J.P.O.

Acaban de detener al hijo de Ana Orantes por maltratar a su mujer/novia. Ana Orantes fue asesinada en 1997. Después de verla en televisión hablando de los malos tratos que había soportado durante años, el marido de Ana Orantes no tuvo otra que rociarla con gasolina y prenderle fuego.

Arrimando el ascua a mi sardina, porque a egoísta no hay quien me gane, ahora me entenderán mejor los que no entendían por que dejé a uno de mis novios con fama de ser más bueno que Bambi ni entendían que comparase a los hijos de maltratadores con bombas de relojería. Creo que el matrimonio Orantes tenía siete u ocho hijos y es muy duro que haber perdido a una madre no le haya servido de nada a uno de ellos. El padre se pasó en la cárcel tres o cuatro años hasta que murió de un infarto y el hijo no ha aprendido nada. Muy fuerte. Crecería seguramente viendo palizas y maltrato psicológico y, a pesar de perder a su madre, siguió viéndolo como algo normal y necesario para el buen funcionamiento de una casa. ¡Acabáramos!

Pensando en Ana Orantes una no puede dejar de tirarse de los pelos porque seguimos igual (si no peor) que antes. En 1997 como en 2005, denunciar no sirve de nada. Tal y como estaba en su día y está hoy el patio, denunciar es invitar a tu maltratador a que te mate. Las cosas claras: cuando tu novio te pega no puedes recurrir a nadie. Familia, amigos y policía se pasan la pelota unos a otros. Tus suegros van a defender a su hijo, tus padres te van a decir que te apoyan pero ¿quieres meterlos en ese lío? si tu novio/marido te pega ¿quieres que se ponga agresivo con ellos? quien sabe de lo que será capaz... si vas a la policía, como mucho te aceptan la denuncia pero te mandan de vuelta a casa.

En América o en España, las mujeres estamos vendidas. Somos ciudadanas de tercera o cuarta categoría. Vamos detrás de hombres y categorías políticamente correctas como Niños de la Guerra, inmigrantes o gays (que las lesbianas siguen estando mal vistas en España). Total, que estamos solas y nadie va a venir a sacarnos las castañas del fuego. Lo que hay que hacer es diseñar una estrategia, no contárselo a nadie y salir por piernas en cuanto se pueda. Lo que aquí se conoce como “plan B”: decidir dónde te vas, cómo te vas, cuánto te cuesta, cuánto vas a tardar en ahorrar… y hacerlo. No escuchar más excusas, no creerte más promesas, no tener más miedos. Coger la puerta y no mirar atrás.

Una de dos: o buscas un trabajo fuera de casa o sisas de lo que tu pareja te dé para la compra y vas ahorrando. También hay que fingir que se entienden sus razones, fingir que se le perdona e intentar en la medida de lo posible no "provocarlo". Entrecomillo "provocarlo" porque los maltratadores son animales sin capacidad de raciocinio que no necesitan provocación alguna. No hay un patrón o modelo de comportamiento, no hay trucos, no hay avisos... nunca sabes lo que va a provocar una paliza. Los hay maniáticos que quieren la cena fría y te pegan porque está caliente; los hay maniáticos que quieren la comida caliente y te pegan porque esta fría; el caso es encontrar cualquier excusa pa’usarla a una como bolsa de boxeo. Durante un par de años te tocara adelantarte a cada uno de sus deseos y ponerle buena cara después de una paliza, pero, en cuanto puedas, sal corriendo. Piérdete por algún país de Europa o, mejor aún, Latinoamérica.

Es eso o apuntarse a clases de defensa personal. Si le das una paliza de muerte la próxima vez que te quiera levantar la mano, veremos a ver cuánto tarda en darte el divorcio. Sí, divorcio. Ninguna mujer merece cargar con un saco de mierda por mucho que el saco de mierda se haga cagado por las patas abajo y haya dejado de pegarle.

Sí, sé que también los hay burros-burros, de los que aunque te divorcies o te vayas a Manchuria sin que lo sepa nadie, te van a encontrar y te van a matar. Me vienen a la cabeza las palabras del Che Guevara que no tiene nada que ver con nosotras, pero aquí queda esto: "prefiero vivir de pie a morir arrodillado". Más vale vivir los últimos meses como una mujer libre e independiente que como la fregona y punching bag de un energúmeno. Ole los huevos de la Orantes, aunque ser valiente le costase la vida.

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