Esha Momeni

Esha Momeni nació en Los Ángeles en 1980 e padres iraníes. Sus padres habían venido de Irán para que el padre estudiase ingeniería en la universidad de California. A raíz de la revolución de finales de los 70s, mientras medio Irán intentaba salir del país como fuese, sus padres decidieron volver a Irán para estar con su familia. La familia se instaló en el sur donde el padre dirigió proyectos de reconstrucción y transporte.

Desde pequeña, los padres le inculcaron el amor por las costumbres iraníes, la llevaron a clase de música y danza y permitieron que participase en representaciones y actuaciones en centros públicos. También permitieron que estudiase diseño gráfico en la universidad de Teherán. Como estudiante universitaria, comenzó a interesarse en problemas sociales y arte, colaboró con varias revistas, fue voluntaria en orfanatos y produjo varios cortos y películas de animación.

La experiencia que más le marcó fue un breve pero intenso matrimonio donde fue víctima de la violencia domestica. Tuvo la suerte de que su familia le apoyase a la hora de pedir el divorcio y en su decisión de utilizar el arte para redefinir su vida y dar voz a aquellas que no pueden hablar libremente. Esha volvió a EEUU a estudiar un máster en medios de comunicación en California donde le impactó descubrir los estereotipos sobre las mujeres iraníes; en concreto, que son mujeres sumisas que aceptan las leyes del país sin rechistar y decidió centrar su tesis en las activistas y feministas iraníes que llevan luchando por los derechos de la mujer iraní desde antes de la revolución de finales de los 70.

En octubre del año pasado, Esha llevaba ya dos meses en Teherán grabando un documental sobre feminismo, activismo político y las 50 mujeres iraníes que estaban detenidas o a las que no se permitía abandonar el país. El día 15 de ese mes Esha fue detenida por dos policías de tráfico con la excusa de que había adelantado a otro coche ilegalmente. Esha fue arrestada y llevada a la prisión de Evin por el Ministerio de Seguridad e Inteligencia. La policía registró su casa y confiscó su ordenador y varias películas entre otras cosas.

La familia de Esha se puso en contacto con los ministerios de Seguridad e Inteligencia y Comunicación para ver qué pasaba. Se les dijo que si no le daban publicidad al caso su hija sería puesta en libertad rápidamente. Sus padres fueron a una corte revolucionaria a preguntar por el caso de su hija y los jueces les dijeron que no debían volver a presentarse ante ellos y que ninguna de sus preguntas sobre el caso contra su hija seria contestadas hasta que no cerrasen el caso. Más adelante consiguieron enterarse de que su hija estaba acusada de poner en peligro la seguridad nacional como agente de poderes occidentales – algo de lo que por otro lado también se acusa a toda la persona iraní que tenga algo que decir contra su gobierno.

El padre de Esha comenzó a dar entrevistas a medios de comunicación iraníes y extranjeros donde explicaba que su hija sólo estaba luchando por lo que es justo – la igualdad de hombres y mujeres ante la ley – que no tiene que ir necesariamente contra la religión. Fuentes del ministerio de Comunicación se pusieron en contacto con él, amenazaron a su familia y el pobre hombre dejó de dar entrevistas. LA familia hipoteco su casa para pagar la fianza de Esha y sacarla de la cárcel pero a día de hoy Esha sigue sin poder abandonar el país.

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