Ana de Miguel Alvarez: “En feminismo, si no evolucionas acabas sirviendo al patriarcado”
© Ana de Miguel
Alvarez, Natalia Bore, La Voz de Galicia
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Esta cántabra, ahora en comisión de servicios en la Universidad Rey
Juan Carlos, en Madrid, se siente muy vinculada a Galicia, donde ha trabajado
más de una década
Habla con la voz
modulada por años de dedicación a la docencia universitaria. Pausada y
didáctica, desgrana con pasión los argumentos que sustentan los temas que
vertebran sus investigaciones y también su vida: feminismo, mujeres, género y
filosofía. Ana de Miguel es cántabra, «nací en Santander», puntualiza, aunque
su periplo vital la llevó a estudiar Filosofía en Salamanca para, de ahí,
saltar a Madrid en busca de terreno académico más favorable para hacer una
tesis doctoral que pretendía bucear en el feminismo. A principios de los años
noventa se convirtió en profesora titular de Sociología del Género en la
Universidad de A Coruña, donde durante doce años -hasta el curso pasado-
contribuyó a consolidar una Facultad que daba sus primeros pasos. Ahora, en comisión
de servicios, imparte docencia en la Universidad Rey Juan Carlos, y reparte su
tiempo entre la investigación y la publicación incesante, de la que son buen
ejemplo los tres volúmenes de “Teoría feminista: de la Ilustración a la
globalización”, editados junto con Celia Amorós.
Cuénteme quién es Ana de Miguel.
Nací en Santander.
Me fui a estudiar Filosofía a Salamanca y allí comencé a militar en la Asamblea
de Mujeres. En 1984 hice la tesina sobre Marxismo y feminismo en Alexandra
Kolontai porque durante los años de la Universidad yo había ido viendo que por
un lado iba la filosofía, digamos, académica y por otro el feminismo que veía
en la Asamblea. Por eso decidí hacer la tesina sobre marxismo y feminismo, para
ver cómo eran de compañeros de viaje. Y me aclaré mucho.
¿Cómo decidió venirse a Madrid?
Me vine a la
Universidad Autónoma porque en aquel momento en Salamanca eran muy carcas y era
casi imposible encontrar a alguien que dirigiera mi tesis. De paso encontré
trabajo en la Universidad, en la Politécnica. Di clase en Sociología durante
ocho años.
Pero luego acabó en Galicia...
Sí. Me enteré de
que abrían en A Coruña una nueva Facultad de Sociología. Me presenté a una
plaza de titular y la saqué. Fue en 1993. Ahora estoy en Madrid, en la
Universidad Rey Juan Carlos, en comisión de servicios, pero mi plaza está en A
Coruña donde, por cierto, tenemos una de las mejores bibliotecas de España de
feminismo y género.
Dos de los temas centrales de sus investigaciones. ¿Qué opina de la
corriente de «Las otras feministas» y de sus planteamientos en violencia y
prostitución?
Mantienen el
discurso de los años sesenta, que los delincuentes son los únicos antisistema.
Sostienen que en la cárcel no se resocializa nadie, porque es el peor producto
del sistema capitalista. Por eso ha costado tanto pasar a redefinir a los
culpables como culpables. Hay una lógica perversa en la que influyen muchos
factores. Y estas mujeres, no es que no hayan pensado siempre lo mismo, pero en
feminismo especialmente, si no evolucionas, acabas sirviendo al patriarcado.
Desde su tesis doctoral, sobre Élites y participación política en la
teoría de la democracia de John Stuart Mill, Ana de Miguel no ha dejado de
investigar sobre movimientos sociales, sus cambios y su incidencia sobre las
mujeres. Actualmente está centrada en el análisis de los procesos teóricos de
redefinición sin los que, sostiene, «es imposible percibir realidades sexistas
como la violencia o la prostitución». ¿Por
qué eligió a Stuart Mill para su tesis?
Porque comprendió
fenomenal la gran tragedia de la vida de las mujeres. Él sostenía que sin que
las mujeres accedieran al derecho al voto, a la discusión pública y política,
no podría haber democracia. Afirma que a las mujeres se las educa para ser
pasivas y sumisas, para no poder elegir, que es precisamente la cualidad de la
persona humana, con lo a las mujeres no se les permite ser personas. Su
pensamiento está hipervigente. Acabo de hacer una edición nueva de su obra, en
Edaf, y me impresiona lo radical que es.
¿Y ahora en qué se centra su trabajo?
Ahora estoy
estudiando la importancia de lo que pensamos para ver o no la realidad. Por
ejemplo, cuando se produjo el intento de golpe de Estado, ni siquiera las
feministas veíamos que no había mujeres en el Parlamento. Y no lo veíamos
porque no teníamos una teoría que nos permitiera ver aquello como una
exclusión. Con la violencia ocurre algo similar. La percibimos si tenemos
instrumentos teóricos. Hace veinte años, no es que no la hubiera, sino que
carecíamos de instrumentos para verla como un problema social y político. Se
percibía como algo personal, de las víctimas. Lo mismo ocurre con las
violaciones o la prostitución.
No parece un cambio fácil, ni rápido...
No lo es. Pero es
lo que estoy estudiando, cómo se llega a redefinir la violencia, la prostitución,
el feminismo. Es muy interesante.
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