A vueltas con la ley del aborto

En España seguimos a vueltas con el anteproyecto de la nueva ley del aborto. El Consejo de Estado acaba de avalar la constitucionalidad del anteproyecto por unanimidad reconociendo la madurez de las adolescentes de 16 y 17 años pero recomendando al mismo tiempo que se informe a los padres de que sus hijas menores de edad quieren abortar.

No estoy de acuerdo con que se quiera legislar la relación de una adolescente con sus padres. Si la ley reconoce que una adolescente desde los 16 años ya es capaz de decidir sobre su propio cuerpo, también debería reconocer que la decisión de contar o no en su casa que piensa abortar es cosa suya.

Si como el Consejo de Estado recomienda se incluye una modificación para que los padres sean notificados de que sus hijas piensan abortar, apaga y vámonos. Primero ¿dónde queda la privacidad de las pacientes? Segundo, ya hay médicos que dicen que ellos no quieren problemas con los padres de las adolescentes – que antes de lidiar con padres hechos unos basiliscos ellos alegan objeción de conciencia y no realizan el aborto. Tercero, más de un caso y más de dos de aborto por incesto habrá y ni las niñas lo habrán contado al médico ni tienen por qué ir contándolo ni tienen que estar expuestas a que el padre/abuelo tenga conocimiento de que piensan abortar al hijo/nieto y se lo impida.

Hay quien piensa que para mí es fácil ser tan “radical” porque no tengo hijas y no sé lo que es que te digan que tu hija ha abortado a tus espaldas. No, no tengo hijas pero, precisamente porque espero tenerlas un día, quiero que esta ley del aborto se apruebe sin condiciones heteropatriarcales de por medio. El día que tenga una hija no quiero que tenga que pasar por el trago de abortar ella sola. Espero educarla, espero poner a su alcance toda la información sobre métodos anticonceptivos disponible, espero que sea madura para elegir el que mejor le vaya y espero que el método en cuestión no le falle. Pero si le falla el anticonceptivo o si la violan y decide abortar, espero que mi hija se sienta libre para contármelo y que me pida que vaya con ella si el padre de la criatura no puede, no sabe o no quiere ir. Si no tenemos la suficiente confianza, si no me llego a enterar de que mi hija estaba embarazada y ha abortado, me gustaría que al menos, aunque sea a mis espaldas, haya abortado en un hospital con unas medidas higiénico-sanitarias mínimas.

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