La violencia contra la mujer, ¿un callejón sin salida?

© Susie Craig, en lucha

Ha sido necesario que una mujer muriera quemada viva a manos de su ex-marido, por haberle denunciado en televisión de los malos tratos sufridos durante cuarenta años de matrimonio, para que los medios de comunicación y las parlamentarias de todos los partidos políticos se dieran cuenta que esta víctima es la que hace el número 58 de mujeres asesinadas por sus maridos o ex-maridos, durante este año en el Estados Español.

A pesar de que los jueces tienen facultad para intervenir y ordenar que se proteja a una víctima, un 90% de las mujeres asesinadas por sus maridos había denunciado amenazas previas pero no se previno su muerte.

Existen propuestas para que haya más intervención policial; que la sociedad y los jueces se tomen más en serio el tema (hace poco, un juez dejó en libertad a un hombre que "no suponía una amenaza" y que después mató a su mujer).

La inmensa mayoría de las agresiones ocurren dentro de la familia. La sociedad capitalista convierte a cada persona en un individuo aislado, alienado y frustrado por su falta de poder real; por la falta de control que tiene cada uno sobre su vida. En este mundo alienante la familia se presenta como un refugio. Luego, en la mayoría de los casos, quedamos decepcionados al descubrir que no sólo no alivia la presión del mundo exterior (el trabajo etc.) sino que aumenta la frustración, agresión y rabia.

Según El Mundo (26/11/97) "cuentan las víctimas que entre los agresores hay de todo: de clase alta o baja, cultos y casi analfabetos, profesionales de primera fila o peones". Es cierto que la manera en que el capitalismo destroza y trastorna las relaciones entre mujeres y hombres afecta a gente de todas las clases sociales, en el 45% de los casos denunciados, los hombres tenían problemas con abuso de alcohol.

El caso más reciente se trataba de una familia acomodada y de un marido que noche tras noche llegaba borracho a casa. Sin embargo también es cierto que la mayoría de los agresores no tienen empleo o son trabajadores no cualificados.

La mayoría de las víctimas dependen de su agresor, muchas son amas de casa por lo tanto sin independencia económica y con niveles de educación bajos.

Vemos que la "caldera de presión" es mil veces mayor en la clase trabajadora donde no hay espacio para la intimidad, donde no hay suficiente dinero, donde no hay guarderías públicas para dejar a los niños y crear un poco de espacio para la pareja, donde las mujeres ni siquiera pueden escapar de la violencia.

Como denuncian las víctimas, "la falta de medios económicos impide a muchas mujeres salir del hogar donde son sometidas a vejaciones por parte de su pareja".

¿Qué o quiénes son los enemigos de las mujeres? Pues en la situación inmediata, para una mujer sufriendo abusos de manos de su hombre, es él. Pero, ¿encarcelar a todos los hombres violentos acabaría con la violencia? De verdad, ¿los hombres son el enemigo de las mujeres? Hay que entender por qué algunos hombres son violentos. En nuestra sociedad la violencia es diaria y el sistema continuamente promueve la división entre la gente trabajadora a través del racismo, sexismo, homofobia etc. el hombre contra la mujer, el adulto contra el niño, el blanco contra el negro…

¿Esto es así porque el odio domina el ser humano? ¿O es porque en una sociedad dominada por unos pocos la gran mayoría no se siente respetada, realizada, ni siente el más mínimo poder o control sobre sí mismo? En ésta situación, cada uno busca a otro peor que él para sacudir toda su mala experiencia de la vida.

Solución a corto plazo no hay, aunque por supuesto, apoyamos y luchamos por más centros de protección para las mujeres, para que la policía y los jueces se tomen en serio las denuncias de las mujeres, y luchamos también por el apoyo y derechos que nos aliviarían de la presión que nos impone la familia: más guarderías públicas y gratuitas, mejores salarios, alojamiento adecuado, el derecho al aborto…

Nosotros apoyamos todas las demandas que supongan una mejora de las condiciones actuales, y participamos activamente en las campañas promovidas por colectivos de mujeres.

La historia nos muestra que la mejor manera de lograr y garantizar reformas es a través de la organización y lucha masiva. Pero, el punto de vista revolucionario es ir más allá de las reformas e ir hacia planteamientos de cambio total de la organización social. No basta con reformas del sistema, verdadero causante de toda esta miseria, sino que hay que erradicarlo totalmente.

Debemos luchar para disolver las divisiones dentro de la clase trabajadora y ver que sólo en la lucha por un mundo justo e igualitario, podemos empezar a vivir como seres humanos no como clase oprimida.

La liberación de la mujer es indisociable de la lucha por el socialismo: no se puede conseguir la liberación de la mujer sin hacer la revolución socialista y no se puede hacer la revolución socialista sin la liberación de la mujer.

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