tus deudas. Si cojo el teléfono y veo que es alguien intentando venderme una moto le digo: “can you please hold on a second?”, dejo el teléfono en la mesa y los dejo esperando y esperando y esperando hasta que se cansan. Si me dejan un mensaje en el contestador, simplemente lo borro.

Esta semana no solo me han dejado dos mensajes de no sé que compañía de tarjetas de crédito sino que además me han mandado dos correos electrónicos. Como me han tocado las narices acabo de mandarles un email diciéndoles que no sé cómo tienen mi teléfono y mi dirección de correo electrónico pero quiero que dejen de llamarme y emailearme. Les he recordado que en Nueva York se puede demandar a alguien por acoso psicológico y estrés emocional. Les he dicho que hasta la fecha he recibido dos llamadas y dos emails que en esa compañía puede parecer razonable pero para mí no lo es dado que no he solicitado sus servicios y he terminado pidiéndoles que me borren de su lista tan pronto como sea posible.

¿Qué esperabas…? de algo me tiene que servir las clases de Business Law I: 85 ½ en el primer parcial, ¡ole yo! ¡ole yo!

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