Olé tus ovarios Australia

En Australia, el máximo responsable de la comunidad islámica, Taj al-Din al-Hilaly, ha soltado esta perla por su boca: “si pones carne sin cubrir en la calle, el jardín, el parque, o el patio trasero y vienen los gatos y se la comen, ¿de quién es la culpa: de los gatos o de la carne descubierta? (…) El problema es la carne descubierta. Si la mujer hubiera estado en su habitación, en su casa, con su “hiyab”, no habría habido problemas”.

Las reacciones no se han hecho esperar y por una vez en la vida se ha dejado lo políticamente correcto de lado para poner el grito en el cielo por los derechos de la mujer. El ministro de Hacienda australiano ha dicho que las declaraciones de Taj al-Din al-Hilaly promueven la violencia contra la mujer. Hay quien ha pedido que lo expulsen de Australia. Dato curioso: emigró a ese país hace veinte o treinta años. Veinte o treinta años es tiempo más que suficiente para ampliar tus miras y adaptarte. Como inmigrante, yo mantengo costumbres de mi país pero me adapto al país en el que estoy. No vengo en plan chula a imponer aquí mis costumbres o creencias. Claro que el cambio España / EEUU no es lo mismo que irte de un país islámico a un país occidental donde la mujer es tratada mejor que a un perro (como a una reina si comparamos con los países donde siguen la sharia aunque no dejemos de ser ciudadanas de segunda o tercera categoría comparadas con los hombres).

Viendo la que se le ha venido encima, Taj al-Din al-Hilaly se ha disculpado diciendo que el condena la violación y sólo pretendía proteger el honor de la mujer. (nota mental: uno de estos días yo me voy a morir de un ataque de risa al leer la prensa). Si, el honor de la mujer que lleva un velo islámico. ¿Las demás? todas putas que van provocando por ahí a los hombres. Si las mujeres somos unas putas, ¿que son los hombres? ¿animales que nunca han evolucionado? ¿perros que ven un trozo de carne y tienen que comer porque no tienen sentido de la mesura? Este tema me recuerda a una conversación que tuve hace dos años con otra voluntaria del LGBT Community Center sobre el uso del velo en los países islámicos. Tradiciones heteropatriarcales milenarias aparte (que cada cual es libre de seguir o no en un país occidental pero que no dejan de ser imposición en países donde se sigue a rajatabla la sharia o erróneamente llamada ley islámica), es muy fuerte que las mujeres tengan que taparse de los pies a la cabeza porque los hombres sean unos animales incapaces de controlar sus impulsos.

Por suerte, a los líderes religiosos occidentales ya no les da por soltar estas perlas. Siguen metiéndose en nuestros derechos reproductivos pero han empezado a condenar el maltrato y algo es algo. Durante siglos la vida de las mujeres españolas estaba condicionada por el que dirán y directamente por lo que les dijera su confesor o sacerdote. No hay más que tirar un poco de nuestra literatura o cine para darnos cuenta. El tema está en que, aunque cada cual en su casa siga siendo un machista y pensando que la mujer está a su servicio (desde los maltratadores a los violadores a los hijos que no le dan las gracias a sus madres por cocinar o recogerles la habitación todos los días, etc, etc, etc), año arriba, año abajo, llevamos unos 50 o 60 años de derechos y libertades. Aunque sea pura hipocresía. Si. Que en Occidente se hable de los derechos y libertades de la mujer no deja de ser hipócrita si de puertas pa’dentro no cambia la cosa. Un pequeño avance que peligra cuando la sociedad no reacciona a declaraciones como las de Taj al-Din al-Hilaly. Así que hoy aplaudo a Australia y a los australianos, especialmente al gobierno por condenar públicamente al líder de la comunidad islámica que, visto lo visto con el tema de las caricaturas de Mahoma el año pasado, en otros países parece intocable.

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