Siempre he querido…

Lectora de mi vida que no sé cómo te llamas ni desde donde me lees pero que bien me caes jodía,

Si me hubieran dado un dólar por cada vez que le he oído decir “Siempre he querido… pero nunca lo he hecho” a las mujeres de mi vida ahora mismo seria millonaria. No te hablo solo de mis novias sino también de mi madre, sus amigas, mis amigas, mi peluquera… Este mes en el canal Lifetime se pueden ver películas que giren en torno al cáncer de mama: diagnostico, tratamiento, mujeres abandonadas por sus parejas, mujeres que mueren, mujeres que sobreviven… películas para ver con una bolsa conguitos y dos paquetes de pañuelos de papel. También se pueden ver clips de 10-15 segundos donde mujeres como tú y yo como cuentan sus experiencias al ser diagnosticadas y tratadas contra el cáncer de mana. Hay una mujer que cuenta que ella nunca fue de esas mujeres que se pintan los labios de rojo pasión pero el cáncer le cambió la vida y ahora se los pinta y se ha prometido ser la mujer que siempre quiso ser. Y yo me pregunto ¿por qué esperar a que te diagnostiquen una enfermedad potencialmente mortal para hacer de tu capa un sayo y ser feliz?

Yo misma me respondo: las mujeres estamos condicionadas / entrenadas para ponernos en segundo lugar. Nuestros padres, nuestros hermanos, nuestra pareja, nuestros hijos… siempre detrás de los demás. Nuestras metas y sueños pasan a un segundo o tercer lugar conforme vamos creando relaciones. Por cosas de la vida (cultura, sociedad, religión, comportamientos a todas luces ilógicos y demás basura heteropatriarcal que viene de antiguo y casi llevamos marcada en el ADN), un día te levantas con 45 años y piensas que los sueños de juventud se quedaron solo en sueños y empiezas a hablarle a tus hijas de las cosas que siempre quisiste hacer y nunca pudiste. Falta de medios económicos, falta de apoyo de tu pareja o familia, falta de tiempo, los niños cuando son pequeños, los padres cuando empiezan a ir cuesta abajo… excusas.

Maniática donde las haya, de vez en cuando me preparo una lista con cosas que quiero hacer: desde exposiciones a obras de teatro a paseos por alguna calle en concreto en Brooklyn o Queens (el Bronx sigo pisándolo únicamente cuando voy en el coche con alguna amiga y nos perdemos). Poco a poco, voy tachando una cosa tras otra. Procuro buscarme actividades “de gratis” porque no está mi economía para paseos alrededor de Manhattan en helicóptero (un poner) o para clases de mandarín (todo se andará). También tengo la suerte de pillar “courtesy tickets” (¿entradas de cortesía?) a través de centros comunitarios donde soy / fui voluntaria o asociaciones profesionales a las que pertenezco.

A lo que voy es a que si se puede. No hay excusa para no hacer yoga, no ir a clase de belly dancing, no ir a la universidad, no seguir estudiando hasta tener tu máster y tu doctorado… Tuve un parón de un año largo en mi carrera y lo dedique a leer y hacer otras cosas que quería hacer (escribir, leer, visitar museos, voluntariado). Nunca he esquiado o hecho snowboard y lo tengo en mi lista de cosas que hacer en el 2007. Ya he encontrado un grupo de lesbianas que organiza viajes y escapadas de fin de semana a diferentes resorts de ski en EEUU y Europa. Ser socia cuesta unos $ 40 al año, es decir, cuatro rodajas de salmón o trucha así que haré un sacrificio el mes que me apunte y en lugar de comer pescado estoy quince días a pasta (99 centavos la caja de 1 kilo). Si hay ganas, el dinero se saca de cualquier parte.

Si el dinero no es problema ¿que nos impide realizar nuestros sueños? Dejando de lado la doble moral y presión social, la falta de apoyo familiar en muchas ocasiones… ¿Que hace que una mujer adulta no se pinte los labios de rojo pasión o ponerse una minifalda aunque pese más de 200 kilos?

Raro es el día que no me llega algún email diciéndole: “ole tus huevos María, ya me gustaría tener el valor que tienes”. No me considero valiente sino todo lo contrario: soy una cobarde y tiendo a no meterme en follones demasiado políticos para no acabar en Guantánamo. Lo que pasa es que un 80 % de las veces la control freak en mi puede más que mi yo cobarde. La vida me da sorpresas y yo reacciono sin moverme de mi sitio. Pa’tras ni para coger impulso. Vivo mi vida. No dejo que otros decidan por mi o limpien la cagada si he dejado una mierda por algún lado (esto es una expresión de una amiga mía que se puede sustituir por nuestro “sacar las castañas del fuego”).

Si estuviésemos hablando cara a cara sobre tus sueños en frente de un tequila o una cervecita en Cubby Hole te diría: que se joda tu padre, tu madre, tu hermano, tu hermana y tu pareja… primero tú, segundo tú, tercero tú y después tu culo. El resto del mundo que se joda.

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