Nuria Orellana: "Nuestra justicia es del siglo XIX"
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Gabriela Cañas, GABRIELA CAÑAS 21 AGO 2009
Fuente:
http://elpais.com/diario/2009/08/21/ultima/1250805601_850215.html
La
judicatura fue por primera vez a la huelga en febrero en demanda de mejoras
laborales.
¿El
detonante? La petición del Gobierno de una sanción dura para el juez Tirado.
Cuando Nuria Orellana se prestó a coordinar la última reunión anual de decanos
en Cádiz no sospechaba que sería tan decisiva para la justicia española.
"Yo soy muy valiente", bromea, "así que cuando propusieron la
ciudad de Cádiz como sede de la reunión, yo acepté enseguida".
Convocados
del 5 al 8 de octubre del pasado año, los jueces decanos conocieron en Cádiz
las declaraciones de la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de
la Vega, a favor de una dura sanción contra el juez Rafael Tirado, quien no
ejecutó la orden de prisión contra el presunto asesino de la niña Mari Luz. Fue
el detonante del Movimiento 8 de Octubre, que puso en pie de guerra a los
jueces y culminó, en febrero, con la primera huelga de la judicatura del país.
Fiel a
las directrices de la asociación a la que pertenece, Orellana no secundó esa
huelga. Su protesta consistió en un paro de una hora y la lectura de un
manifiesto. "Luego me quedé hasta más tarde trabajando", asegura.
Las
cosas han cambiado en la Asociación Profesional de la Magistratura (APM) a cuya
junta directiva pertenece. La APM (1.200 asociados) es la más numerosa de un
colectivo de 4.543 jueces y magistrados. Se desmarcó del paro de febrero, pero
ahora ha llamado a la huelga para el 8 de octubre y esta magistrada lo tiene
claro: "La secundaré si no hay antes avances sustanciales".
Nuria
Orellana recibe a EL PAÍS en el Palacio de Justicia de Cádiz. En el segundo
piso está su juzgado de lo mercantil, el primero instalado en la provincia.
Ocupa las antiguas dependencias de lo que era la casa del presidente de la
Audiencia. La crisis económica ha multiplicado los casos que tramitan sus ocho
funcionarios. En estos momentos, se ven aquí 60 concursos de acreedores y a
veces la sala de vistas se queda pequeña. "Hay casos con 2.000 o 3.000
acreedores y no caben", explica Orellana.
Ella
calcula que su juzgado soporta una carga de trabajo que duplica la que sería
razonable. Tiene más de 500 casos registrados. La complejidad de los asuntos,
como el de Delphi, es moneda corriente. Le pesa especialmente el drama del
paro, la rescisión de contratos cuando una empresa entra en concurso de
acreedores (antes quiebra) y confiesa que uno de los casos más dramáticos que
instruyó le hizo perder unos cuantos kilos.
Las
dependencias de su juzgado están repletas de papeles y junto a la mesa de su
despacho reposa un carrito con ruedas. Porteadora de expedientes, como muchos
magistrados, acarrea papeles diariamente a casa para dictar las sentencias o
resoluciones por las tardes.
Los
jueces han conseguido que el ascenso no conlleve el traslado forzoso. Nuria
Orellana cree que es una conquista en el terreno de la conciliación de la vida
personal y profesional. Considera un avance que el Ministerio de Justicia esté
acometiendo un ambicioso plan de mejora en nuevas tecnologías que permita a los
juzgados de toda España estar interconectados. Pero la APM insiste en que deben
ser los jueces los que fijen la agenda (el Gobierno quiere que lo hagan los
secretarios judiciales) y quiere ver en septiembre la partida económica
correspondiente a la mejora de la justicia, entre otras cosas. A día de hoy,
dice Orellana, "la justicia española sigue siendo una justicia del siglo
XIX".
Nuria
Orellana nació en Jerez de la Frontera hace 41 años. La quiebra de Puerto
Sherry tuvo la culpa de que se convirtiera en septiembre de 2004 en la primera
juez de lo mercantil de la provincia de Cádiz. "Aquello me enganchó".
Se especializó y ganó la oposición para ser juez de lo mercantil y gestionar la
nueva ley concursal. Reto fácil para una mujer que cosechó en la carrera 13
matrículas de honor.
Su
señoría cree que la falta de costumbre en la judicatura de dar explicaciones
públicas ha generado una "imagen errónea" y arrogante de los jueces.
"La huelga ha sido un hito histórico y ahora se nos pone cara".
Notó ya
en marzo de 2007 la multiplicación de asuntos mercantiles, propios de la crisis
que se avecinaba. Sin ánimo de amargar el veraneo, asegura que aún no ha
empezado a notar en su juzgado el final de la debacle.
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