Lamento boliviano
El patio boliviano anda revuelto porque supuestamente una ONG extranjera ha sometido a una niña de 10 años a un aborto clandestino intentando legalizar a través de una política de “hechos consumados” esta práctica. La niña está (o estaba) embarazada de 12 semanas como resultado de una violación. Los padres se pusieron en contacto con una asociación feminista y con su apoyo fueron a juicio para que un juez autorice el aborto. Grupos pro-vida bolivianos han ejercido presión y presentado pruebas e informes médicos advirtiendo de los riesgos que un aborto tiene para una niña tan pequeña.
En Bolivia, como en casi todos los países latinoamericanos, no falta nunca un enteraó que intente arrimar el ascua a su sardina, que hable de colonialismo o imperialismo, intereses capitalistas y demás chorradas con cualquier excusa. En este caso es Carlos Polo, representante para América Latina del Population Research Institute (PRI), el que ha puesto el grito en el cielo en nombre de los grupos pro-vida, atacando a los padres de la chiquilla, atacando a los grupos feministas, acusándoles de realizar una tarea “fingida” de derechos de la mujer porque según él lo único que están haciendo es aprovechándose de las mujeres pobres o en situaciones dramáticas… Tela.
Me ponen mala. Todos estos defensores de la moralidad y lo correcto en lo que se refiere al cuerpo de la mujer me ponen de los nervios. Las ONGs del país que sea no son precisamente las que van por ahí violando a niñas, adolescentes y mujeres bolivianas. Si tan preocupados están Carlos Polo y tantos hombres como él – que ni van a ser violados ni se van a quedar embarazados contra su voluntad – deberían cerrar la boca de una puñetera vez y emplear palabrería, tiempo y energía en mejorar las condiciones de vida de las bolivianas. Hablo de alfabetización, educación, servicios de planificación familiar, creación de puestos de trabajo… pero claro, es más fácil tirar balones fuera y culpar a “ONGs del extranjero” que detener y perseguir a violadores, endurecer las condenas y ayudar a las víctimas de una violación o la agresión que sea.
En Bolivia, como en casi todos los países latinoamericanos, no falta nunca un enteraó que intente arrimar el ascua a su sardina, que hable de colonialismo o imperialismo, intereses capitalistas y demás chorradas con cualquier excusa. En este caso es Carlos Polo, representante para América Latina del Population Research Institute (PRI), el que ha puesto el grito en el cielo en nombre de los grupos pro-vida, atacando a los padres de la chiquilla, atacando a los grupos feministas, acusándoles de realizar una tarea “fingida” de derechos de la mujer porque según él lo único que están haciendo es aprovechándose de las mujeres pobres o en situaciones dramáticas… Tela.
Me ponen mala. Todos estos defensores de la moralidad y lo correcto en lo que se refiere al cuerpo de la mujer me ponen de los nervios. Las ONGs del país que sea no son precisamente las que van por ahí violando a niñas, adolescentes y mujeres bolivianas. Si tan preocupados están Carlos Polo y tantos hombres como él – que ni van a ser violados ni se van a quedar embarazados contra su voluntad – deberían cerrar la boca de una puñetera vez y emplear palabrería, tiempo y energía en mejorar las condiciones de vida de las bolivianas. Hablo de alfabetización, educación, servicios de planificación familiar, creación de puestos de trabajo… pero claro, es más fácil tirar balones fuera y culpar a “ONGs del extranjero” que detener y perseguir a violadores, endurecer las condenas y ayudar a las víctimas de una violación o la agresión que sea.
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