Emmett Louis Till

La madre de Emmet Louis Till tuvo un par bien puesto. Estoy viendo un especial en Court TV sobre su asesinato, detención de los sospechosos y los treinta años que pasaron hasta que fueron juzgados. Fueron a buscarlo a casa de sus tíos a las 2:30 de la mañana, lo apalearon, le dispararon, le sacaron los dos ojos, uno se lo dejaron colgando de la cuenca del ojo cayéndole a media mejilla, el otro nunca lo encontraron; le cortaron la lengua y se la dejaron sobre el pecho, le abrieron la cabeza con un hacha... el cuerpo de Emmet iba a ser enterrado sin avisar a los familiares, sin mayor ceremonia, en una fosa común. La madre consiguió una orden judicial para recuperar el cuerpo y que se lo mandasen a Chicago. Antes de mandarlo, un sheriff de Mississippi ordenó que se precintase el ataúd con un sello oficial y que no se abriese. La madre se pasó por el forro esa prohibición y en Chicago hizo que desprecintasen el ataúd con un martillo y decidió que lo dejasen abierto durante el velatorio y el funeral sin que los de la funeraria tocasen lo que le quedaba de cara a su hijo.

Ella fue la primera mujer que hizo que América se enfrentase al problema racial de una forma gráfica y poderosa. La fotografía de la cara irreconocible de su hijo dio la vuelta al país e hizo que la gente abriese los ojos más que con ochenta discursos de Malcom X, Roy Wilkins y otros tantos. Sabía lo que se le venía encima y no paró hasta no ver a los asesinos de su hijo en el banquillo. Cuando se hizo público que iba a haber un juicio y que ella iba a estar sentada en la sala durante el juicio, la familia empezó a recibir cartas con amenazas y fotografías y muchas llamadas telefónicas recomendando que se callaran si querían que su otro hijo siguiera vivo.

Del grupo de machotes que cogieron a Emmet, un chiquillo de 12 o 14 años, por el simple hecho de haber silbado a una mujer blanca para piropearla, sólo detuvieron a dos: Roy Bryant and John W. Milam, acusándolos únicamente de secuestro pero no de tortura o asesinato. Supongo que en la época fue impensable detener a la mujer blanca que corrió al marido a contarle ofendida que un chico negro había tenido la osadía de silbarle (Carolyn Bryant). Un chiquillo de 14 años. Conste que yo soy la primera que tiene días en los que si tuviera una pistola se quedaba sola porque me pone de muy mala leche que me miren de arriba a abajo como si fuera un trozo de carne y que me piropeen por la calle como si un "hola princesota" fuesen palabras mágicas que hicieran que me bajase las bragas y me dejase follar por el primero que las pronuncie. Pero de ahí a correr a alguien que tenga una pistola y calentarle la cabeza hasta que lo mate o coger una pistola yo misma e irme a casa de alguien a pegarle un tiro... pues hay una buena distancia. Y en este caso no hubo palabras ni nada de por medio, un simple silbido (si es que lo hubo).

La madre recuerda que durante el juicio las ventanas y los pasillos estaban llenas de padres blancos con sus hijos blanco-nucleares, los niños tenían pistolas de juguete y según iba pasando ella iban apuntando y gritando: "bang, bang". Los padres sonreían orgullosos y los hijos se reían disfrutando de sus juegos. No es la primera vez que oigo la historia de Emmet Till pero sí es la primera vez que tengo la oportunidad de escucharla con tanto detalle y cuanto más oigo más me cabreo. Llegué a EEUU en una época donde lo políticamente correcto era parte del pan nuestro de cada día, nadie hacía un esfuerzo especial porque llevan diez o quince años hablando de African-Americans o afroamericanos. Oír a la gente en este documental refiriéndose a Emmet Till y su familia usando palabras como "negro boy", "blacks", "niggers"... a día de hoy, en pleno siglo XXI, es muy fuerte. El Sur era el Sur y el Sur sigue existiendo. Muy fuerte.

Y ahí tienes al asesino sentado con la mujer al lado durante el juicio. El día que se iba a leer el veredicto la madre de Emmet se dio cuenta de que los pocos afroamericanos que había en la sala comenzaron a irse. Sabía que no iban a conseguir un veredicto de culpables y convenció a su equipo para que dejasen la sala. A los 45 minutos, se leyó el veredicto de no culpable y la sala rompió en aplausos, uno de los acusados sale fumándose un puro y otro diciendo que está contando porque "su pesadilla" haya acabado. El presidente del jurado dijo que no les había llevado tanto tiempo declarar a los acusados inocentes, pero que alguien les había dicho que si salían antes no iban a quedar bien.

En 1955 no había ninguna ley que protegiera a los afroamericanos. La familia de Emmett salió por piernas ese mismo fin de semana y acabó en Chicago volviendo a Mississippi sólo para los juicios. En 1956 Bryant y Milam vendieron su historia a la revista Look por unos $40,000 protegidos por la ley "doble jeopardy" que a lo mejor recuerdas por la película con Tommy Lee Jones y Ashley Jud. Según esta ley un norteamericano no puede ser juzgado dos veces por un crimen del que haya sido absuelto. Yo pienso que sea un asesinato sea una violación, mientras haya pruebas que demuestren que un tío es un violador o un asesino, lo del tiempo que haya pasado desde que asesino o violo a alguien o las veces que le hayan absuelto es lo de menos. Ya puede estar en su lecho de muerte, ese hombre debe morir condenado. Léase Pinochet, léase alemanes acusados de crímenes de guerra, léase asesinos de las niñas de Alcasser que siguen por ahí matando a otras. Pero, claro, las víctimas son siempre ciudadanos de segunda o tercera categoría a ojos de la población general.


La madre de Emmet murió en el 2003 sin ver a los asesinos de su hijo en la cárcel. En el 2004 el Departamento de Justicia reabrió el caso presionado por la opinión pública y han creado una serie de medidas para garantizar que se pueda investigar casos sin resolver sin importar el tiempo que haya pasado.

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