El cuento de nunca acabar

Justo cuando pensaba que los padres de los niños de Slumdog Millionaire por fin habían dejado de dar por culo por pura avaricia (que si más dinero, que si una casa, que si sus hijos no necesitan ir al colegio sino dinero en efectivo, que por que no pueden tocar los fondos que tienen reservados hasta los 18 años…), una amiga me ha contado escandalizada que el padre de una de las niñas la ha puesto a la venta por el módico precio de 200,000 libras esterlinas. En teoría, quiere darla en adopción pensando en lo mejor para él, su familia y la niña (el hombre no es hipócrita: su hija le importa bien poco y lo suelta tal cual en las entrevistas). En la práctica, la puede comprar cualquiera: desde una familia con poderío que quiera sacarla de la pobreza a un pederasta 60 años mayor que ella que la quiera como esclava laboral y sexual.

Aquí la gente se lleva las manos a la cabeza cuando oye cosas así. No sé en qué planeta vive mi amiga y como no sabe que la compra-venta de niños, a precios irrisorios, sigue siendo algo común en la India y en otras partes del mundo. Hay muchísimas compañías norteamericanas que han cerrado el chiringuito en tierras estadounidenses y han abierto filiales en la India. La gente no se explica que estén tan atrasados – la gente no quiere ver lo que no le conviene. Si el gobierno de este y otro país fuesen como deben ser, no pondrían tantas facilidades para que las empresas se fueran a países donde la mujer es una moneda de cambio y las niñas están vendidas prácticamente desde que nacen. Las empresas tampoco deberían abrir fabricas en la India – quien dice la India dice México, Honduras u otros países – pero claro es que les conviene: las mujeres son dóciles, menos dadas a formar o participar en sindicatos, cobran autenticas miserias comparadas con el salario que recibiría un hombre, trabajan horas larguísimas sin protestar y sin exigir cobrarlas como horas extra, se ponen lo que les pidan, duermen en cualquier parte y no protestan por nada.

Hay muchas ONGs, iglesias y organizaciones intentando mejorar las condiciones de vida de la mujer y la infancia en la India pero queda muchísimo trabajo por hacer. Las vacas siguen siendo sagradas pero las mujeres tienen el valor de una cabra o una gallina, son mulas de carga a las que el marido les puede prohibir trabajar fuera de la casa, estudiar, vestirse con ropas occidentales, etc, etc, etc. Los feminicidios y agresiones a niñas, adolescentes y mujeres a manos de sus maridos y familias políticas (que tienen hasta cárceles para suegras que han intentado o han conseguido asesinar a sus nueras por no limpiar o no hacer lo que a ellas les daba la gana) están a la orden del día.

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