El burka en España

No sé quien es Fátima Hssisni. No sé de qué color son sus ojos o su pelo. No sé qué edad tiene. No sé a qué se dedica. Sé que esta mujer está en boca de media España por presentarse en un juzgado madrileño a declarar cubierta de pies a cabeza con un burka y guantes. Tratándose de testificar en un juicio por terrorismo una puede entender que toda precaución es poca pero Hssisni no se cubre por miedo sino por convicción religiosa. El juez ha tenido que reunirse con ella para explicarle que en España las leyes civiles están por encima de las leyes religiosas. Al parecer le ha puesto el ejemplo de las monjas de clausura pero vamos, es que una monja de clausura tiene la cara descubierta.

En internet he leído que Hssisni lleva más de 20 años viviendo en España. Ella y su marido tenían un piso en Castelldefels y lo vendieron hace años para irse a vivir de alquiler según su propio padre. 20 años paseándose con el burka por Cataluña. Y no es la única, ojo. Aquí es cuando alguien del gobierno debería aprovechar la oportunidad para recordar que España es un país LAICO donde mujeres y hombres somos iguales ante la ley. Ya que tenemos a Zapatero explayándose en EEUU, De la Vega o Aído deberían tirar de ovarios y decir bien clarito que si Hassini o su familia quieren vivir bajo las leyes de la sharia, si ella quiere que se la trate como a un animal, que se vayan a un país donde por ley a ella se la trate como tal y donde llevar un burka sea lo más normal del mundo.

¿Tolerancia? La que ellos tienen con nosotros. Es decir: absolutamente ninguna. A nuestras bisabuelas, abuelas, madres y a nosotras mismas nos ha costado la misma vida conseguir y mantener una serie de derechos – entre ellos vestirnos como nos dé la gana. No vamos a dejar que ahora se nos cuele en casa el extremismo islámico a decirle a una mujer cómo debe vestirse. Una cosa es ser políticamente correcto y otra, simple y llanamente, gilipollas. Si dejamos pasar una y pasar otra y otra y otra… hoy son ellas y mañana somos nosotras las que tenemos que empezar a taparnos para ir a la playa o a la piscina para no ofender la sensibilidad religiosa de nadie. De ahí, pasaremos a los bares donde las mujeres tengan prohibida la entrada, a no poder ponernos pantalones o faldas por no ir provocando, a no poder comer cerca de musulman@s durante el Ramadán para hacérselo más llevadero (y no me lo invento: ya está pasando en Inglaterra), a ver cómo lo más normal del mundo que saquen a las niñas del colegio para casarlas o que maten a las hijas si se ponen pantalones vaqueros…

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