Riadh Zghal: Las experiencias sociales y la participación de las mujeres tunecinas

* * Riadh Zghal es Senadora y profesora emérita de la Universidad de Sfax. Esta es su ponencia en el 2º Seminario Internacional “La participación de la mujer en los países de tradición islámica” (Madrid, 26 y 27 de junio 2007) que me ha pasado una amiga con contactos que yo no tengo. Olé, olé.


LAS EXPERIENCIAS SOCIALES Y LA PARTICIPACIÓN DE LAS MUJERES TUNECINAS: UN PROCESO PERMANENTE

- “Las sociedades en vías de desarrollo, dentro de su devenir actual, levantan al mismo tiempo la inanidad del evolucionismo unilineal: llevan dentro de sí varios futuros posibles…” Georges Balandier (1971) Sens et puissance.


INTRODUCCIÓN

Existe una confusión en los países de tradición islámica en sí, entre los preceptos del Islam y los restos culturales de la época preislámica. Mientras el Islam representó un avance verdadero para la condición de la mujer en la sociedad preislámica de la Península Arábiga, una sociedad en la que se enterraban a las niñas una vez nacidas, hoy en día es utilizado como argumento para justificar un estado inferior de la mujer que le roba todas sus libertades. La emancipación de la mujer en Túnez ha podido realizarse sin romper con los auténticos preceptos del Islam que ensalzan la igualdad y el respeto a todos los seres humanos. Sin embargo, esta emancipación nunca culminó dado que está relacionada con un proceso largo de modernización de las instituciones y el funcionamiento de la sociedad.

Esta comunicación se articula alrededor de cuatro puntos: el Islam y la participación; el camino recorrido de la emancipación y de la participación de la mujer tunecina; un esbozo sobre las realizaciones en el campo de la educación, la formación profesional y la enseñanza superior, y los nuevos desafíos que se han de realizar para mantener los procesos de emancipación de la mujer y su contribución al desarrollo nacional.


1. ISLAM Y PARTICIPACIÓN DE LA MUJER

Para entender el lugar que ocupan las mujeres en las sociedades de tradición islámica, es necesario distinguir entre los preceptos del Islam tal como aparecieron en los textos sagrados y el funcionamiento de las sociedades que es principalmente determinado acerbo histórico y los valores culturales propios de cada una de estas sociedades.

La mujer, en tiempos del Profeta, tenía una presencia en la vida pública (comercio, reuniones religiosas) y cultural (poetas). En la sociedad preislámica de la Península Arábiga las chicas eran una deshonra hasta el punto de enterrarlas vivas al nacer. El Islam aportó unos valores que han mejorado la situación de la mujer. Prohibió esta práctica de asesinato de las niñas recién nacidas; la igualdad entre hombres y mujeres es evocada en el Corán: todos son investidos de los mismos deberes y todos deben respetar las normas. La diferencia no se basa en la etnia ni en el color de la piel sino en la piedad y la sabiduría:

- “El más noble de vosotros, ante Dios, es el más piadoso”

- “¿Son iguales quienes saben y quienes no saben? Solo reflexionan los dotados de entendimiento”

Estos preceptos han permitido a la mujer desempeñar un papel en la difusión del conocimiento que era principalmente religioso durante los siglos de expansión del Islam, y en la vida política, Aixa, la mujer del mismo Profeta.

Sin embargo, uno de los estereotipos que se imputan al Islam es la legitimación de la poligamia. Algunos analistas explican esta legitimación por la existencia del fenómeno en la sociedad en el momento de la revelación y se actuó en un principio para canalizar el cambio sin atacar frontalmente a las costumbres bien instaladas. En efecto, la poligamia era ilimitada en la sociedad preislámica. El Islam, tolerando la poligamia, introdujo un límite a esta práctica introduciendo coacciones que empujaban al creyente a abstenerse.

Es normal que se ataque a esta regla (la poligamia) para su abolición, desde el principio del renacimiento islámico, justo después del éxito de la abolición de la esclavitud. Muhamad Abdu, uno de los primeros reformadores egipcios, seguido por Tahir Haddad, gran reformador tunecino, intentaron reinterpretar los versículos del Corán relacionados con esta materia. La primera prescripción se encuentra en el versículo nº 3 de la azora IV, “Las mujeres”: “Casaos con las mujeres que os gusten, dos, tres o cuatro. Pero, si teméis no ser equitativos, casaos con una …”. Interpretada literalmente, la aleya contiene un permiso, una obligación y un consejo: la licencia de casarse hasta con cuatro mujeres; la condición o, por lo menos la obligación implícita pero clara e incontestable, de tratar a las esposas con equidad, una es la traducción de la palabra adl que significa, también, justicia y puede significar, por extensión, igualdad; el consejo de contentarse de una sola mujer está dirigido a todos aquellos que no están seguros de poder ser justos y equitativos o que no están seguros de mantener un tratamiento de igualdad. Otra aleya de la misma azora aborda el mismo tema: “Nunca podréis tratar a vuestras esposas con equidad si sois polígamos.”

Si se comparan las dos aleyas, se podría deducir que el Corán toleró a los hombres casarse hasta con cuatro mujeres, no obstante introdujo una condición que es la de tratar las esposas de una forma equitativa. Además afirmó que los hombres son eran incapaces de satisfacer este requisito. La tolerancia sólo es aparente. En el fondo es una prohibición.

Para ser aplicados, los preceptos religiosos requieren una interpretación de los textos sagrados que, se hace generalmente, no sólo a través del ejercicio del pensamiento racional sino, también, a través del filtro de la cultura y las costumbres sociales en vigor en una sociedad dada. La lectura de los textos religiosos puede hacerse dentro del contexto de la igualdad entre hombres y mujeres, o al contrario, en el marco del reforzamiento de las discriminaciones. Ahora bien, la herencia cultural de las sociedades de la época de las conquistas y de la expansión del Islam ha sido cargada de discriminaciones hacia las mujeres. Las interpretaciones han sido generalmente realizadas, pues, en el sentido del mantenimiento y el refuerzo de la desigualdad entre los sexos.

Según el informe del Banco Mundial sobre el desarrollo de la región MENA, “el modelo tradicional”, es decir, basado en las tradiciones y no solamente sobre los principios del Islam, las relaciones entre los hombres y las mujeres dentro de la región MENA tiene cuatro elementos:

- El carácter central de la familia.

- Atribuir sólo al hombre el papel de sostén de la familia.

- El “código de pudor” según el cual el honor de la mujer es principalmente por el respeto de la familia.

- De los poderes desiguales dentro del ambiente privado: el deber de obediencia de la mujer.

Estos principios representan los pilares que sostienen el estatus de las mujeres cuando la referencia social se limita a la tradición. En cambio la referencia a los textos sagrados y a lo que se llama el Ijtihad en el Islam, nos lleva a una revisión de la tradición y a reconstruir el status de la mujer sobre nuevas bases: respeto de la persona sin diferenciación de sexo, igualdad de sexo en los derechos y en particular en los deberes religiosos. En verdad, el Islam ha negociado el cambio con la sociedad de la península arábiga hace 15 siglos introduciendo progresivamente los nuevos valores. Así, por ejemplo, en referencia a la poligamia, el tratamiento equitativo entre dos esposas es exigido siendo conscientes de que esto era imposible. De la misma forma, en lo concerniente con la herencia, el Corán exige que el chico herede el doble que la chica pero no prohíbe la donación, si alguno desea una igualdad entre los dos sexos puede hacer en vida un reparto equitativo de su fortuna entre sus hijos.

Así el Código del Status Personal (CSP) promulgado en Túnez después de la independencia, no ha roto con el Islam. Es cierto que ha prohibido la poligamia y el repudio y ha dado a la mujer, entre otros derechos, el de pedir el divorcio, el legislador tunecino se ha apoyado en una referencia religiosa para dar a la mujer unos derechos que le igualan con el hombre. Esto le ha dado legitimidad. Después el status personal CSP ha sido enriquecido y corregido con varios incrementos, permanentemente salvaguardando una coherencia entre las convicciones religiosas de la sociedad y su deseo de asentarse en la modernidad.


2. EL CAMINO RECORRIDO POR LA MUJER TUNECINA EN EL CAMINO DE LA EMANCIPACIÓN Y DE LA PARTICIPACIÓN

Es importante subrayar que, si Túnez apareció como un país de vanguardia en materia de derechos de la mujer, no fue el resultado del voluntarismo político. Esto se explica también por una apertura precoz de las clases políticas, de pensadores y de la sociedad en cuanto a las ideas de tolerancia y de derechos humanos, y por la militancia de las mujeres durante y después de la lucha por la independencia. Así, la esclavitud fue abolida en Túnez en 1846, en 1857se promulgó una carta que garantizaba la cohabitación entre las diferentes religiones y en 1861 el país tuvo una constitución.

La reivindicación femenina por la igualdad fue el resultado de su participación en la lucha por la independencia. Bchira Ben Mrad, fundadora de la primera organización femenina declaró con motivo del 50º aniversario de la promulgación del CSP lo siguiente: “Burguiba estaba sin duda por la emancipación de las mujeres. Aunque yo pienso que la adquisición de sus derechos es el resultado de la participación de las mujeres en la liberación nacional. Las mujeres se manifestaron en las calles, conocieron la prisión, crearon proyectos, tuvieron discurso…”.

Las mujeres han demostrado tenacidad notable cuando los hombres en el poder quisieron privarles de sus derechos de ciudadanía. La asamblea nacional constituyente, en efecto, había redactado una ley electoral promulgada el 6 de enero de 1956, dos meses y medio antes de la declaración de la independencia, estipulando que sólo los hombres tenían derecho a voto. Las representantes de la Unión de Mujeres Tunecinas de la época, entonces, enviaron una carta personal a cada uno de los diputados con un escaño en la ANC, exhortándoles para elaborar una constitución que garantice a las mujeres sus plenos derechos.

En una sociedad gobernada por los hombres, hay que tener en cuenta que la emancipación de las mujeres no pudiese hacerse sin una contribución de algunos hombres conscientes y sensibles a la injusticia cometida en nombre de las tradiciones.

Estos hombres existieron en Túnez. Ya en 1927, Tahir Haddad publicó un libro denunciando unas condiciones inadmisibles de las mujeres y que no tienen nada que ver con la Shariaa. A este libro se le puso el título Notre femme dans la chariaa et la société (Nuestra mujer en la Shariaa y la sociedad). En el año 1936, Mahmud Zarruk, publicó un revista mensual feminista en francés, Leila, para “la defensa de la tunecina, su evolución social e intelectual enfrente a las antiguas tradiciones injustificables7.” El 13 de agosto de 1956, en menos de seis meses después de la declaración de independencia, de acuerdo con la iniciativa de Habib Burguiba, primer presidente del país, fue promulgado el Código del Status Personal (CSP). Consagra la ruptura con el modelo tradicional e institucionaliza los derechos de la mujer:

- como ciudadana que tiene el derecho de ser elegible y elegida.

- como individuo que tiene la libertad de administrar su vida, su cuerpo y sus movimientos.

- como actor social que tiene el derecho al empleo, la creación de empresas y asociaciones.

Gracias al CSP las mujeres han accedido a la educación, al empleo, a las instancias constitucionales. Ellas participan en la vida pública, deciden su propio matrimonio en lugar de su padre o tutor, disponen del derecho de pedir el divorcio en igualdad con los hombres… Una política sostenida de planificación familiar ha liberado a muchas mujeres de numerosos nacimientos indeseados.

Después de 1987, fecha de la llegada del presidente Zayn Al-Abidín Bin Alí al poder, se han levantado algunas voces para pedir la revisión del CSP y el reestablecimiento de la poligamia. En lugar de ceder ante este llamamiento, el presidente, al contrario, ha trabajado no sólo para mantener los avances conseguidos, sino que, por la consolidación de los adquiridos y la introducción de éstos dentro de una estrategia del desarrollo nacional. Los informes hombres-mujeres se basan a partir de ahora en el compañerismo dentro de la familia y su relación con el proyecto de desarrollo nacional.

Según una estrategia política orientada a una revisión de todas las formas de discriminación de las mujeres, se ha procedido a la revisión de los distintos códigos entre los que está el CSP y se han eliminado disposiciones como el deber de obediencia aplicado a la esposa, por un lado, y ha introducido, por otro, la obligación de la esposa a contribuir en los gastos domésticos cuando ella dispone de ingresos. Otras disposiciones aseguraron más armonía entre la ley y la evolución de la sociedad. Entre estas disposiciones se menciona la ley de transmisión de su nacionalidad a los hijos nacidos de un padre extranjero, la caja de pensiones que abona una subvención a la mujer divorciada para cubrir sus necesidades y las de sus hijos mientras la justicia sigue su curso en contra del marido divorciado que se escapa de sus deberes.

La emancipación de la mujer ha seguido un proceso evolutivo que se inscribe en los principios del desarrollo humano: “El DH es un proceso que conduce a la ampliación de la gama de posibilidades que se ofrecen a cada uno. En un principio son ilimitadas y pueden evolucionar con el tiempo. Pero cualquiera que sea el estado de desarrollo, implican tres condiciones primordiales: una larga vida y en buena salud, adquisición y acceso a los recursos necesarios para gozar de un nivel de vida conveniente. Si estas condiciones no son satisfechas numerosas posibilidades quedan restringidas.”

Por la educación, el acceso al trabajo y a los recursos, la libertad de movimiento, el acceso a la vida pública y la asunción de responsabilidades fuera de la esfera doméstica, la mujer tunecina disfruta hoy de una ampliación de la gama de posibilidades en igualdad con el hombre. Pero el desarrollo genera también nuevos problemas y desafíos a resolver.

En la política tunecina en materia de género existe una voluntad de garantizar una coherencia con los referentes internacionales. Túnez ha ratificado la Convención Internacional de la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la las Mujeres (CEDAW), así como todas las convenciones internacionales relativas a los derechos de las mujeres y de la infancia, como la Carta de los derechos económicos y sociales. Esto ha impulsado la puesta en marcha de mecanismos y dispositivos para corregir los atrasos y combatir las disfunciones en materia de igualdad entre los hombres y las mujeres a nivel de legislación, de políticas y de programas. La mujer se encuentra en situación de beneficiarse, al mismo nivel que el hombre de los diversos instrumentos a favor del empleo, la formación complementaria, la empresa….

Además, con el fin de arreglar los retrasos acumulados por las mujeres, se han puesto en marcha unos mecanismos y dispositivos específicos. En el plano institucional, existe un ministerio encargado de asuntos de la mujer, un Consejo Nacional “Mujer y Familia” que facilita la colaboración entre los interventores gubernamentales y los no gubernamentales en la política de la mujer y de la familia, una Comisión Nacional “Mujer y Desarrollo”, una Comisión Nacional por la “Promoción de la Mujer Rural”. Unos premios nacionales para el estímulo de la difusión de una imagen correcta de la mujer, ciudadana que tiene deberes y disfruta de sus derechos, con el fin de estimular las iniciativas a favor de la promoción de la mujer en el campo. Acuerdos de colaboración suscritos y firmados entre el ministerio del área y las organizaciones no gubernamentales para la gestión de créditos con unas tasas razonables de intereses y el uso de beneficiarios de los medios de desarrollo.


3. LOS EFECTOS DE LOS PROCESOS DE EMANCIPACIÓN DE LAS MUJERES TUNECINAS

Se pueden apreciar los resultados de este proceso histórico y político de cambios en el status de las mujeres a través de las estadísticas, especialmente en aquellas relativas a la educación, la formación profesional y la enseñanza superior.

El campo de la educación ha sido durante mucho tiempo ocupado por el género femenino y ha sobrepasado el 50% en la enseñanza superior. Sus tasas de éxito en el bachiller y los otros diplomas son a menudo más altas que las de los chicos. La proporción de las mujeres en los cuerpos de profesores de la enseñanza superior ha evolucionado rápidamente y se acerca del 40% en 2004-2005.
Las mujeres representan hoy, aproximadamente, la cuarta parte de la población activa y no hay un sector ni una rama de actividad a la que ella no haya accedido10. Hay alrededor de 10.000 mujeres empresarias, algunas están organizadas en una organización sindical vinculada con la Unión Tunecina de Comercio, de la Industria y el Artesanado.

La proporción de las mujeres elegidas es del 22,7% en el Parlamento y el 16% en el Senado. La presencia de las mujeres en estas instancias ha sido posible gracias a una política de discriminación positiva. Por ello, podemos asegurar su consolidación, la mujer tunecina debe contribuir a su mantenimiento y hacer frente a un cierto número de desafíos.


4. LOS DESAFÍOS

Son tres por lo menos los desafíos a superar: aquellos que proceden de la falta de conciencia de las propias mujeres de sus derechos; aquellos surgidos de la aparición de problemáticas nuevas que exigen nuevas aproximaciones para su solución y los que están ligados al ascenso de los integrismos de todo tipo que amenazan los derechos conseguidos. El cuadro jurídico creó las condiciones favorables, pero el disfrute de sus derechos y el refuerzo de sus propias capacidades necesitan una conciencia y un empeño por parte de la mujer. El riesgo se encuentra cuando los valores tradicionales se ponen por delante y las mujeres renuncian a sus derechos económicos, de empleo, de creación de empresas. Hasta cuando tienen una actividad generadora de renta, vacilan en tomar una decisión para pasar del sector informal al sector organizado y formal. Tal paso les permitiría gozar de ayudas financieras y desarrollar su proyecto. De la misma forma, el disfrute de sus derechos políticos y la participación en la vida pública gracias a una presencia en las instituciones políticas, la creación y dirección de asociaciones necesitan un fuerte empeño, una ambición y una voluntad de participar en el juego político y en la dinámica de la sociedad civil. Pero esto se opone a los roles tradicionales que llevan las mujeres a reservar sus energías y sus potenciales para la vida casera.

Las mujeres deben debatir los nuevos problemas generados por el desarrollo: el problema del paro mientras ellas estén decididas a tener un empleo, el cambio de los valores especialmente perceptibles en el momento de la educación de los menores dentro del núcleo familiar, el acceso y el dominio de las nuevas tecnologías y de las nuevas profesiones, la gestión de una empresa y aparición de nuevos problemas relacionados con la vida de pareja o el divorcio. La mujer empleada tendrá que negociar su carrera y romper el techo de vidrio que le impide acceder a los puestos de decisión. Ella en todos los casos tendrá que negociar una conciliación en su entorno entre sus papeles sociales y profesionales en un contexto de desarrollo de la urbanización, de movilidad profesional y transformación de modelos culturales en el seno de la familia. Esta negociación es motivada por razones prácticas de organización de la vida familiar y la gestión del tiempo, así como por los conflictos entre los valores tradicionales todavía presentes y la vida moderna.

Aceptar estos desafíos y preservar los derechos adquiridos de la mujer es tanto más difícil en este contexto por el ascenso y pujanza de integrismos de diferentes orígenes, no solamente islamista. El estado de guerra en más de un país musulmán suministra argumentos a aquellos que se sienten amenazados en su vida y su identidad, y tienden a refugiarse en el integrismo y el oscurantismo. Frente a la irracionalidad de los hechos y la impotencia ante la amenaza procedente del extranjero, los pueblos buscarán un refugio en la esfera espiritual. En ésta reside el peligro más grave que amenaza los avances institucionales de la mujer.


CONCLUSIÓN

Para concluir, citaremos la respuesta a un periodista dada por una mujer tunecina cuya trayectoria fue excepcional. Se trata de Fayza Kafí que fue sucesivamente miembro de la oficina ejecutiva de la unión nacional de la mujer tunecina (UNFT), presidenta de la UNFT, parlamentaria, ministra de medio ambiente y de ordenación territorial, ministra del trabajo y de formación profesional, embajadora de Túnez en Francia y en la actualidad Presidenta del Tribunal de Cuentas:

“pero aunque fuera excepcional, mi trayectoria está lejos de ser única. El movimiento se ha ampliado y la corriente ha atravesado todos los medios y sectores. Las mujeres han sido investidas y cada una persiguió su trozo de camino con valor y ambición, su ideal es vivir siempre en su siglo, sin perder con ello jamás su espíritu de tunecinas”.

Tal afirmación ilustra perfectamente el estado de ánimo de numerosas mujeres tunecinas comprometidas en un proceso de participación extendida a los proyectos de la sociedad, todo está ligado a una identidad, no solamente heredada sino también en construcción en el marco de una modernidad.

* * * * *

Riadh Zghal es Senadora y profesora emérita de la Universidad de Sfax. Esta es su ponencia en el 2º Seminario Internacional “La participación de la mujer en los países de tradición islámica” (Madrid, 26 y 27 de junio 2007)

Comments

Popular Posts