Hello Kitty debe morir

Llevo con este tema en la cabeza un par de meses y no es hasta ahora que me ha dado la vena anti-Japón que no me decido a ponerlo por escrito. No sé que me dio en junio que caí en la cuenta de que Hello Kitty no tiene boca. Esa noche, en un restaurante italiano con terracita en el Village, le conté a mi amiga Jennifer todo sobre mi momento epifánico del día. Le dije que Hello Kitty debía morir porque quien tiene boca se equivoca y quien no la tiene no puede hacer oír su voz a no ser que dependa de otra persona y ¿quiénes son las principales consumidoras de productos Hello Kitty y qué mensaje les estamos dando?

Jennifer y yo nos conocemos sólo desde abril de este año pero hemos congeniado y nos mimamos. Ella tiene su pareja estable y yo tengo mis rollos, usease que nada de lesbianismo entre nosotras jajaja. Nos escribimos tarjetas y postales, nos regalamos chucherías, nos compramos y recomendamos libros, etc. Esa noche antes de irnos la pobre me pasó una bolsa con dos libros, pegatinas, chucherías, estuches, llaveros, libretas y una pistola de agua... todo de Hello Kitty. Yo no sabía dónde meterme después de haberle dado el coñazo durante la cena con mi rollo "el fin del mundo se acerca y Hello Kitty es el ángel de la muerte" y entre sentirme culpable y enamorarme de todas y cada una de las cosas que había en la bolsa se me pasó la vena festivo-reivindicativa.

Meses después, camino del rodaje de La Chiva (bueno, vale, hemos perdido el concurso de Mercury, pero el corto sigue pa’lante así que entra de vez en cuando a ver qué planes hay: www.lachivamovie.com), con mis pantalones de pijama rosa chicle, mi camiseta de tirantes blanca y mis chanclas rosa histérico-hawaiano de Hello Kitty caí en la cuenta de que nunca llegue a escribir sobre el tema y, peor aún, soy a Hello Kitty lo que Sarah Jessica Parker a Manolo Blahnik. Tuve otro momento Horror! Horror! El fin del mundo se acerca que se me pasó al llegar a la casa-museo donde era el rodaje en Queens y ver que la productora tenía un bolsón de material de dudoso origen con dibujillos de Hello Kitty (por supuesto, tengo el mismo bolsón de plástico y lo uso para ir a la playa la productora es mi amiga Joan y, como Jennifer, me mima: cosa de Hello Kitty que ve, cosa que compra doble pa'pasarme a mí una).

He hecho una mini encuesta entre mis amigas: ¿qué nos atrae de Hello Kitty? ¿qué hace que mujeres hechas y derechas, que saben que es un producto que se fabrica en Japón (y Japón es el enemigo por razones ya mencionadas), busquen y compren ropa interior, calcetines, maquillaje, fundas para el móvil, pegatinas, paraguas, pasta de dientes, cereales, chocolate y todo lo humanamente posible de Hello Kitty? porque yo tengo calcetines, camisetas, bragas, pegatinas, tiritas, cajas de plástico donde guardo las joyas de la corona y alguna mochila, pero mi amiga Jennifer tiene hasta una tostadora que le regaló su novia y un dispensador de agua que le compré yo. No nos compramos peluches porque no nos pegan con la decoración y el vibrador de Hello Kitty no lo tenemos porque no es legal en EEUU. Vamos que sólo nos falta comprarnos los tampones de Hello Kitty. Millones de niños muriéndose de hambre o sin escolarizar y nosotras comprándonos cosas alegremente. Dime tú a mí si no tiene huevos. La encuesta me ha dejado igual que estaba porque ninguna acierta a darme una respuesta definitiva. Es el color, es la textura, es la forma... es que hacen las cosas ¡tan rositas y tan monas! ¡Aaaayy! ¡Juventud divino tesoro!

Conste que yo de pequeña no jugaba con ni tenía cosas de Hello Kitty. Me envicié a los taitantos. Si el día de mañana tengo hijas, quiero que sean libres, independientes, capaces de pensar por sí mismas... totalmente diferentes al ideal de mujer que Sanrio propone: silenciosa, sumisa, infantil hasta los 20 o 30 años. La cultura nipona valora a las mujeres dulces, apocadas, sin voz ni voto, sumisas e infantiloides que necesitan que otra persona tome las riendas de sus vidas y Hello Kitty, el producto estrella de Sanrio, con su purpurina, su terciopelo, su fieltro y sus ojitos tiernos, contribuye a transmitir ese mensaje.

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