Leonor Abinet
* *sacado de "Abuelas
de la Plaza de Mayo", una publicación mensual de las Abuelas de la Plaza
de Mayo que me ha pasado una amiga.
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María Leonor hija fue secuestrada embarazada de siete meses en septiembre de
1976. Su compañero había sido secuestrado dos meses antes. Ambos continúan desaparecidos
pero su hija fue recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo.
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Leonor Abinet recuperó a su nieta en 1986 y pudo disfrutarla hasta 1996
“Hablar
de la Abuela Leonor Abinet no es simple. Quizá yo no la conocía tanto, aunque
para ver cómo era ella hacían falta pocos encuentros. Incansable, movediza,
inquieta, no se conformaba con hacer una sola cosa, siempre se la veía actuando
en varios flancos”, dice Alba Lanzilloto, Secretaria de Abuelas de Plaza de
Mayo, y compañera en varias ocasiones de Leonor.
Como
antropóloga tuvo un cargo en la Universidad Nacional de la Rioja. Pero allí no
solamente desarrolló su tarea docente, se involucró en las luchas sociales, en
los barrios, en las instituciones populares, en los problemas docentes.
“Especialmente en este campo tuvo una participación constante, lo que impulsó a
los educadores de la Asociación de Maestros y Profesores (APM) a regalarle una
casa, cerca de la ciudad, donde comienza a dibujarse el camino a la zona de descanso
de los riojanos, la Quebrada”, recuerda Alba y agrega: “Allí se realizó después
de su partida un homenaje del que participamos Estela (de Carlotto) y yo (Alba
Lanzillotto) y creo que Elena, su nieta; junto a un importante grupo de
compañeros y amigos de Leonor”.
Como
Abuela de Plaza de Mayo cumplió distintas misiones, y algunas fueron compartidas
con la abuela Alba: “entre las que participé con ella están unas jornadas en la
Universidad de San Luis. Recuerdo que sufría de mucho dolor en la columna y una
docente de allí, cuando se acababa la labor del día, le hacía masajes con Aloe
Vera en la espalda. Esto le permitía estar lista para continuar al día
siguiente. También estuvimos juntas en un Congreso Internacional de la Mujer en
Mar del Plata. No olvido que recién cuando ya estábamos con un pie en el
vehículo que nos traería de regreso, nos dimos cuenta de que ni siquiera nos habíamos
dado unos minutos para ver el mar”, recuerda.
LOS
SECUESTROS
El
16 de septiembre de 1976, un comando parapolicial secuestró a la antropóloga social
Leonor Alonso de su casa de Bella Vista y la trasladó a un centro clandestino
de detención adonde, esa misma noche, habían llevado secuestrada a su hija,
María Leonor Abinet, desde una pensión donde vivía con sus dos hijas de 7 y 9
años.
Durante
tres días Leonor fue torturada sola y junto a su hija. El 19 de septiembre le
entregaron una cruz que solía llevar María Leonor para darle a entender que su
hija había muerto. “Y suavemente me avisaron que si decía algo de lo ocurrido,
me matarían”, relató Leonor para el libro Botín de Guerra.
Lo
primero que hizo Leonor fue esconderse, mintió en un hospital para que la
curaran, dijo “que se había caído” y luego intentó volver a dar clases, pero la
dejaron “prescindible”. Así, a principios de octubre de ese año, comenzó a
buscar a su hija, que estaba embarazada de siete meses.
El
marido de María Leonor (hija), Miguel Ángel Gallinari había sido secuestrado dos
meses antes, en la vía pública en Morón (Provincia de Buenos Aires), el 23 de
junio de 1976. En ese momento una hermana de María Leonor le ofreció ayuda para
salir del país, pero ella dijo: “Yo sin él no me voy”. María Leonor y Miguel
Ángel Gallinari Miguel nació el 23 de julio de 1952. Su papá era ferroviario y
a causa de su trabajo vivieron en Realicó (La Pampa), Mar de Ajó y General
Lavalle (Buenos Aires). Le decían Bocha, era inquieto y travieso, un poco
competitivo y celoso. Le gustaba bailar y la música de Julio Sosa, Louis
Armstrong, Los Beatles y Aretha Franklin. No quiso hacer la escuela secundaria.
Trabajó en la zapatería Ferraro. Probó suerte como actor y trabajó en la obra
“El pan de la locura”. Vendió libros y fue fotógrafo. Después, entró a trabajar
a la fábrica Tensa, donde conoció a María Leonor.
María
Leonor nació el 29 de septiembre de 1944. Su familia le decía Mara. Llevaba ya
varios años militando y le decían Mafalda. Cuando conoció a Miguel estaba
separada y tenía dos hijas de 8 y 6 años. Leonor y Miguel estaban muy
enamorados y tenían una relación excelente. Ella quedó embarazada a los pocos
meses de comenzar la relación. Miguel deseaba que fuera una nena. Tenían
pensados los nombres de Elena y Silvano, por los padres de Miguel.
La búsqueda
Cuando
Leonor comenzó la búsqueda de su hija hubo un primer signo de que su nieta,
Elena, había nacido y estaba viva. En 1978 recibió la llamada de su hija
Marián, la más compañera de María Leonor, para decirle que tenía que hablar con
ella urgente, y que si pasaba algo buscaran a la nena. Marián no llegó y esa
misma noche la encontraron muerta. Leonor decidió entonces irse al exterior
porque desde afuera del país creía que podría hacer mejor la búsqueda.
En
1980 volvió a Argentina y se conectó con Madres de Plaza de Mayo y allí le
ratificaron que se sabía de algunas embarazadas que habían logrado tener a sus
hijos en los campos de concentración. Así Leonor se acercó a Abuelas de Plaza
de Mayo, pero pasaron años sin noticias sobre su hija y su nieta, Leonor se
instaló en La Rioja para volver a enseñar, y desde allí, viajando
periódicamente a Buenos Aires continuó la búsqueda.
Leonor
no estaba convencida de que su nieta hubiera nacido, pero soñaba mucho, soñaba
con un bebé. A mediados de 1986 viajó a Buenos Aires para incorporar sus
análisis al Banco Nacional de Datos Genéticos. Fue allí que se cruzó a uno de
los abogados de Abuelas que comentaba sobre un caso y decía “citen a otras
abuelas porque ninguna de las que se presentaron es la que estamos buscando”.
El
caso de Elena estaba siendo investigadodesde 1981, pero con la cantidad de
casos que las Abuelas trabajaban al mismo tiempo avanzaba lentamente. Recién en
1986 pudieron armar el rompecabezas y asegurarse de que Elena, que estaba en manos
de un policía de la provincia, era hija de desaparecidos.
Apenas
volvió Leonor a La Rioja, tuvo que volver a Buenos Aires. Cuando llegó a la
sede le explicaron que sus análisis coincidían con los de la niña en poder del
policía Madrid, pero le advirtieron que mantuviera absoluto secreto. Recién el
21 de abril de 1987, la justicia dispuso su restitución. Fue la primera vez que
se localizó y restituyó una niña nacida en cautiverio.
La restitución
Elena
causó revolución en la familia. Primero vivió en la casa de su tía paterna y
luego en lo de uno de sus tíos paternos, Guillermo. Todos querían cuidar a
Elena, pero entre todos consensuaron que viviera con él. Leonor, que al principio
también la quería con ella, también pudo disfrutar de la infancia de Elena, que
viajaba periódicamente a La Rioja a visitarla.
“Fue
muy feliz con el reencuentro de Elena y, seguramente eso pudo resarcirla en
parte de mucho sufrimiento pasado. A pesar de ello, supo gozar de la vida y
tuvo la capacidad de dar a cada cosa, a cada momento de sus días su verdadero
valor y sentido”, asegura Alba, a 11 años de la muerte de Leonor.
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