Monas de feria

Leo en el Blog de Sexo de El Mundo un post titulado “Rodeado de mujeres” escrito por Xud Zubieta donde cuenta su experiencia en un bar de lesbianas. Al buen hombre le sorprende que de las doscientas mujeres que había en el bar al que fue no todas se ajusten al prototipo de machorra y alguna hasta sea guapa. Por no hablar, que osadía, de las que se arreglan más o menos porque quieren gustarle a otras mujeres. Leo los comentarios de otros lectores y me quedo flipada con uno que dice que él quita el lesbianismo a pollazos (pues nada, macho, vete a Sudáfrica que es lo tuyo: mira por donde allí se practican violaciones terapéuticas a diario) y por los que se dedican a ir a bares a mirar a tías besándose.

El otro día me dio el punto y colgué un comentario en el blog de El Mundo como invitada – no es que sea una forofa, si tengo el día flojo en el trabajo los leo, si no, no pasa nada. El post original me pareció denigrante y típico de una sociedad atrasada. Las lesbianas no somos monas de feria. Si Xud Zubieta esta aburrido, que se quede en casa matándose a pajas. Mucho internet, mucho matrimonio gay y mucho talante pero a la hora de la verdad resulta que no hemos avanzado nada. El cromañón que se iba a Francia a ver tetas en películas que hoy ponen en cualquier cadena en la sobremesa durante la transición y chorreaba con las tetas de Sabrina en los ochenta, ahora se muere por entrar en un bar de lesbianas y se queda flipado al ver que en apariencia las lesbianas no son diferentes de su mujer, su hermana o la vecina del quinto. Vamos, que no tenemos un sello en la frente que diga que somos bollo y a día de hoy, a la vista está, que no llevemos un sello en la frente o no seamos todas machorras sigue chocando.

El post en el blog y los comentarios son signo de madurez cívico-sexual. Di que sí. Las mujeres españolas hemos ido evolucionando, conquistando puestos de trabajo, ganando mejores sueldos, controlando nuestros cuerpos, decidiendo cuántos hijos queremos tener, cuándo, cómo y con quién queremos tenerlos, aprendiendo y exigiendo que nuestras parejas entiendan cómo funciona nuestro cuerpo… El hombre español se quedó estancado en los años 60 y, en casa o en Nueva York, te pongas como te pongas, de ahí no lo sacas. Cromañón - cromañón. No voy a dar nombres pero a mí me ha pasado ya con tres españoles que o bien me han soltado abiertamente: “pero tú eres guapa ¿por que eres lesbiana?” o bien se han lanzado a la yugular de alguna lesbiana americana en plan latín “a esta la reconvierto yo” lover. No digo que todos, pero hay tres españoles en Nueva York que son cromañón total.

Me pregunto por qué los hombres, aunque pocos, pueden entrar y salir a su libre antojo en los bares de lesbianas en España. No es que me encierre en un gueto pero cuando salgo me muevo por bares de lesbianas y voy a fiestas donde no va a haber hombres heterosexuales. Si coincido con alguno es bien un amigo mío o algún amigo de mis amigas i.e. sé que no va a intentar restregarme la polla por el culo o el coño si estamos bailando, no va a querer meterse en mi cama al acabar la noche y no va a darme por culo intentando convencerme de que yo en realidad soy hetero y no he estado todavía con el hombre adecuado que, fíjate qué casualidad, es precisamente él. En Nueva York en la mayoría de bares y clubs para mujeres (Henrietta's, Rubyfruit, Nations, Cattyshack o Girls’ Room cuando estaba abierto – ¡qué tiempos! –), aceptan que entren gays, te miran raro si vas con un amigo heterosexual y no dejan entrar a grupos de hombres heterosexuales. También hay bares como Cubby Hole donde hay de todo: lesbianas, gays, bisexs, trans y heteros pero ningún hetero se queda mirando o se empalma por ver a dos mujeres besándose.

Pesados hay y más de uno y más de dos se cuela en un bar de los mencionados arriba con el rollo del metrosexual – que no sabes si chicha o si limoná: ¿este tío es gay o hetero? –, que conste. Normalmente la mujer que está en la puerta se da cuenta del percal en cuanto se percata del percal y los echa a la calle antes de que saquen los cacahuetes pa’las monas y las monas les monten la mundial.

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