Martillos contra el Sida

De vez en cuando a mis amigas se les debe olvidar que están hablando conmigo y antes de que se den cuenta se les escapa que se están acostando con su pareja a pelo. Esta tarde una de ellas me ha dicho que mañana va a comprarse un test de embarazo porque está como griposa, se siente fatal, no le baja la regla y no sabe si sus antibióticos habrán tenido algo que ver (los antibióticos pueden restar eficacia a la píldora anticonceptiva). La pobre mía se va a arrepentir de no haber pensado antes de abrir la boca durante el resto de la semana. Le he dicho que no quiero parecer su madre pero sabe de sobra que debería utilizar algún tipo de barrera para protegerse de enfermedades de trasmisión sexual y ella ha intentado arreglarlo con un “me fio de mi novio”. Ahí es cuando yo le he preguntando que cuántas veces le he dicho que los tíos no vienen con un tatuaje en la frente diciendo que tienen Sida, sífilis, clamidia, cándida, tricomoniasis, gonorrea, herpes genital, etcétera; que no es que desconfíe de su novio – no creo que le esté poniendo los cuernos porque no le da tiempo al pobre – pero vete a saber con cuántas mujeres se haya acostado antes de ella y vete a saber qué podían haberle pegado sin saberlo. Y, por supuesto, lo mismo sirve para ella porque como está tomando anticonceptivos orales piensa que no tiene por qué molestarse en utilizar ninguna otra cosa.

Por todo el activismo que hago con el tema VIH/Sida (en otras palabras, con el por culo que doy entre recaudar fondos, mandar enlaces a noticias y recordatorios para que se hagan las pruebas), me pone de muy mala leche que mis amigas no se protejan contra el VIH/Sida y otras enfermedades e infecciones de transmisión sexual. Veras que no somos niñatas de 14 años a las que los tíos puedan convencer diciéndonos que no sienten nada con el preservativo o chantajear diciéndonos que si les obligamos a usar un trozo de plástico es porque no los queremos. Somos mujeres hechas y derechas y deberíamos tener dos dedos de frente. Las edades de mis amigas van de los 20 a los 60 años. Lesbianas y heterosexuales con carreras terminadas, con información sobre salud y derechos sexuales, con un chorro emails que me encargo de enviarles sobre Sida y otras enfermedades/infecciones… que pasan de protegerse. Tengo amigas lesbianas que piensan que no les pueden pegar nada, otras que saben que corren riesgos pero odian el látex (tengo amigas norteamericanas que vivieron los 70 y 80 en Nueva York y echan de menos follar sin protección) y luego las heterosexuales que son un desastre aparte. Un autentico desastre. Se fían de sus parejas, sienten que como están en relaciones serias no necesitan utilizar un preservativo (ojo que aquí se llama “relación seria” a cualquier cosa que dure más de 2 semanas) y luego se sorprenden si el novio/marido les pega algo o, esa es otra, si pillan algo de los rollos de una noche que tengan por su lado. Incluso las que están en relaciones abiertas, no se protegen (con el putiferio que hay en Nueva York, Madrid o Barcelona ¡¿cómo pueden ir acostándose con gente alegremente?!).

Por no hablar de la gente que está metida en el rollo alcohólicos/narcóticos anónimos – bien porque, como su propio nombre indica, hayan tonteado y tenido adicciones serias a diferentes drogas en el pasado, bien porque estén saliendo con ex adict@s. Tanto en uno como en otro caso, existe el riesgo de que tu mism@ o tu pareja se haya metido lo que sea con jeringuillas y las haya compartido. Y no se protegen. No usan ni preservativos ni barreras orales. Yo de verdad es que no sé en qué mundo vive esta gente. El año que viene en mayo creo que en lugar de preservativos voy a repartir martillos porque como no sea abriéndoles la cabeza de un martillazo a estas no les va a entrar en la cabeza que necesitan protegerse.

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