Amparo Sánchez: "Mis hijos no son islámicos, ¡quieren vivir la vida!"
©
Amparo Sánchez, Federico Simon, El País
Fuente:
http://elpais.com/diario/2008/02/09/ultima/1202511602_850215.html
Mujer,
valenciana y con velo. La hija de un sacristán de la basílica de la Virgen de
los Desamparados es hoy la presidenta del Centro Cultural Islámico de Valencia.
Amparo Sánchez Rosell (1953), la primera mujer que dirige una entidad islámica
en España, maneja con brío su coche por las calles de Valencia, aunque
considera "terrible" que haya países árabes que prohíban a las
mujeres conducir.
Ya en
la mesa, ejerce de anfitriona en el restaurante de su marido, marroquí
nacionalizado español, aconseja hummus (paté de garbanzos con sésamo) y el
xarab andalusí (agua de limón con hierbabuena) y explica su disparatada mañana.
Desde el hospital Clínico, no ha parado de atender a los periodistas, pero
estaba más pendiente de los resultados médicos de una sobrina. Por fin sonríe,
y la sonrisa cansada ya no se le borra: tras años de lucha la niña, de seis
años, ha superado un cáncer. Para ella, esa es la noticia.
Sánchez
está agotada tras pasar dos días al teléfono desde su nombramiento, atiende sin
parar las llamadas de los medios, y no entiende tanta expectación. Y
casualmente, todo ha ocurrido en la semana en que el PP ha planteado restringir
el velo. "Si me prohíbes el pañuelo me estás negando mi libertad". "Lo
que hace falta son más mediadores sociales, no prohibiciones". Apuesta por
el uso del hiyab, el pañuelo que oculta su pelo, como una opción de "libertad
personal". "Pero si hay una mujer a la que se le impone una
indumentaria yo la voy a defender".
El uso
del hiyab no le ha ocasionado problemas: "Radicales hay en todos lados, y
hasta me han dicho que por qué no me vuelvo a mi país, ya ves, a una valenciana",
exclama con una risa franca. De hecho, ríe más que come. Su ensalada acaba casi
intacta. Pero lo normal es que solo desate a su paso miradas curiosas, sobre
todo de los mayores.
La que
a los 13 años fuera una hija de María, que iba de voluntaria los fines de
semana a dar de comer a los necesitados, pasó al final de la dictadura franquista
por un periodo de compromiso político, que la llevó a posiciones comunistas.
Luego suavizó su discurso. Sin embargo, mantuvo latente cierto "vacío
espiritual". Gran lectora desde la infancia, empezó a interesarse por la
cultura árabe española y a frecuentar a musulmanes. "Lo que te rompe los
esquemas es conocerlos...". Y en 1996 se convirtió al islam, para ella,
una religión centrada "en el amor y el respeto". Otra cosa es que
haya "iluminados", una "minoría", que distorsionan la
imagen de más de 1.000 millones de personas. "El problema es cuando se
utiliza la religión como excusa para martirizar a un pueblo o para dominar a la
mujer". Y es debido a ideas preconcebidas, dice, por lo que el islam
despierta tanto miedo.
Mientras
explica con detalle la composición del babaghanush (un paté de berenjena con
sésamo) insiste en la necesidad de erradicar los guetos. Para ella, "un
marginado es una bomba de relojería, sea musulmán o cristiano". No hay
recetas, dice, pero la pérdida de las raíces es uno de los mayores problemas de
los musulmanes. Y también la imposición de la religión a los hijos. Y los
suyos, dos jóvenes de 28 y 31 años, hijos de un matrimonio anterior ¿son
musulmanes? "No", responde entre carcajadas, "ellos quieren
vivir la vida".
Comments
Post a Comment