Tercer gilipollas del mes

Otro más para el club: Javier Pérez Reverte por escribir una columna poniendo a parir a las feministas y reivindicando el derecho de todo hombre de tocarle el culo a cualquier mujer en plan “no a todas les molesta que se lo toquen, algunas incluso lo agradecen”. Creo que me estoy americanizando: quiero pegarle un toque en la cabeza en plan "Regreso al futuro" y preguntarle si hay alguien ahí porque desde fuera parece que anda el buen hombre corto de sesera.

Con lo inteligentísimo, estupendo y maravilloso que se cree, hay que ver lo que tiene que aprender todavia. Le falta un buen hervor en sensibilidad y educación sexual. Las mujeres no somos hembras, no somos presas, no somos un trozo de carne en un supermercado que él o cualquier hombre se den el capricho de mirar, tocar, sobar… por mucho que le sorprenda, mi culo – como el de mis amigas (lesbo y hetero) – no está a disposición del primer gilipollas que llegue con la mano suelta, en plan prepotente porque haya leído que está en su derecho de tocármelo y que se lo voy a agradecer. Tocar el culo a una mujer conocida o desconocida sin su expreso consentimiento es ACOSO y debería estar penalizado se pongan Pérez Reverte y los de su calaña como se pongan. Punto. Publicar una imagen de culos de mujeres para vender determinado producto, es sexista y rancio. Punto.

No sé por qué nos tiene tanto miedo porque un miedo tremendo debemos darle cuando nos llama “feministas galopantes”, "niñas de la matraca”, “peña de radicales enloquecidas”, “talibanes de género y génera”, "integristas de los huevos” y remata diciendo que somos una panda de chantajistas “con victimismo desaforado”. Sorprendida sigo porque no haya utilizado el socorrido “feminazis”, pero debe haberle parecido poco o no muy políticamente correcto. Lo mismo ha pensando que la ristra de descalificativos no tiene el mismo efecto o que las feministas nos ibamos a quedar de brazos cruzados porque sólo saltamos con la palabra feminazi.

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