Incubadoras y floreros

En los medios de comunicación hay un machismo obvio (cuando se ignora una concentración como la de principios de mes en Granada con más de tres mil mujeres o cuando el deporte femenino ni se menciona) y otro más sutil que pretende ridiculizar y meter miedo. La parte de invisibilizar está clara - no se ofrece una cobertura medio decente de actos o eventos deportivos protagonizados por mujeres salvo tenis y olimpiadas. Mujeres como Amaya Valdemoro, Gisela Pulido, María José Rienda, Mayte Martínez, Sheila Herro Lapuente, Iballa y Daida Ruano… que en EEUU serían estrellas, pasan sin pena ni gloria en España. Ahora eso sí, busca “deportistas españolas” en google y en seguida te salen cien páginas con las deportistas “más guapas”.

No es casualidad que se resalten noticias anecdóticas para ningunear el trabajo de las feministas. La semana pasada se hablaba en España de (a) una sentencia absolutoria para un masajista madrileño acusado de violación porque la víctima consintió inconscientemente, y (b) un ginecólogo británico llevado a juicio por una mujer que lo acusa de violación cuando según él la mujer lo acosaba. Ambas noticias desde la perspectiva del varón/víctima y con la opción de que los lectores dejasen un comentario. Los usuarios hicieron su agosto culpando a las feminazis de las denuncias falsas por violación, diciendo que tanto una como otra se lo habían buscado por ir al ginecólogo (!) o por meterse en un local de un masajista (!) (por cierto que me llama la atención que hablen de "consulta" - para mí “consulta” es la de un médico, un masajista por muy certificado que esté sólo tiene un local y horario de atención al público), que las mujeres nos estamos subiendo a la parra... Por supuesto que hay denuncias falsas pero, al menos en EEUU, estadísticamente no llegan al 2%. ¿Me vas a decir que las denuncias falsas en España llegan al 100%? pues prepárate a enseñarme estadísticas porque allí no existen (yo sigo arrimando el ascua a mi sardina: que alguien me mande estadísticas serias sobre violación en territorio español porque no las encuentro). Y, ya puestas, ¿por qué publican y permiten comentarios sobre estas denuncias pero callan y/o no dan opción a comentar cuando hay una noticia sobre una violación o un violador que se va de rositas o equis juez que es más propenso a pasar incesto y violaciones por alto porque preservar la (insana) relación entre padre e hija es más importante que los derechos de la niña?

Tampoco es casual que empiecen a aparecer historias aleccionadoras disfrazadas de noticia. Precisamente hace un par de semanas el New York Times ha publicado un artículo sobre emprendedoras que dejan sus trabajos para dedicarse a lo que les gusta a tiempo completo y vender sus productos a través de Etsy. Una de las mujeres entrevistadas se quejaba de que trabaja 16 horas diarias, no tiene tiempo de nada, no ha trabajado tan duro en su vida; otra se queja de que su salud se estaba resintiendo y no podía dedicarle suficiente tiempo a su familia. Todo en plan meter miedo. Porque podrían haber escrito un artículo sobre las mujeres empresarias a las que no les importa trabajar 16 horas al día porque tienen parejas y familias que las apoyan, mujeres que triunfan gracias a microcréditos y ayudas que hay disponibles para ellas, agregando además información sobre cómo y dónde conseguir un crédito o recibir clases de formación profesional y asesoría gratuitas para montar tu propio negocio; pero, claro, eso es empoderar a las mujeres y a los señores que llevan los periódicos no les conviene.

En el extremo opuesto de esta invisibilidad y/o ridiculización de la mujer están las noticias sobre esta o aquella famosa (qué lleva puesto, cuántos kilos ha perdido, con qué dieta…), el atontamiento (¿cuántas mujeres no habrán leído a Lidia Falcón, Naomi Wolf o Inga Muscio pero se sabrán de pe a pa la vida de Belén Esteban?), y la cobertura positiva que se le da a temas como cremas, tratamientos antiedad, cirugías plásticas y demás cosas para prolongar la neurosis colectiva. Está clarísimo que los señores que controlan la prensa escrita y demás medios de comunicación pretenden que las mujeres sigamos siendo incubadoras y mujeres florero una vez hemos pasado la etapa reproductiva.

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