La justicia española es un cachondeo

En Jaén acaban de absolver a un presunto violador porque el tamaño de su pene y su fogosidad explican los desgarros vaginales de su novia, la hermana y una amiga que lo habían acusado de violación. La sentencia explica que el desgarro vaginal es compatible con una violación o con relaciones sexuales consentidas. Según los forenses, el hombre tiene un pene normalito: sólo 12.5 centímetros, mucho que envidiarle a los vibradores y pollas de plástico que tengo en mi mesilla de noche. Ninguna de mis ginecólogas me ha dicho todavía nada sobre un desgarro me lo haya hecho yo masturbándome o alguna de mis novias. Será que nuestras noches de pasión loca no son para tanto.

Pero no lo han absuelto sólo porque los desgarros puedan haber sido exceso de fogosidad. No. Lo han absuelto por la misma historia de siempre, porque aunque haya tres víctimas, la palabra de un hombre de 36 años vale más que el testimonio de tres mujeres menores de edad cuando ocurrieron los hechos y las pruebas medicas. La sentencia dice que los testimonios de las víctimas no ofrecen “los requisitos que exige la jurisprudencia para poder dotarlas de la eficacia necesaria”.

Bonita forma de sentar precedente – a partir de ahora, todo violador que la tenga más o menos grande sólo tiene que sacársela en el juicio y decir que él es muy fogoso y los desgarros vaginales son gajes del oficio.

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